

Por: Ramiro Quintanilla.
Las redes sociales resignificaron un problema viejo que toma nuevos alcances y magnitudes como la desinformación, profundizando las consecuencias en la sociedad.
Ahora, estar desinformado no es estar fuera de la circulación como se podía decir hace 25 años. Ahora, estar desinformado es estar perdido en el medio de la gran cantidad de contenido existente y no tener las herramientas para corroborar su veracidad.
La realidad amplía las consecuencias: hay noticias verdaderas que parecen chiste, y otras noticias falsas que simulan ser reales en base a la producción que tienen encima y el capital que permite que circulen sin límites.
Además, las empresas de redes sociales decidieron correrse del problema de la desinformación, prefiriendo ampliar ganancias antes que tomar una postura ética al respecto.
Un claro ejemplo fue la decisión de Meta de eliminar los verificadores de datos y las restricciones de contenido, comunicada por Mark Zuckerberg en enero. De esta manera, los usuarios quedamos aún con menos herramientas ante la desinformación y la manipulación en línea.
Al respecto, conversamos con Lucía Camacho, coordinadora de Políticas Públicas de Derechos Digitales, una organización de alcance latinoamericano que tiene como objetivo fundamental el desarrollo, la defensa y la promoción de los derechos humanos en el entorno digital.
Indicó que frente a la decisión de las empresas de redes de dar de baja los verificadores de datos, y las limitaciones de los estados y las normativas para controlar las noticias falsas, existen buenas prácticas de verificación adoptadas por verificadores expertos e independientes y prácticas que cualquiera puede aplicar entre utilizar en el consumo de contenidos habitual.
Sobre el primer grupo señaló que entre las mejores prácticas de verificación, adoptadas por medios verificadores independientes, se encuentra:
Pero ante este contexto, por «la insuficiencia de las medidas para abordar el rol y las obligaciones de ciertas plataformas que favorecen especialmente la difusión de la desinformación y donde los esfuerzos de verificación llegan con dificultad, como las redes de mensajería como WhatsApp, o Telegram», apelar a lo que se denomina alfabetización mediática parece ser la opción más válida.
«Estas prácticas transitan por el consumo de noticias y medios que ofrezcan miradas comparativas y corroboradas de un hecho o suceso; así como por adoptar una mirada más escéptica por lo que consumimos particularmente en redes sociales» indicó Camacho.
Sumado a lo anterior, señaló que es frecuente que los usuarios privilegiemos el consumo de noticias que se alinean a lo que pensamos, y eso nos encierra en una suerte de «cámara de eco» que refuerza lo que creemos sin que los contenidos que consumimos nos hagan cuestionarnos a nosotros, nuestros prejuicios o ideas.
«Avanzar en la alfabetización mediática de la ciudadanía no es una tarea simple. Se requiere de un entorno mediático fuerte, rico y diverso, el cual está cada vez más amenazado en nuestros países por la crisis del modelo de negocio de los medios tradicionales y los nuevos medios digitales, entre otros aspectos» profundizó.
A su vez, aclaró que hay que acompañar con medidas específicas a audiencias críticas como las juventudes en este contexto.
«En redes sociales como TikTok, aparecen contenidos de formato corto, donde el lenguaje, la velocidad y la extensión de la verificación todavía no se ha transformado del todo para ser igualmente atractiva para las audiencias» explicó.
Por último concluyó que «desde Derechos Digitales consideramos que la alfabetización mediática de la ciudadanía no debe en todo caso ser un proceso que se delegue en exclusivo en manos de las personas, el Estado debe proveer las condiciones para informar y acompañar pedagógicamente ese proceso. Así como respaldar y apoyar al ecosistema mediático y sus trabajadores para que en conjunto avancemos como sociedad a un entorno informativo más íntegro, saludable y robusto».
Hace algún tiempo, Unicef Argentina realizó la campaña #VerificáAntesDeCompartir.
En ellas propone prácticas que podrían incluirse dentro de la alfabetización mediática como:
Previo a la decisión comunicada en enero de quitar los verificadores de datos Meta trabajaba para disminuir la circulación de desinformación en sus redes sociales.
Lucía Camacho nos explicó que en 2016, la empresa de Zuckerberg inición un Programa de Verificación Independiente. De esta manera, se había comprometido a financiar y apoyar los esfuerzos de chequeadores o verificadores aglutinados y ordenados por la Red Internacional de Verificadores, que tienen lineamientos para hacer su trabajo de manera rigurosa, comprobable y metodológicamente transparente.
El programa resultaba positivo pese a que surgió como una acción de la compañía para tomar en serio las acusaciones de haber interferido en la primera elección de Trump y en la campaña a favor del Brexit amplificando en cada una la desinformación.
«La compañía por mucho tiempo se enorgulleció de esto, y era algo que la distinguía en comparación con otras empresas de redes sociales como X» indicó Camacho.
Sin embargo, con los anuncios de enero se quitó ese programa y por ejemplo en 2024 dieron de baja a Crowdtangle, la herramienta que permitía a los verificadores independientes y a investigadores investigar las dinámicas de la desinformación, las audiencias que consumen esos contenidos, y sus propagadores. Antes habían disminuido los fondos para la sostenibilidad de ese programa.
Con los nuevos anuncios de la empresa de redes sociales, «la lucha contra la desinformación no será más una prioridad, por lo que es esperable que contenidos de esa naturaleza se propaguen y circulen más abiertamente, pese a los esfuerzos de los verificadores que, en todo caso, no dan abasto para poner un freno a ese fenómeno» explicó Camacho.
Ante esa eliminación Meta instaurará en sus plataformas el modelo de “Notas Comunitarias”, que buscan delegar en la sabiduría popular la tarea de agregar contexto a ciertas noticias y contenidos de interés, y que es usado por X.
«Sin embargo, es un modelo problemático pues es fácilmente manipulable por la acción coordinada y masiva de grupos que decidan, por ejemplo, hacer que una noticia verídica tenga una Nota Comunitaria que sugiera datos erróneos o completamente falsos«, concluyó la especialista.