viernes 13 de septiembre de 2024 - Edición Nº2109

Actualidad | 19 ago 2024

Milei, Mercosur y la Conferencia de Acción Po

¿Qué nos dejó la cumbre del Mercosur?

El pasado 8 de julio se reunieron en Asunción los presidentes de los Estados parte para celebrar la 64° Cumbre del Mercosur. Como era de esperarse, Javier Milei no sólo no asistió al encuentro del bloque, sino que decidió en su lugar participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora que se desarrolló en la ciudad de Camboriú, espacio de articulación de la extrema derecha.


Por: Alhelí González Cáceres. Fuente: https://henoi.org.py/

64° Cumbre de Mercosur en Asunción. Foto: Mercosur

El pasado 8 de julio se reunieron en Asunción los presidentes de los Estados parte para celebrar la 64° Cumbre del Mercosur. Como era de esperarse, Javier Milei no sólo no asistió al encuentro del bloque, sino que decidió en su lugar participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora que se desarrolló en la ciudad de Camboriú, espacio de articulación de la extrema derecha en donde el presidente libertario continuó en la línea de fortalecer su figura como líder de un movimiento que, mientras exige “libertad” para los mercados, promueve la represión y la quita de derechos para el pueblo trabajador.

Sin embargo, su ausencia no significó que las ideas de mayor “libertad” para el capital quedarían fuera de la cumbre. Recordemos que el Mercosur nació como respuesta a la transnacionalización de los capitales más concentrados en la búsqueda de ampliar los espacios de acumulación mediante la internacionalización de aquellos capitales sobrantes. Paradójicamente, la globalización capitalista trajo consigo la regionalización de los capitales que mediante la formación de bloques económicos buscaron hacer frente a los capitales estadounidenses y europeos principalmente. Los capitales menos “aventajados” del mercado mundial, como son los capitales que operan en América Latina y el Caribe, buscaron a través de mecanismos de integración como la ALADI2 y, posteriormente el Mercosur, constituir un frente común que les permitiera la defensa de los intereses del empresariado local. Eso podemos observarlo en las propias actas constitutivas de estos espacios de integración del capital. 

En esa línea, el discurso de la canciller argentina Diana Mondino llevó consigo la impronta de la construcción de un Mercosur “a lo Milei” basado en tres ejes:  uno financiero, otro normativo y el último relacionado con los mecanismos de negociación externa.

Con relación al primer eje, el gobierno de Milei propuso extender el ajuste que está aplicando sobre la clase trabajadora argentina al resto del Mercosur. ¿Cómo hacerlo? Mediante el desmantelamiento de la institucionalidad social del bloque, cuya construcción fue resultado de la organización y la presión de los pueblos de la región. Milei propone “analizar la eficacia” de las instituciones, y a la vez de reducir los fondos destinados por los Estados parte al Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM) que, recordemos, son fondos que se integran por los aportes de cada Estado y que son distribuidos conforme las necesidades de cada nación. El FOCEM es quizás uno de los logros más grandes que haya tenido el Mercosur y ha sido impulsado por Uruguay y Paraguay, con la intención de disminuir las brechas en términos de infraestructura entre los Estados. En Paraguay, el FOCEM ha servido para financiar gran parte de la infraestructura vial y otros proyectos de convergencia estructural sin necesidad de presentar contrapartida ni de reembolso al ser el país miembro con mayores necesidades de infraestructura y, por tanto, recibe el 48% del total de fondos para financiar proyectos. Actualmente, son 20 los proyectos que se financian con recursos del FOCEM, entre ellos se encuentran la pavimentación asfáltica en varios departamentos del país, recapado para las rutas 1 y 6, así como el proyecto Mercosur Yporá de saneamiento y acceso al agua potable para comunidades en situación de vulnerabilidad, entre otros.

Además de poner en cuestión la utilidad de las instituciones del Mercosur, particularmente, el Instituto Social, la canciller argentina abogó por liberalizar aún más las economías del bloque y simplificar los mecanismos de negociación de manera que, cada Estado pueda negociar de forma unilateral con cualquier otro bloque o potencia extranjera.  Esto ocurre en el marco del estancamiento de las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur y las intenciones del presidente uruguayo, Lacalle Pou, de avanzar hacia acuerdos de libre comercio con China y que, ahora durante su presidencia pro témpore, se comprometió con impulsar nuevamente.

A tres décadas del Mercosur, resultan evidentes dos situaciones: por un lado, que los intereses del empresariado local no expresan los intereses de la clase trabajadora, la más afectada por el discurso librecambista que articula espacios de integración como el Mercosur, en donde los acuerdos entre capitales implican la disminución de las capacidades del Estado para regular la actividad económica y garantizar derechos laborales, y, por el otro, que si bien en términos discursivos existen distancias entre los presidentes del bloque, en la práctica los une la idea de que la “libertad de empresa” es la “única herramienta” para terminar con el hambre y la pobreza. Curiosamente, esto es resultante de las lógicas que movilizan los intereses de la “libertad de empresa”. La libertad, parafraseando a Marx, ha existido siempre, pero no siempre de la misma forma. A veces ha existido como privilegio de unos pocos y otras, como derecho de todos. 

La crisis general por la que atraviesa el modo de producción capitalista a escala global empuja a los capitales (y a quienes los personifican) a rediseñar estructuras institucionales y políticas que hoy actúan como un corset para las necesidades de la acumulación de capital. Solo en esta línea puede entenderse cómo figuras tan distantes como lo son Lula y Milei pueden converger en la lectura de la salida a la crisis no sin matices, como es el caso de mantener la regla fiscal. Y matices en el sentido del rol que ocupa Brasil en el Mercosur como país hegemónico cuyos capitales locales requieren de la expansión del mercado a través del bloque, necesidad que lleva a incluir a Bolivia y abogar por la reincorporación de Venezuela al Mercosur. Estos espacios nacionales, así como lo es Paraguay, son territorios clave para el desarrollo de los capitales brasileños y la acumulación de ganancias a expensas de la clase trabajadora local y extranjera y también de la apropiación de los recursos naturales. 

Bajo cualquier forma y en cualquier circunstancia, si al capital le va bien, es seguro que a la clase trabajadora nos va muy mal.

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Referencias

1 Plataforma Paraguay Mejor Sin Libre Comercio.

2 Asociación Latinoamericana de Integración, creada en agosto de 1980 por el tratado de Montevideo.

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