lunes 16 de junio de 2025 - Edición Nº2385

Derechos Humanos | 11 oct 2024

Huracán; Y vulnerabilidad de trabajadoras del

Tempestad y lucha: las trabajadoras del hogar tras el huracán Otis

El huracán Otis no solo destruyó infraestructuras en Acapulco, un balneario en México, sino que también expuso la extrema vulnerabilidad de las trabajadoras del hogar.


Por: Blanca Juárez. Fuente: Agencia InnContext

Atrapada por el huracán en la casa de la familia para la que trabaja, Bertha de la Rosa Arellano rezaba para que su hija y sus nietas estuvieran a salvo en su vivienda de lámina. Y mientras consolaba a los niños que cuida, veía por la ventaba cómo afuera volaban pedazos de casas, negocios y hoteles. 

A once meses del huracán Otis, el más fuerte que ha tocado tierra en el Pacífico, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, miles de trabajadoras del hogar de Acapulco no han podido recuperar su empleo, no han recibido la indemnización de ley por despido, tienen menos días de trabajo o han debido aceptar salarios más bajos.

Las afectaciones que viven todavía las trabajadoras del hogar en el puerto de Acapulco, Guerrero, al suroeste de México, “son un reflejo vulnerabilidad en la que están siempre”, dice Marcelina Bautista, fundadora y directora del Centro Nacional para la Capacitación Profesional y Liderazgo de las Empleadas del Hogar (Caceh).

En el tercer trimestre de 2023, antes de que Otis entrara en Acapulco, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) reportaba 18.020 personas dedicadas al trabajo del hogar y de cuidado en esa ciudad. Para el primer trimestre de 2024 son 14.827. Es decir, más de 3.000 aún seguían desempleadas.

El cambio climático intensifica las sequías y lluvias, aumentando la vulnerabilidad de quienes ya se encuentran en situación de riesgo por motivos políticos, económicos o de género, comenta Christian Domínguez, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y el Cambio Climático (ICAyCC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).  

Después de la tormenta no salió el sol 

Después de la 9 de la noche del 24 de octubre de 2023, a tan sólo 92 kilómetros de distancia de la costa de Acapulco, Otis alcanzó su máxima intensidad, según el Informe de Ciclones Tropicales del NHC.

Con toda esa fuerza, a las 12 de la noche ya estaba dentro de la ciudad convertido en huracán categoría 5, la máxima en la escala de Saffir-Simpson. Las cifras oficiales reconocen a 50 personas fallecidas y 31 aún desaparecidas.

Han pasado los meses y Bertha de la Rosa entra a la playa por la calle Gonzalo Sandoval, una pequeña vía que se abre paso entre dos condominios. En ambos edificios hay departamentos que siguen desahabitados y destrozados. 

La mujer afromexicana se quita las sandalias, pisa descalza la arena y llena todo su ser del viento de la mar. Al exahalar dice: “pase lo que pase, Acapulco, siempre será majestuoso. Nada lo puede tumbar”.

Bertha de la Rosa llegó al puerto de niña, llevada por su madre desde Cuajinicuilapa, un municipio de la Costa Chica de Guerrero, zona de población afrodescendiente, a casi cuatro horas de Acapulco. Desde los 12 años de edad, en ese puerto que fue paradisico para artistas de Hollywood en los años 50 y 60, comenzó a trabajar en casas ajenas.

Ahora tiene 57 años y cuida a un bebé de año y medio y un nene de cinco años. “Ese día me tocó llevar a mis niños a la clínica del Seguro Social porque tenían cita”, dice. Volvieron a eso de las 8 de la noche, pero ella ya no pudo regresar a su casa, la lluvia era intensa.  

A las 6 de la mañana finalmente pude salir y todo estaba devastado. Caminó varios kilómetros directo a la casa de su hija, en la colonia Ciudad Renacimiento. En la calle había gente gritando, caminando con el agua hasta la rodilla y sorteando coladeras destapadas, postes de luz y muebles y cables eléctricos flotando. 

“Lo siguiente fue buscar comida y agua”, cuenta Violeta Vázquez, delegada de Caceh en Acapulco. “Después, en materia de limpieza, comenzó el trabajo pesado y nosotras no podíamos hacerlo, era quitar escombros en los condominios que quedaron hechos un cascarón. De hecho, teníamos prohibido entrar a esas zonas”. 

Pero luego vinieron los despidos. “A mi nieta, su patrona la despidió porque su departamento, que estaba más arriba del piso 10, quedó todo destruido”, dice Bertha de la Rosa. El alojamiento se ubica en la Acapulco Diamante, una de las zonas más exclusivas del puerto. 

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador dispuso recursos económicos para las familias más pobres de Acapulco y Coyuca de Benítez, otro municipio afectado por el huracán.

También, junto con las cámaras industriales y de turismo, enfocó apoyos para rehabilitar hoteles y comercios y así, los centros laborales pudieran volver a funcionar y las personas trabajadoras tuvieran ingresos económicos nuevamente.

Sin embargo, el centro laboral de las trabajadoras del hogar son casas particulares, muchas de ellas residencias de lujo, con más de dos personas a su servicio, que no pueden entrar en programas de apoyo gubernamental. 

“Probablemente al 20% de las compañeras que no perdieron el empleo le pagaron su salario o parte de él, aunque no fueran a trabajar. Las demás sobrevivimos con lo que nos dio el gobierno, que nos mandó refrigeradores, despensas, comida, agua”, cuenta Violeta Vázquez.

“El gobierno te va a ayudar”, les decían las personas empleadoras, agrega Bertha de la Rosa. “Y así se lavaron las manos”. Desde entonces, a muchas compañeras, informa, les han bajado el sueldo o les redujeron los días de trabajo y, con ello, también les pagan menos.

Después del huracán, Violeta Vázquez enfermó. Fue del susto, dice. “Me daban fiebres y era como si mi alma se hubiera escapado”. Le pidió a la empleadora tiempo para recuperarse, y como no contaba con incapacidad laboral porque la mujer no la inscribió al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) como es su obligación patronal, le solicitó mantener su salario o al menos una parte. 

La empleadora no aceptó, menos aún quizo pagarle una liquidación para terminar la relación de trabajo. Tampoco se inmutó cuando Violeta le dijo que llevaría su caso a las autoridades laborales. “De verdad no les importamos, me trató como si yo no existiera. Como si yo nunca hubiera existido”. 

Trabajadoras del hogar, en pie de lucha 

A las 8 de la noche del 24 de octubre de 2023, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) advirtió que Otis se había intensificado a huracán categoría 4, “se prevé que llegue a 5 antes de impactar en costas de Guerrero”, difundió.

Además, pronosticaba que el huracán ingresaría en la costa de Guerrero hasta el día 25 por la mañana, “con rachas intensas de viento, de 120 a 150 km/h”. 

La mayoría de los modelos meteorológicos fallaron, recapitula Christian Dominguez, del ICAyCC. “En menos de 24 horas, Otis alcanzó categoría 5 con vientos de más de 268 kilómetros por hora, por lo que el tiempo de respuesta se acortó”. 

Este fenómeno es inusual, dice la especialista en Meteorología Tropical. Y el cambio climático tuvo todo que ver en este evento que significó la mayor pérdida económica en 2023 a nivel global, según la Organización Meteorológica Mundial. Los daños económicos fueron estimados en 12.000 millones de dólares. 

Cada año, el fenómeno de El niño-Oscilación del Sur eleva la temperatura de la superficie del mar, lo que causa variaciones en los ciclones, explica la investigadora.

“Pero vivimos en un mundo más caliente”, dice Christian Domínguez, “1.5 grados más comparado con periodos en los que no había contaminantes”. El calentamiento global influyó en la intensificación de Otis y en que ocurriera inusualmente rápido.

La organización RacismoMx ha insistido en que nombrar a estos eventos como “desastre natural” es inadecuado, pues “las pérdidas no son inherentes o ‘naturales’ a los eventos relacionados con el clima, sino que son resultado de las desigualdades sociales y las vulnerabilidades preexistentes”.

Para Ángeles Cruz, de RacismoMx, “en este tema se cruza el género”, pues son las mujeres quienes tienen menos ingresos para prevenir y luego, reponerse de los daños. 

Con el cambio climático, todas las amenazas que sí son naturales, como los ciclones, “van a ser potencializadas”, dice Christian Domínguez. “En el curso de la naturaleza hay huracanes, pero los hemos agravado”.

Marcelina Bautista, una de las líderes históricas del movimiento de trabajadoras del hogar en México y América Latina, apunta: “si miramos la situación que vivían las trabajadoras del hogar antes de Otis, podremos ver que ellas son una de las poblaciones que más afectadas saldrán ante cualquier fenómeno de la naturaleza”. 

Esto pasó en Guerrero, dice Violeta Vázquez, “pero puede pasar en otro estado. Por eso es importante que las personas empleadoras cumplan sus obligaciones con nosotras, las trabajadoras del hogar”, en cuanto a salarios, jornadas laborales y seguridad social.

La pobreza laboral en la que viven, dice Violeta, las pone en mayor riesgo. “La cultura ya tiene que cambiar, nos tienen que respetar. Y nosotras no vamos a quitar el dedo del renglón, seguiremos en lucha hasta conseguirlo”.

“Este artículo fue producido con el apoyo de Agencia de Noticias InnContext”  

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