

Por: Agencia Pressenza
(Imagen de Cambio de Michoacán)
Pressenza conversó con Guillermo Sullings, quien nos adelanta parte de su presentación:
Pressenza: ¿En qué consiste la Economía Planetaria Humanista?
Guillermo Sullings: Durante mucho tiempo los humanistas hemos investigado y elaborado propuestas para poder construir un nuevo modelo de sociedad en el que el ser humano sea el valor central; lo hemos hecho en diversas áreas, y la economía ha sido una de ellas.
Podríamos sintetizar algunas de las conclusiones diciendo que una economía antropocéntrica será aquella en la que la riqueza se distribuya de modo más equitativo, para garantizar la calidad de vida de todos los seres humanos sin excepción, pero mediante un tipo de desarrollo productivo que no deprede el medio ambiente, impulsado por un nuevo sistema financiero en el que ya no haya lugar para la usura y la especulación.
Sería muy largo enumerar y explicar aquí todas las propuestas, pero quisiera destacar que, en un mundo totalmente interconectado, estas propuestas no pueden concebirse para un país aislado, sino que necesariamente deben ser políticas globales.
Las políticas económicas transformadoras deben tener un alcance mundial para que sean efectivas, porque hoy los problemas son globales y la solución también debe serlo, por eso hablamos de una Economía Planetaria.
Unas décadas atrás, cuando el proceso de globalización económica cobraba fuerza, los humanistas preferíamos hablar de la necesidad de una mundialización, que tenía que ver con el intercambio y la complementación entre los pueblos en sentido amplio, mientras que la llamada globalización, no era más que la internacionalización y expansión del Gran Capital, explotando a las poblaciones, manipulando gobiernos, depredando el planeta y multiplicando la especulación financiera.
Y precisamente lo que hoy está en crisis es esa globalización, pero la solución no es el retroceso a los nacionalismos y el proteccionismo; la solución es avanzar en la mundialización, como proceso de integración entre los pueblos, y el resultado de eso a nivel económico será la Economía Planetaria Humanista, coordinada por un acuerdo solidario entre naciones.
Todo esto suena a una utopía, y eso no está mal porque las utopías movilizan a los pueblos, pero también digamos que es una necesidad, porque no hay modo de torcer el rumbo destructivo de la economía actual si no es por un acuerdo entre todas las poblaciones.
Pressenza: ¿La utopía ya está en marcha?, ¿De qué manera?
G.S.: Existen numerosos proyectos en marcha que son totalmente afines con la concepción humanista de la economía, cooperativas de trabajo, Economía Circular, Renta Básica Universal, Economía del Decrecimiento, Economía Mixta, Economía del Buen vivir, Desarrollo sustentable, Banca sin Interés, y tantos otros impulsados por gente con visión transformadora.
Y no tengo dudas de que todas esas iniciativas irán convergiendo en un proyecto mundial en la medida que las poblaciones sientan la necesidad de cambiar este modelo económico individualista, violento, excluyente y depredador, y eso será cuando las crisis provocadas por dicho modelo se vuelvan inmanejables.
Porque la utopía anida no solamente en el corazón de quienes ya están poniendo en marcha proyectos alternativos al sistema actual, sino también en amplios sectores de la población, que varias veces han salido masivamente a manifestarse exigiendo cambios radicales, y volverán a hacerlo con cada vez más frecuencia, toda vez que las mentiras de este sistema inhumano queden expuestas en nuevas y peores crisis.
Pressenza: ¿Cuáles son las condiciones del contexto actual para esta utopía?
G.S.: La evolución histórica no es lineal, hay avances y retrocesos, pero en el largo plazo esa evolución es inexorable.
Actualmente pareciera ser que el avance de las ultraderechas en el mundo no son el mejor escenario para las transformaciones económicas de las que hablamos, ni mucho menos para una colaboración internacional que las motorice.
Pero este contexto actual, que en buena medida es consecuencia del fracaso de una globalización que, como decíamos antes, fue diseñada para el exclusivo beneficio del capital acumulado y depredador, puede cambiar rápidamente, ya que las fuerzas reaccionarias que aprovecharon el descontento popular para posicionarse en el poder, no sólo no resolverán los problemas de la gente, sino que los agudizarán y acelerarán la crisis terminal del sistema.
Y cuando esa crisis se aproxime, esa utopía que parecía dormida en el corazón de los pueblos, saldrá a la superficie para exigir un cambio sustancial y definitivo del sistema económico, y en ese momento será imprescindible que haya referencias claras de proyectos transformadores.
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