

Por: Juan Carlos Ramírez Figueroa
El próximo domingo los chilenos decidirán entre aprobar o rechazar la nueva propuesta de constitución que reemplazará a la de 1980, perpetrada en plena dictadura de Pinochet y que, aunque con reformas y modificaciones, mantiene una fuerte impronta a favor de las elites económicas a través de aspectos como derechos de agua, falta de reconocimiento al género femenino, estímulo a la economía extractiva y falta de garantías concretas para una educación, salud o vivienda digna.
Y aunque para sectores conservadores pintan esta propuesta constitucional, consecuencia directa del estallido social de octubre de 2019, en un acuerdo por la paz entre partidos políticos, que fue permitida a regañadientes por el derechista expresidente Sebastián Piñera, como apocalíptica, ha sido reconocida por diversos expertos como un texto modernizador y que fortalecerá la democracia chilena.
Sin embargo, estos últimos meses han sido agotadores para los chilenos, debido al alto flujo de informaciones, en su mayoría falsa sobre esta nueva constitución, redactada por una convención elegida por voto popular donde la derecha obtuvo apenas 37 años de 155. Desde la posibilidad que expropien bienes privados hasta la instalación de un gobierno indigenista (con bandera propia), la desinformación y discursos inciviles se han tomado las redes sociales y la franja televisiva polarizando a los votantes y llevándolos a enfrentamientos en diversas escalas de violencia verbal y física.
De hecho, este domingo partidarios y detractores de la propuesta de nueva Constitución se enfrentaron en el centro de Santiago. Una marcha de ciclistas favorables a aprobar la carta magna llegó a la plaza Italia, epicentro de las protestas desde octubre de 2019, y se cruzó con otra organizada por gente del campo, que a lomo de caballo y en carruajes expresaba su rechazo a la propuesta.
En la céntrica rotonda capitalina ambos grupos se enfrentaron a gritos, se lanzaron piedras e incluso algunos jinetes dieron latigazos a los ciclistas.