sábado 21 de junio de 2025 - Edición Nº2390

Derechos Humanos | 21 may 2025

Se Estigmatizan Conflictos.

Lucio Cuenca, director del OLCA: «Normalmente se estigmatizan los conflictos

Lucio Cuenca, director del OLCA: «Normalmente se estigmatizan los conflictos, mientras que para nosotros dinamizan el fortalecimiento de los actores sociales frente al Estado y las trasnacionales»


Por: David Meléndez Tormen. Fuente: Agencia Pressenza

Lucio Cuenca- (Imagen de https://www.rightsofnaturetribunal.org/)

Pressenza: Primeramente, cuéntanos qué es el OLCA. Miré el sitio web y veo una organización con acciones y acompañamientos en distintos escenarios de conflictos ambientales, y con alianzas con otras organizaciones y colectivos. ¿Cómo y desde cuándo lo hacen?

Lucio: El OLCA es un proyecto de trabajo que viene de mediados de los 90 porque veíamos que el modelo neoliberal, incluso ya en los años 80, estaba generando una sobreexplotación de los bienes y recursos naturales, y que esto se iba a cruzar con una serie de demandas sociales y de derechos humanos.

También ya estaba ocurriendo una destrucción de ecosistemas, por ejemplo con el sector forestal y los monocultivos. Todo además coincidiendo con un contexto internacional en que las mineras aprovecharon los cambios institucionales que se dieron en dictadura para ampliar y privatizar esos recursos en nuestro país. Y eso ya estaba generando rechazo en varios actores de la sociedad civil. Nos propusimos generar debate y hacer seguimiento a ciertos conflictos y sistematizarlos, acompañar a esas organizaciones para generar propuestas sobre esos problemas. Tempranamente nos dimos cuenta de que el caso de Chile no se podía encasillar en ninguna de las escuelas de gestión socioambiental que se impartían desde el Norte y que había que hacer una propuesta latinoamericana y para nuestro país. En esa primera etapa vimos que los conflictos socioambientales se daban en Chile en un contexto muy desigual, de mucha injusticia, de una enorme carencia de institucionalidad. Y en contraposición a eso, grandes poderes empresariales, Estados que impulsaban y profundizaban la agenda extractivista, y por lo tanto nosotros nos ubicamos en el carril de los actores más débiles. No pretendimos nunca ser una entidad mediadora o solo sistematiza, sino que nos dimos cuenta que las propuestas que se imponían estaban destinadas al fracaso, y que temas como el fortalecimiento de la democracia, hacer una apuesta real por un camino de protección de la naturaleza y de los territorios de manera más efectiva pasaban por reforzar los procesos comunitarios y ver en ellos una oportunidad.

Normalmente se estigmatizan los conflictos, mientras que para nosotros es todo lo contrario: dinamizan procesos a nivel social que permiten que la gente acceda a un mayor nivel de información y adquiera más conciencia acerca la necesidad de proteger su territorio, su entorno, y también fortalece la autorrepresentación de los actores sociales frente al Estado. Para nosotros los procesos de conflicto tienen esas virtudes, que en tiempos normales son procesos que se dan también, pero de manera más lenta. Lo que en tiempos normales se daría en 10 años, en tiempos de conflicto se da mucho más rápido, por la necesidad de defender su espacio. Para eso fuimos desarrollando una serie de instrumentos y metodologías de trabajo. También nos fuimos incorporando a los debates político-ambientales del país, haciendo seguimiento a ciertas políticas y legislaciones, y además entendiendo que necesitábamos generar un actor político-social que en Chile no existía. Para alguna gente eso se podía traducir en un partido político; nuestra opción más prioritaria es fortalecer el movimiento social desde una perspectiva socioambiental y fortalecer actores en ese campo, creando articulaciones que permitan dar proyección en el tiempo a estos procesos.

En eso llevamos ya algunos años, con momentos más difíciles debido a las condiciones políticas y momentos en que los conflictos ambientales están más a flor de piel en la opinión pública. Hay procesos que avanzan más rápido que otros. Hemos acompañado conflictos de larga data que han marcado la agenda pública nacional: durante muchos años apoyamos a la comunidad de Mehuín, en la costa de San José de la Mariquina, cerca de Valdivia, en el conflicto entre sus pescadores artesanales y la comunidad mapuche frente a la Celulosa Arauco, que pretendía verter sus desechos a la bahía que está frente a Quillahue. Se trata de un conflicto que ya lleva varios años y sobre el que todavía no hay una resolución definitiva, pero que ha mantenido durante casi 20 años a una comunidad empoderada y vigilante de su territorio, desde el inicio su inicio en 1996.

También desde el 2001 estamos involucrados acompañando a la comunidad del Valle del Huasco, ante el proyecto Pascua Lama, que tras más de 18 años de conflicto es uno de los pocos proyectos mineros de gran escala que se ha logrado cerrar en una etapa temprana. Aunque han surgido nuevos intereses de esa misma empresa, hasta ahora se ha logrado mantener protegido ese territorio. También en el norte, en el 2010, participamos en el apoyo a una comunidad cerca de Copiapó frente a un megaproyecto de termoeléctrica a carbón, la más grande de Latinoamérica, que pretendía construir el multimillonario brasileño Elke Batista. Tras 4 o 5 años lograron sacarse ese proyecto de encima. Y haberlo echado abajo gatilló en ese grupo empresarial una crisis que lo tiene hasta el día de hoy sin poder reponerse, por los distintos intereses que estaban cruzados en su negocio.

Pressenza: Eso implica recursos para traslado, coordinaciones, publicaciones, etc. ¿Cómo se financia el OLCA?

Lucio: Nosotros somos un grupo de profesionales de distintas áreas que conformamos el directorio del OLCA y que articula todo el trabajo que te estaba describiendo. Pero también, por su rol de generador de información y alianzas, tiene un entorno bastante amplio de colaboradores y colaboradoras. El tema de los recursos es más amplio que solo el financiamiento económico. Por ejemplo, tenemos una red de microdonantes, de socios, que todos los meses nos depositan una donación que no es muy significativa en relación al presupuesto del OLCA, pero sí nos permite tener cubiertos los gastos fijos (arriendo, servicios, cosas de ese tipo). Y por otro lado, tenemos una decisión política de no postular a fondos nacionales ni empresariales porque resguardamos nuestra autonomía respecto a las coyunturas y las distintas situaciones que ocurren en estos procesos de conflicto.

Nos parece muy importante cuidar la relación de confianza que las comunidades establecen con el OLCA: que sea lo más diáfana y transparente posible, y no esté intermediada por intereses que tengan que ver con nuestra sostenibilidad económica. Preferimos postular a fondos internacionales y ahí hemos tenido a lo largo de los años distintas fuentes. Sobre todo, la cooperación europea. De hecho, el Observatorio nace como parte de una iniciativa de la cooperación holandesa, pero luego se abre a la cooperación de otros países europeos. Cuando Chile deja de ser prioridad para la cooperación, exploramos estrategias de articulación a nivel latinoamericano que nos permitieran acceder a esos fondos y, además, a iniciativas filantrópicas que no estén ligadas al mundo empresarial pero que apuestan por el fortalecimiento de la sociedad civil y proyectos relacionados con la transición energética, de la crisis climática, de los esfuerzos que se están haciendo en el mundo para salir de la crisis en que nos encontramos en la actualidad.

Pressenza: Y eso se nota en el nombre: “Observatorio Latinoamericano”, ¿no?

Lucio: Claro, el Observatorio siempre se ha insertado en un proceso latinoamericano y genera procesos en nuestra región de articulación a nivel temático. Por ejemplo, hemos participado en iniciativas que tienen que ver con la protección de las semillas nativas y la resistencia al uso de los plaguicidas y los transgénicos, hemos sido impulsores de la organización de comunidades locales en lo tocante a proyectos mineros en sus territorios… Hoy día estamos participando de una articulación de distintos países en relación al tema de las inversiones chinas, que se han transformado en un actor super relevante para la región y para el mundo, sobre todo con la crisis de los aranceles creada por el gobierno de Donald Trump. Entonces nuestro aporte sería mucho más menguado y estrecho si no trabajásemos en articulación con otras organizaciones internacionales y latinoamericanas.

Y porque también creemos que la salida a la crisis de la globalización y sus dependencias económicas pasa también por mayores niveles de integración regional en América Latina. No solo porque nos parecemos a nuestros vecinos, sino porque también vemos que unidos somos más fuertes.

Pressenza: Estaba pensando la otra vez, a propósito del día de las Glorias Militares, que qué sensato sería avanzar hacia el sueño de Bolívar, sobre todo en la coyuntura actual, que claramente va en dirección neocolonialista. Saltar por encima de los nacionalismos artificiales que nos han impuesto desde la escuela básica.

Lucio:  Sí, tiene que ver con la colonización y los derivados en la historia. Hoy día a veces uno no se logra explicar las decisiones de nuestros gobernantes que profundizan la dependencia, que resuelven problemas de los países industrializados y no nuestros problemas, que es lo que estamos viviendo hoy con la transición energética. El gobierno actual la presenta como una gran oportunidad para poner a Chile en niveles de país desarrollado y que, por lo tanto, la crisis ecológica permitiría ampliar la economía chilena. Pero, ¿qué trae esa definición política? Más dependencia. O sea, eso trae TPP, trae acuerdos profundizados con la Unión Europea, acuerdos renovados con China y con Canadá…. Todo eso genera profundización del extractivismo. Analizando específicamente este gobierno, hay un abandono programático tras haber planteado cambiar la matriz productiva y salir, justamente, de la economía extractivista.

Pressenza: ¿Cómo explicas tú un giro de esa magnitud por parte del gobierno de Boric?

Lucio: Yo creo que han primado miradas de muy corto plazo, ante presiones de los sectores más conservadores en el mundo y también al interior de nuestro país, que lograron después del Rechazo a la propuesta constitucional de la Convención imponer prioridades que son reales pero que no necesariamente en una sociedad como la chilena debieran ser la principal preocupación.

Se ha aprovechado el manejo de la percepción ciudadana para imponer medidas conservadoras. Por un lado, la necesidad de ampliar la base de apoyo político a las reformas impulsadas por el actual gobierno, traer al gobierno concepciones neoliberales que venían de los gobiernos de la Concertación y también una mirada muy cortoplacista del Frente Amplio sobre cómo administrar el estado y darle una perspectiva más autónoma. Y sobre todo no profundizar las relaciones de dependencia y las posturas extractivistas en el ámbito económico. Pero bueno, ellos tendrán que dar sus explicaciones, pero me parece que negociarlo todo antes de que se presenten los proyectos de ley en el Parlamento demuestra una forma de hacer política que deja al margen a la sociedad civil en el proceso de toma de decisiones. Entonces todo ese compromiso de democratizar y aumentar la participación popular tempranamente el gobierno lo abandonó. Y se hizo parte de las agendas que ya venían. Por ejemplo, yo recuerdo que, dentro de los temas que nosotros seguimos, claramente el gobierno se embarcó en la estrategia nacional del nitrógeno verde, y eso lo hizo antes de que se perdiera el plebiscito constitucional. Siendo que es una estrategia que más bien beneficiaba a Europa, y a Alemania en particular.

El asunto de fondo es que esto no apunta a resolver los problemas económicos profundos de nuestro país: la profundización del modelo extractivista no genera nuevos empleos, no aumenta la productividad… esto se vuelve como una adicción. Con gobiernos de 4 años que necesitan dinero para solucionar urgencias, no se puede tener un proyecto de más largo plazo. Si tus ingresos no te alcanzan, tienes que empezar a vender el auto, el refrigerador, vender la base de la economía familiar para poder salvar la situación. Bueno, eso es lo que hace esta gente: vende el país. Vende bienes naturales, lo que genera mucho impacto en los territorios, ¡pero que no se recuperan! El litio que extraes y que vendes no se recupera ni se repone en el ecosistema. El cobre tampoco.

Pressenza: La salmonicultura también, en la Patagonia.

Lucio: Los organismos internacionales han alertado sobre la crisis hídrica que vive Chile. Se está echando mano a acuíferos, aguas confinadas a nivel geológico, explotando reservas estratégicas para momentos de vida del mundo de mucha mayor complicación que la que estamos viviendo hoy. De hecho, hay un organismo que mide la Huella Ecológica y que para este año Chile, en los rankings que ellos arman, aparece como el primer país de Latinoamérica que sobrepasa la explotación de la naturaleza para poder sostenerse. A partir de una fecha en mayo, creo que el 16, nos estamos consumiendo la vida de las generaciones que vienen.
Entonces tenemos un gobierno que renunció a tomar el camino de los cambios profundos a la economía y ha preferido continuar con el sistema político que nos tiene en esta situación de crisis: si se profundiza esta política, tendremos más corrupción y la gente se va a seguir sintiendo al margen de los procesos de toma de decisiones que afectan a sus territorios.

Pressenza: ¿Cómo ves que se puede ir saliendo de eso? ¿Fortaleciendo las comunidades?

Lucio: ¡O sea, es que no hay otro camino! El camino del corto plazo justamente es fortalecer el sistema político porque ellos sienten que son los llamados a hacer eso.

Activistas medioambientales por el reconocimiento de los derechos de la cuenca del río Bío Bío

Pressenza: Pero esto se da en un contexto de polarización internacional, en el que además de los gobernantes de ultraderecha como Trump, hay figuras como Claudia Sheinbaum de México o Gustavo Petro en Colombia que están apostando por opciones más progresistas y humanistas.

Lucio: Bueno, tú ves lo que pasó en las últimas elecciones de Alemania, que refleja muy bien esa polarización. Por un lado, el avance de la ultraderecha, pero también el retroceso de la centroizquierda y una recuperación en la izquierda (Die Linke), ante el escenario del crecimiento de la ultraderecha. No es porque hayan tenido una varita mágica: de estar a punto de extinguirse pasan a tener casi un 10% de los votos y una gran cantidad de diputados. Pero eso porque la izquierda se vio obligada a hacerse cargo de las cuestiones que habían sido abandonadas: políticas de vivienda, la migración, los temas frente a la guerra, que tienen que ver con valores y principios que en alguna parte de la construcción de ese sector se dieron en los últimos 100 años.

Pressenza: Una de las consecuencias positivas de la elección de Trump como presidente de EE. UU. ha sido la reacción en otros países, como Canadá o Australia, en los que salieron electos gobernantes socialdemócratas en lugar de ultraderechistas.

Lucio: Claro, esta separación entre los bloques políticos también se ha debilitado. Por ejemplo, Carlos Larraín, una de las figuras emblemáticas de la derecha chilena, dice que ante la situación en la que nos ha puesto Trump, lo que debe hacer Chile es generar un bloque de integración latinoamericano, o sea fortalecer las relaciones económicas y de integración. Y eso no lo está diciendo alguien de izquierda. La izquierda que está en el gobierno sigue apostando por medidas neoliberales, con concepciones y decisiones muy contradictorias. Por ejemplo, ahora que Boric va a China, Caolina Tohá, la probable candidata presidencial del oficialismo, dice que Chile debe tener una actitud de resguardo ante China, pero cuando se le pregunta sobre Venezuela o Cuba, su ataque es frontal y dice que no son regímenes democráticos. No es que yo esté defendiendo al régimen venezolano, al contrario, creo que hay grandes cosas por las cuales distanciarse, pero también me parece que es importante ser coherentes en las relaciones con otros países. En la actualidad, Chile está impulsando vigorosamente las relaciones con Emiratos Árabes Unidos, que ni siquiera es un país, sino un conjunto de reinos en los que no se respetan los derechos humanos, no existe democracia, donde está legalizado el maltrato y la violencia hacia las mujeres, las niñeces y los migrantes, hay tráfico de personas, etc. Entonces eso me parece a mí que es un tema de oportunismo de Estado.

Manifestación de comuneros Mapuche contra el proyecto Rucalhue

Pressenza: En la web vi que el OLCA apoya a los habitantes mapuche contra inversionistas chinos en el Alto Bío-Bío. ¿Qué opinas del corrimiento de la influencia estadounidense frente a los capitales chinos, que ya el principal inversionista en nuestro país, tanto en el corredor bioceánico en el norte como en las hidroeléctricas en el sur?

Lucio: A ver, lo que pasa es que desde una mirada más general, la forma de inserción y de relación económica de China con Chile y Latinoamérica es muy parecida a la forma de relación del modelo trasnacionalizado que se ha profundizado desde la década de los 90. En el caso chino, quizás las comunidades afectadas se ven con menos herramientas de presión. Por ejemplo, en los conflictos con las empresas mineras canadienses podemos ir a la Embajada, aliarnos con organizaciones de ese país, incluso podemos viajar hacia allá, pero con China no podemos hacer eso. Un ejemplo es Rucalhue: el proceso de evaluación y de otorgamiento de permisos a partir de la oposición y lo que les hizo ver la comunidad a lo largo de varios años mostraba que era un proyecto nefasto. No solamente por la destrucción del ecosistema del río Bío-Bío, sino que ese mismo territorio el gobierno de Ricardo Lagos, para desentrampar la instalación de la represa Ralco, a partir de una mediación que hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, firmó un acuerdo que decía que no se construirían nuevas represas en el Alto Bío-Bío, y ese acuerdo el estado chileno no lo respeta, porque desde ese entonces se han construido otras 2 represas y esta sería la tercera. Entonces también hay una base política y de relación con el pueblo mapuche, pehuenche en este caso, que no se respeta. Y en este caso, los códigos y las directrices que tienen los organismos chinos para regular a sus empresas, no dicen nada. Porque, claro, el proceso de expansión económica china a nivel mundial también ha incluido la integración de China en el ámbito internacional: las Naciones Unidas, después de rechazarlo durante mucho tiempo, ponerse a disposición del sistema de derechos humanos de la ONU para que este les diga todas las situaciones que hay que enmendar, pero a fin de cuentas China ha hecho caso omiso de todo eso. Nosotros hemos participado en compromisos de este tipo pero cuando unos los lleva a terreno en este caso de Rucalhue, en casos de la minería del Perú y el Ecuador, no se cumplen. Y ojo, que todas son empresas del Estado chino, por lo que deberían estar sujetas a un cierto control y jerarquía con responsabilidades para que estos proyectos no impliquen violaciones a los derechos humanos y de los territorios. En la práctica no hay mucha diferencia. En el caso de Rucalhue, bastó con que algunas empresas hicieran ver estos problemas para que el embajador chino golpeara la puertas del gobierno para que ese proyecto fuera declarado de interés nacional a fin de desentrampar su tramitación. Y eso significa que se autoriza a la empresa a talar bosque nativo protegido.

Lucio Cuenca y activista del OLCA frente a La Moneda en la caminata a 6 meses de la desaparición de la dirigenta mapuche Julia Chuñil (8 de mayo de 2025)

Pressenza: Y en ese contexto, ¿cómo ves el Acuerdo para la Paz y el Entendimiento de la comisión del mismo nombre, dado a conocer la semana pasada por el gobierno?

Lucio: Se ha dado un giro en nuestro país hacia una política más conservadora en estos temas.  Ya no se puede hablar de plurinacionalidad ni de un reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas… entonces, ¿cómo se pretende resolver el problema de fondo? Están reduciendo el tema a 400.000 hectáreas de tierra y a la cantidad de millones de dólares necesarios para comprarlas. Están monetarizando la compensación histórica que se le debe dar al pueblo Mapuche. O sea, están hablando que se le van a otorgan 80 millones de pesos a cada familia para una casa que luego ellas pueden liquidar o vender. O algunas medidas que ya existen, como becas universitarias para hijos de familias indígenas, son cuestiones que con ciertas condiciones ya hay. No es que sean medidas compensatorias directas o nuevas.

Y, además, esto de haber hecho un proceso con estado de excepción en la zona macrosur es como negociar con alguien con la pistola sobre la mesa. El proceso se ha realizado en condiciones de profunda asimetría entre el Estado y el pueblo Mapuche, y que obviamente no posibilitan la libre expresión de las posiciones que tienen las distintas comunidades. Seguramente van a salir algunas medidas y algunas cosas tendrán que pasar por el Parlamento. Al parecer, la derecha, incluida la corriente de derecha política representada por Matthei, va a torpedear lo bueno y lo malo del acuerdo.  En Chile la derecha democrática está dentro de la coalición de gobierno, porque la derechización de la política en nuestro país, a partir de indicadores económicos o de hacerse parte de ciertos principios y valores que la izquierda tradicionalmente sostuvo en el pasado… en Chile se puede ver que hay sectores de “izquierda” que sostienen posturas neoliberales que ni siquiera la derecha ha sostenido.

Para mí la candidatura de Evelyn Matthei es de una derecha dura que no se arrepiente de las matanzas y masacres cometidas en la dictadura desde el 11 de septiembre de 1973 en adelante. No hay un sector conservador efectivamente democrático, como se puede ver el otros países de Europa o de Latinoamérica. La derecha de esos países está en realidad más a la izquierda, muchas veces, que la izquierda que tenemos. Pero, bueno, todas estas son reflexiones que reflejan ciertas dudas sobre qué peso va a tener finalmente este Acuerdo.

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