

Por: Pedro Pozas Terrados. Fuente: Agencia Pressenza.
(Imagen de Pedro Pozas Terrados)
«La fatiga climática no nace del exceso de conciencia, sino del sentimiento de soledad frente a una amenaza global. Para combatirla, necesitamos una nueva narrativa: una donde cada pequeño gesto tenga eco, cada comunidad cuente, y el futuro sea un espacio que aún podemos habitar con dignidad, belleza y justicia.» Pedro Pozas Terrados
Vivimos un momento crítico en el que la sociedad, de forma preocupante, empieza a dar la espalda a la crisis climática. No porque no le importe, sino porque se siente agotada, desbordada, empujada a sobrevivir el día a día. Es lo que hoy se conoce como fatiga climática , un fenómeno que tiene raíces profundas y muy concretas.
La primera causa es la falta de voluntad política. Llevamos décadas oyendo discursos grandilocuentes en las cumbres climáticas como las COP, jornadas internacionales que terminan en papel mojado. Pocas leyes efectivas, poca aplicación real, y siempre la misma excusa: los intereses económicos por encima de la vida. La ciudadanía percibe que sus esfuerzos individuales no tienen impacto real si los gobiernos no hacen su parte.
A esto se suma la estrategia bien orquestada de las grandes multinacionales: siguen esquilmando los recursos del planeta con total impunidad, disfrazando su imagen con campañas de “responsabilidad ambiental” vacías y promoviendo la desinformación. Mientras tanto, continúa con su modelo depredador y contaminante, sin freno y sin escrúpulos.
Pero también debemos señalar contundencia a ciertos partidos políticos, en muchos países, que niegan abiertamente la crisis climática. Sus discursos, cargados de negacionismo y populismo, desinforman, confunden y paralizan a la ciudadanía. Generan dudas donde hay consenso científico, retrasan la acción donde se necesita urgencia, y sabotean toda posibilidad de avance. Esta irresponsabilidad política tiene consecuencias directas sobre el futuro del planeta.
Y en medio de todo esto, se encuentra una sociedad cansada. Una clase media que se desmorona, jóvenes sin futuro, sin acceso a una vivienda digna, sin empleos estables, con una sanidad pública cada vez más deteriorada y un estado del bienestar que se desvanece. ¿Cómo pedir a alguien que se movilice por el cambio climático si no sabe cómo llegar a fin de mes? ¿Cómo se puede luchar por el planeta cuando uno no puede luchar por sí mismo?
Imagen Pedro Pozas Terrados. Acción Greenpeace en el exterior de IFEMA Madrid. COP 25.
¿Qué alimenta la fatiga climática?
Las imágenes de incendios, inundaciones, sequías, especies extintas o titulares catastróficos generan una respuesta emocional intensa. Con el tiempo, esto puede saturar la capacidad de empatía y producir una sensación de impotencia.
Aunque muchos reciclan, ahorran energía o cambian sus hábitos, perciben que sus son insignificantes frente al de las grandes industrias contaminantes o la pasividad de los gobiernos.
La falta de medidas reales por parte de quienes tienen poder refuerza la idea de que todo esfuerzo es en vano.
Se relaciona con una ansiedad difusa por el futuro del planeta, unida a la imposibilidad de procesar tantos datos, informes y advertencias que llegan de forma desorganizada.
Imagen Pedro Pozas Terrados – COP 25 Madrid.
Manifestaciones de la fatiga climática
¿Cómo contrarrestarla?
Mostrar ejemplos reales e inspiradores. El foco en los logros puede renovar la esperanza.
La ciencia ficción positiva, los documentales sobre soluciones como Hope o relatos de transformación pueden ayudar a construir un imaginario de futuro posible.
Crear espacios de reflexión donde la gente pueda hablar sobre lo que siente respecto a la crisis climática, no solo aprender sobre ella desde lo técnico.
La fatiga se alivia al saberse parte de una roja. No estás solo si formas parte de un movimiento, una comunidad, una causa. Ahí hay energía renovable, en el sentido humano.
La música, la poesía, los cuentos, el cine… también son herramientas para sanar la angustia y transformar la percepción del problema en inspiración.
Imagen Pedro Poás Terrados
La fatiga climática es en realidad el síntoma de un sistema enfermo, que ha abandonado a la gente y ha dejado de mirar por el bien común. Si no se toman medidas reales y urgentes desde los gobiernos y las instituciones internacionales, si no se frena a quienes están provocando este colapso, la desconexión de la sociedad con los problemas globales volverá irreversible.
Y no podemos permitirlo. Aún estamos a tiempo, pero necesitamos un cambio profundo, honesto y valiente. Necesitamos a unos políticos que de verdad sean comprometidos con la conservación de nuestros ecosistemas y el respeto por la naturaleza en todos sus ámbitos.