lunes 16 de junio de 2025 - Edición Nº2385

Derechos Humanos | 14 may 2025

Paraguay; Semana Laboral de 40 Horas

Sobre la semana laboral de 40 horas en Paraguay

En estos días (mayo 2025) se está llamando desde el Parlamento paraguayo a una consulta pública sobre un proyecto de ley presentado por un senador nacional que tiene la intención de establecer la semana laboral de 40 horas.


Por: Víctor Báez Mosqueira. Ex Secretario General de la Confederación Sindical de las Américas CSA

En estos días (mayo 2025) se está llamando desde el Parlamento paraguayo a una consulta pública sobre un proyecto de ley presentado por un senador nacional que tiene la intención de establecer la semana laboral de 40 horas.

Sería un cambio luego de 89 años, de ser sancionada dicha ley, ya que la jornada laboral de 8 horas diarias fue legalizada en 1936 y, desde el primer código laboral, en Paraguay rige la semana de trabajo de 48 horas.

A todas luces, desde el punto de vista de los trabajadores y de otros sectores sociales, la intención del legislador es positiva y hay que apoyarla, pero para posibilitar que ese derecho realmente tenga vigencia, hay que ver el árbol y el bosque en su conjunto.

Fundamentaciones históricas

Todo el mundo sabe que la lucha por la jornada de 8 horas empezó en el siglo XIX y que la resistencia de los empleadores y los gobiernos llevó a muchos dirigentes sindicales de la época a ser presos y hasta ejecutados. Tal es el caso de los Mártires de Chicago, en cuyo homenaje se estableció, en un congreso socialista, en París, en 1889, cada 1 de mayo siguiente como día de huelga universal hasta lograr ese derecho.

La acción represiva de los empleadores y de los gobiernos se basaba en el argumento oficial de que esa reducción de las horas de trabajo llevaría a las economías de los países y de las empresas a la quiebra. Pero se fue implementando poco a poco y, al contrario de lo que vaticinaban los agoreros del desastre, las consecuencias fueron muy positivas para la economía y ellas sirvieron de base para el progreso social.

El primer gobierno que aprobó la vigencia de la jornada de 8 horas fue el francés, en 1906, para el sector de los correos, teléfonos y telégrafos.

Después de la I Guerra Mundial, en un mundo empobrecido por el modelo económico imperante y por el mismo conflicto, se fundó la Organización Internacional del Trabajo, cuyo primer Convenio (1919) aprobó la jornada laboral de 8 horas como legislación para todos los países miembros, la cual fue ratificada progresivamente por cada vez más países.

La recesión de 1929 que afectó al mundo se debió al modelo económico ultraliberal que imperaba y que trajo como consecuencia al fascismo, al nazismo y a la II Guerra Mundial.

John Maynard Keynes visualizó la semana de 15 horas de trabajo

En el año 1930, Keynes, un economista inglés que se hizo conocido por sus propuestas para salir de la recesión del 29, presentó un ensayo titulado “Las posibilidades económicas de nuestros nietos” en el cual vaticinaba que dentro de 100 años (o sea en el 2030), se necesitaría trabajar solamente tres horas por día (en total quince horas semanales) para satisfacer las necesidades. Se basó en el progreso tecnológico y el aumento sostenido de la productividad.

El hecho de que esa predicción no se haya cumplido, sino que la clase trabajadora necesite laborar cada vez más, se debe a que hay una concentración excesiva de la riqueza en manos de cada vez menos personas.

Al respecto, Jeffrey Sachs, conocido economista norteamericano, dijo en 2019 que unas 2000 personas retienen el 10 por ciento del Producto Bruto Mundial que se calcula que en el 2024 fue de 110 billones de dólares. En otras palabras 11 billones de dólares son retenidos por 2000 personas, mientras que existen más de 800 millones que pasan hambre en el mundo.

Otro economista muy leído, Ladislao Dowbor, quien enseña en universidades brasileñas, hace el siguiente ejercicio: distribuye a la población mundial en grupos de cuatro personas (2 mil millones cada uno.)  Divide el PIB Mundial por dicha cifra y ese resultado lo vuelve a dividir por 12, para saber cuánto recibiría cada grupo en cada mes del año. El resultado es poco más de 4.500 dólares por mes.

Estos dos ejemplos dejan muy claro que los problemas sociales, políticos  y económicos no son causados por quienes viven de su trabajo,  sino por  la desmedida acumulación de la riqueza en manos de una pequeña élite.

Temas a considerar que están relacionados

Repetimos que hay que apoyar la reducción de las horas de trabajo semanal en Paraguay, por las consecuencias positivas en lo económico, social, laboral y hasta en la calidad de vida de la gente. Pero hay que tomar en cuenta que la jornada de 8 horas lleva décadas sin ser respetada por la gran mayoría de los empleadores, con la complicidad del gobierno.

Una de las causas es el escaso número de inspectores de trabajo, lo cual redunda en la casi nula vigencia de los derechos laborales.

En junio del 2024, la Comisión de Expertos de la OIT ya llevó al gobierno de Paraguay al banquillo de los acusados, en la Comisión de Normas, por este motivo. Ese prestigioso grupo alegó que en Paraguay no había más que 19 inspectores del trabajo, 13 de ellos ubicados en Asunción y el departamento Central y los otros 6 en dos departamentos más. Los 17 restantes no tenían un solo inspector del trabajo.

Tampoco es menos importante considerar la vigencia de los derechos individuales reconocidos en las leyes, como en este caso la jornada de trabajo, en relación a los derechos colectivos que son los de organización en sindicatos,  contratación colectiva  y  huelga.

La vieja política de la dictadura continúa vigente: se reconocen los derechos individuales, pero no se permite la organización sindical que defienda a los trabajadores/as, tampoco la contratación colectiva y mucho menos se tolera la huelga. En suma, se deja al trabajador/a, sin la protección de los derechos colectivos, solo/a frente al poder omnímodo de los patrones y del Estado, con el agravante de un poder judicial que deja mucho que desear.

Como ejemplo, en Paraguay ya hubo 32 horas semanales de trabajo, como resultado de la negociación colectiva. Fue en el sector bancario, en la época en que los sindicatos de ese sector eran fuertes. Eso no disminuyó las multimillonarias ganancias patronales. Una vez que la acción patronal y la inacción de ciertos dirigentes sindicales del sector diezmaron al sindicalismo de  bancario, fueron aumentando las horas de trabajo, las cuales no tienen límites, hoy por hoy.

La tercerización fue otro factor que influyó negativamente.

Las ventajas de la reducción de horas semanales trabajadas

No se necesita ser adivino para prever la oposición a esta iniciativa por parte de sectores empresariales y de los grupos más radicalizados de la política criolla. Sin embargo, es bueno resaltar que hay varios países que ya han reducido las horas semanales de labor y otros que están en ese proceso. En mérito a la extensión de este artículo,  vamos a centrarnos en América Latina, porque en Europa, en países como Alemania, el sindicato metalúrgico ya ha negociado la semana laboral de 28 horas, bajo ciertas circunstancias, en 2018.

En América Latina, Venezuela y Ecuador ya han reconocido legalmente las 40 horas. Países como Chile y Colombia están bajando las horas de trabajo de forma gradual y en Brasil se trabaja 44 horas semanales desde hace tiempo. En Uruguay, el sector de comercio trabaja 44 horas. Muchos contratos colectivos reconocen incluso menos cantidad de horas a ser trabajadas, conservando el salario o mejorándolo.

Toda la experiencia indica que esta reducción de las horas de trabajo, siempre que sea respetada por los empleadores y gobiernos tiene consecuencias muy positivas. Aunque parezca contradictorio, está demostrado que aumenta la productividad y eficiencia, reduce el ausentismo y mejora el rendimiento general. También trae beneficios sociales significativos, crea más puestos de trabajo formal, reduce el desempleo y la informalidad, al tiempo que fomenta un mayor equilibrio entre la vida laboral y familiar.

Hoy se habla y se comienza a experimentar inclusive con la semana laboral de cuatro días, en países como Islandia, Nueva Zelandia y Japón. Que no vengan con el cuento de que no podemos reducir el horario porque somos un país pobre, porque lo que realmente empobrece al Paraguay es el favorecimiento a las élites privilegiadas.

La condición para que la semana de 40 horas beneficie económica y socialmente a nuestra gente es su vigencia real, que su reconocimiento no quede en el papel. Para que su aprobación sea positiva, deben estar vigentes los derechos colectivos ya citados, el gobierno debe tener un sistema de control insobornable para que la norma sea respetada en todo el país, no olvidando que es impostergable una justicia independiente, pronta y accesible.

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