Por: David Andersson. Fuente: Agencia Pressenza.

(Imagen de urfingus / depositphotos)

Para hacer frente al aluvión de órdenes ejecutivas y políticas poco diplomáticas del actual gobierno estadounidense, la oposición se centra en tratar de restaurar las instituciones a su estado anterior a Trump, sin reconocer que fueron precisamente esas instituciones las que crearon las condiciones para la crisis en que estamos.

La democracia que dicen defender era en gran medida formal: funcionaba para algunos mientras dejaba a millones marginados. Durante décadas, no se tomó ninguna medida seria para detener la implacable concentración de la riqueza, el descenso del nivel de vida o los efectos deshumanizadores del desarrollo tecnológico descontrolado. Estos problemas siguen sin ser abordados.

Ahora, la nueva administración amenaza con recortar el financiamiento federal de la radio y la televisión públicas, acusando a estos medios de ser demasiado «izquierdistas» o «woke». Pero quizá más reveladora que la amenaza en sí sea la reacción de las instituciones públicas de medios de comunicación. WNYC en Nueva York, por ejemplo, ha aprovechado esta amenaza principalmente como una oportunidad para recaudar fondos, instando a los oyentes a donar motivados por el miedo y no por convicción.

Esta respuesta exhibe una contradicción fundamental. Estas instituciones hablan de «democracia» y «servicio público», pero son incapaces -o no están dispuestas- a dar una respuesta verdaderamente democrática. ¿Por qué no llaman a la gente a movilizarse para defender los bienes públicos? ¿Por qué no organizan una campaña a gran escala, como un concierto en Central Park, para defender un sistema federal de financiamiento público que se mantenga independiente de la política presidencial? Nueva York tiene un montón de artistas dispuestos a contribuir y dar la cara por ésta y otras causas.

La pregunta es clara: ¿ayudarán las instituciones como WNYC y NPR a hacer avanzar la auténtica democracia, o se transformarán gradualmente en versiones privatizadas de entidades sin ánimo de lucro? Si queremos democracia, necesitamos la participación activa de la gente. Si aceptamos la privatización, sólo necesitamos el dinero que la gente aporte.

Hoy en día, no existe un liderazgo visible en nuestras llamadas instituciones democráticas que esté movilizando a la población para construir un nuevo sistema democrático, uno que aborde la redistribución económica y la participación masiva real. No se trata sólo de la radiotelevisión pública. ¿Qué futuro les espera a la Seguridad Social, a Medicare, al Servicio Postal de Correos de los Estados Unidos, las bibliotecas públicas y otros servicios públicos esenciales?

Estas instituciones no pueden privatizarse. Ninguna sociedad moderna puede desarrollarse sin profundizar en la democracia, mejorar el nivel de vida y garantizar el bienestar colectivo. Una sociedad gobernada principalmente por el interés propio acaba por socavarse a sí misma.

Así es que hoy, mi llamado está dirigido a WNYC y NPR: Por favor, dejen de intentar simplemente salvarse dentro de un sistema que se derrumba. En su lugar, ayuden a que el país avance. Movilicen a la gente. Inspiren el compromiso. Conviértanse en una fuerza en la construcción de una nueva sociedad inclusiva para todos.