

Este documento, advierte que en América Latina y el Caribe, el hambre aumentó en un 30% entre 2019 y 2021.
La extensión de la crisis actual, en la que convergen diversas amenazas de carácter productivo, comercial, climático y geopolítico, no solo hace peligrar la seguridad alimentaria, sino que también podría conducir a la región y al mundo a grandes retrocesos en materia de pobreza, desigualdad, acción climática y desarrollo sostenible.
Proponen fortalecer la producción agrícola y los sistemas de protección social y extender su alcance en el área rural para responder al triple desafío de combatir la inseguridad alimentaria y el aumento de la pobreza extrema, y apoyar la producción de alimentos en la región.
Recomiendan que se brinde asistencia técnica a los países que lo requieran en la elaboración de respuestas a la crisis y a la mejora de la sostenibilidad y la resiliencia de los sistemas agroalimentarios.
En este marco, desde Tierra y ODS señalamos que el acceso a la tierra es un determinante clave de las condiciones socioeconómicas de las personas que se ganan la vida con la agricultura, y afecta directamente a los ingresos, la seguridad alimentaria y la nutrición.
La tierra es un activo clave para la reducción de la pobreza y el hambre.