

Por: Agencia Pressenza.
(Imagen de Pexels. Fredex Carvalho).
“Esa gente ha vendido nuestro aire”. Así se titula el informe estremecedor de la campaña “Carbono de sangre” que la Organización Internacional Survival que lucha por los derechos de los pueblos indígenas, ha lanzado para concienciar lo que está ocurriendo con las naciones originarias en todo el mundo y en especial en África, Asia y Latino América.
El pasado día 18 de septiembre, Survival España, convocó a los medios de prensa en su sede para explicar las consecuencias de la venta de Carbono a costa de la violación de los derechos humanos, exponiendo casos concretos como en el norte de Kenia, en un sistema de compensación de emisiones en el que se obtienen beneficios millonarios de las tierras indígenas en la que se plantea importantes dudas sobre la credibilidad de las afirmaciones del Proyecto de Pastizales.
Punto por punto, la Presidenta Internacional de esta Asociación y sus representantes en España, plantearon con firmeza que “los pueblos indígenas son los verdaderos defensores de la naturaleza y sus derechos están siendo vulnerados de forma continuada”. Empresas y gobiernos, pugnan por sus territorios para sacar beneficios rentables en créditos de carbono sin importarles en lo más mínimo la situación en que se encuentran y robándoles en muchas ocasiones sus territorios ancestrales para convertirlos en zonas protegidas presentadas como “Soluciones Basadas en la Naturaleza”.
Se ha dejado bien claro por parte de Survival y de las Naciones Unidas, que se debe crear un nuevo modelo urgente en el que se ponga en el centro los derechos de los pueblos indígenas. Con que todos los gobiernos respetaran el 80 % del área sensible del planeta que se encuentra en territorio indígena y les concedieran a ellos su gestión, se habría conseguido la protección no solo del 30% según desea la Agenda 2030, sino del 80% de los ecosistemas esenciales para la vida de nuestro Tierra.
Sin embargo, gobiernos y multinacionales, niegan a los pueblos indígenas su derecho que es avalado por Naciones Unidas de vivir en sus tierras ancestrales y en muchas ocasiones están siendo expulsados de las mismas a veces con el consentimiento de grandes Asociaciones conservacionistas.
Los créditos de carbono y bonos verdes, son un fracaso en la lucha por parar la crisis climática. A veces o casi siempre es todo lo contrario, se aumenta. Se afirma que las Áreas Protegidas permiten “proteger” los territorios de la deforestación y de otras actividades que emiten dióxido de carbono y de este modo pueden utilizarse para “compensar” las emisiones de carbono generadas en otros lugares del mundo. Una estrategia que les permite seguir contaminando sin hacer freno al aumento de la crisis climática.
Survival denuncia que el modelo de conservación más común es la “conservación de fortaleza”, que se basa en la expulsión de las poblaciones indígenas y locales de sus tierras y que más tarde vienen acompañadas de una mayor militarización y violencia en caso de que los dueños de sus tierras intenten entrar en las mismas, sufriendo en ocasiones torturas, violaciones o asesinatos. “Las Áreas Protegidas destruyen a los mejores guardianes del mundo natural, los pueblos indígenas en cuyos territorios se encuentra el 80% de la biodiversidad del planeta”.