

Por: Agencia Pressenza.
El partido socialista (el PS) lleva nueve años en el gobierno de Portugal, los siete primeros en coalición parlamentaria con pequeños partidos de izquierda y, en los dos últimos, incluso con mayoría absoluta.
En noviembre del año pasado, el Presidente de la República (liberal-conservador) destituyó al Primer Ministro socialista, António Costa, por un supuesto caso de corrupción no probado, y se apresuró a disolver la Asamblea Nacional y a convocar nuevas elecciones ayer, 10 de marzo de 2024, deseoso de pasar la pelota a un gobierno más cercano a sus simpatías políticas…
Los resultados fueron los siguientes (datos de esta mañana, aún no definitivos):
La Asamblea Nacional tiene un total de 230 diputados. Por tanto, para obtener la mayoría se necesitan al menos 116 diputados.
Conclusiones de estas elecciones:
¿Quo Vadis Portugal?
Desde que AD prometió antes de las elecciones que no entraría en coalición con la ultraderechista CHEGA, Portugal se encuentra ahora en un callejón sin salida político. Los escenarios más probables parecen ser: la formación de un gobierno conservador minoritario de AD, que dependerá de mayorías parlamentarias variables; o incluso la celebración de nuevas elecciones.
El espantajo de la inmigración es el principal caballo de batalla del partido CHEGA, como lo es en todo el mundo cuando se trata de ganar votos fácilmente. En los últimos tiempos, ha habido una fuerte afluencia de inmigrantes procedentes de Brasil.
La economía portuguesa va relativamente bien, crece actualmente en torno al 2%, y el país necesita inmigrantes para mantener su nivel de vida y responder al crecimiento del turismo en particular. También hay una fuerte inmigración de muchos jóvenes «nómadas digitales» a los que les gusta la calidad de vida en Portugal y que trabajan en empresas internacionales que les proporcionan buenos ingresos. Esta inmigración «rica» procedente del extranjero aumenta la inflación interna, contribuyendo así también a «ahuyentar» aún más a los jóvenes portugueses que trabajan precariamente en empleos menos «rentables».
Esto explica en parte por qué, al mismo tiempo, una gran proporción de jóvenes emigra (¡algunos sitúan la cifra en torno a 1/3!), en su mayoría jóvenes bien cualificados, a otros países, especialmente de Europa, en busca de mejores salarios y mejores condiciones de trabajo y de vida. El salario mínimo en Portugal ronda los 800 euros, la mayoría de la población gana alrededor de la mitad de la media europea, pero el coste de la vida es tan alto como en el extranjero, ¡y los alquileres de las viviendas (especialmente en las ciudades) son aún más altos! Además, Portugal sigue sufriendo la corrupción de sus élites.