Por: Mónica López Ocón

Vila-Matas. Foto: Gentileza.

En este libro, el escritor español revisa su biblioteca mental para dar cinco miradas sobre la pérdida de la razón, que van desde Laure Adler a Erasmo de Rotterdam.

Vila-Matas vive intoxicado de literatura. Padece esa enfermedad a la que le dedicó todo un libro: el mal de Montano, una adicción incurable a la letra escrita.

Los lectores argentinos quedamos deslumbrados hace muchos años con Bartleby y compañía, un libro que ya tiene una referencia literaria en el título, ya que Bartleby es un dependiente creado por Herman Melville, ése que ante ciertas propuestas contestaba “preferiría no hacerlo”.  Ese libro deslumbró, entre otras cosas, por su audacia formal: se trataba de una serie de notas a pie de página que tenían valor per se, porque el texto no existía.

Desde entonces, Vila-Matas ha escrito mucho y siempre basado en la certeza de que, por lo menos para él, la literatura es una experiencia de vida y no un agregado ficticio a la vida que solemos llamar “real”.

Esta aclaración sobre quién es Vila-Matas apunta a destacar que no se trata de un antólogo aplicado, sino más bien de un  antólogo  que padece de una adicción incurable, quizá podría decirse que sufre  una suerte de locura por la literatura.

Cinco miradas sobre la locura (Ed.Gris Tormenta) es algo más que una breve antología sobre textos dedicados a la locura. Es una antología realizada por Vila-Matas sobre la locura, lo que cambia significativamente las cosas.

“Estamos todos tan necesariamente locos –comienza diciendo Vila- Matas- que no estarlo sería otra forma de locura. Por eso, porque ningún libro ha escapado jamás del desvarío general, los candidatos a ser elegidos para esta antología han sido todos los libros que existen, sin excepción.

Y agrega: “En contra de lo que pueda parecer, dejarlo todo en cinco libros no ha sido difícil. Me guié por el orden de aparición de los cinco títulos que primero vinieron a mi mente: todos relacionados con hilos extraviados de mi pasado, con la historia o biografía de mi locura propia, concepto paralelo a aquel de muerte propia que acuñara Rilke.

Vila-Matas, un antólogo sui generis

El texto que abre el libro de Vila-Matas está constituido por fragmentos de El Pabellón número seis, de Anton  Chejov. Se trata de un cuento en el que la locura es un tema explícito.

“Las condiciones miserables –acota Vila Matas sobre el texto- y los sucesos narrados reflejan algunos problemas sociales y filosóficos que el autor presenciaba en su época –y que resuenan en la actualidad”.

Las descripciones de Chejov de aquel establecimiento miserable le devuelven la identidad perdida a esos locos que residen en un espacio en que la pobreza y el abandono lo unifica todo. Este abandono es en sí mismo un rasgo de cómo se concebía –y tal como dice Vila-Matas- se sigue concibiendo la locura en algunos casos: como molesta irrupción de comportamientos que no encajan con la sociedad, razón por la cual, no habiendo, según parece, nada más importante que hacer, los mejor es construir una suerte de depósito de locos donde puedan estar sin molestar al resto de la sociedad.

El segundo de los textos seleccionados por Vila-Matas es de Miguel de Cervantes y se trata de fragmentos de El licenciado Vidriera y está tomado de Novelas ejemplares, libro que se publicó en Madrid en 1613.

No sorprende que Vila-Matas haya elegido un texto de Cervantes creador del loco más loco y, a la vez, más cuerdo de toda la literatura: Don Quijote. Aquí el protagonista es Tomás Rodaja que a los once años abriga el deseo de estudiar. Luego de diversas peripecias consigue instalar su buen nombre y dedicarse al estudio. Es entonces cuando conoce a una dama.

En un momento dado, quizá por haber sido envenenado, dice ser de vidrio, se hace llamar el licenciado Vidriera y se aísla por temor a romperse con el roce.

 Quizá Vila-Matas haya tomado este texto como una demostración de la fragilidad del ser humano que, implica, sobre todo, la fragilidad del equilibrio que lo coloca del lado de “la normalidad “ o de la locura.

El tercero de los textos elegidos por Vila- Matas es de Lore Adler (1950), productora de radio y televisión, escritoras y periodista y biógrafa de Simone Weil, Hannah  Arendt y Marguerite Duras.

El texto seleccionado está referido al encuentro casual entre Adler y un texto de Duras que la conmueve. Ella  está viviendo un período turbulento de su vida y busca acercarse a la autora.

En breve texto seleccionado por Vila-Matas Adler cuenta sobre el narcisismo de Duras, su convulsionada relación con la literatura y la realidad. “La vida de Marguerite se ha convertido en una novela”, dice Adler en un momento.

Lo que demuestra que la locura no siempre es esa manifestación que conduce a la internación, sino parte de algunos períodos particulares de la vida, producto de la mala relación entre el escritor y su obra, el miedo al fracaso  o la desesperada necesidad de autoafirmarse a través de la escritura.

“Visto de cerca nadie es normal” dice una conocida frase. Y tal vez el caso de Duras seleccionado por Vila-Matas sea  una muestra palmaria de esta afirmación-

A estos textos le siguen un fragmento del famoso Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam y de Rem Koolhass que habla sobre la forma en que Dalí y Le Corbusier conquistan Nueva York, cada uno a su manera pero ambos guiados por una ambición colosal. Los fragmentos elegidos por Vila-Matas en este caso provienen del libro Delirio de Nueva York.

Si algo puede decirse de la antología sui generis de Vila-Matas es que la locura no siempre responde a su imagen más tradicional: la de quien dice o hace actos que no figuran entre los permitidos por la sociedad y, en consecuencia, debe ser aislado de ella.

También la egolatría desmedida y el deseo de trascendencia pueden convertirse en una locura casi invisible para la mayoría y, muchas veces, hasta bien vista. Al menos, Vila-Matas las pone bajo su mirada y muestra cuántas locuras pueden realizarse sin ser considerado un loco. En este sentido, todos tenemos, en mayor o menor medida, algo de locos.