

Por: Joaquín Sostoa. Fuente: https://henoi.org.py/
La ganadería para la producción de carne destaca como una de las actividades económicas más antiguas del Paraguay, que no solo es un país agrícola, sino también ganadero. La relevancia económica del sector perdura hasta nuestros días.
La cadena cárnica se compone de un componente primario, la ganadería, y de un componente industrial, la producción de carne. En el año 2023 en conjunto ambos contribuyeron en 4,6% al Producto Interno Bruto (PIB). Desde el año 2006 aproximadamente, la participación del sector cayó y actualmente se encuentra estancada. Sin embargo, las exportaciones de carne bovina representan alrededor del 15% de las exportaciones totales del país, experimentando un boom entre 2003 y 2010, para luego estancarse relativamente, a excepción de años puntuales de gran crecimiento motivado, principalmente, por factores externos.
A pesar de su relevancia y la continua conquista de mercados por parte del sector, también son de público conocimiento los conflictos internos dentro de la cadena, especialmente las críticas que tiene el sector ganadero a su participación en la cadena cárnica a través de medios de prensa. Los ganaderos de carne vacuna reclaman mayores precios para su ganado, en un contexto, según ellos, de suba de precios para la carne de consumo final de parte de los frigoríficos. En otras palabras, el sector ganadero reclama una mayor participación en el valor agregado de la cadena cárnica.
De esta manera, el sector productor afirma la existencia de una disparidad entre los precios que reciben ellos y los que recibe el consumidor final, dejando claro que los intermediarios -o sea los frigoríficos- están aprovechando esta situación para quedarse con una mayor parte de la torta. Para estos, la causa es evidente: una mayor concentración por parte de los frigoríficos. Este es un clásico conflicto intersectorial en una cadena de valor, donde interactúan actores sumamente heterogéneos en términos de su tamaño, intereses y grados de poder. Aun así, el objetivo de cada sector es común: aumentar o mantener su participación en el excedente económico.
Precios y distribución: ¿Quién se queda con qué?
Para empezar a explorar, hay que responder algunas preguntas. ¿Están subiendo los precios de la carne al consumidor? ¿Cómo evolucionó la participación directa del eslabón primario en la cadena?2 Para responder la primera pregunta hay que dar una breve pausa. Sería ingenuo pensar que la mayor parte de los ingresos de la cadena deviene de los precios que paga el consumidor local, cuando en realidad aproximadamente el 92% de la faena se exporta. Por esta razón, debemos centrarnos en los precios de exportación, pero sin subestimar el restante 8%. En el siguiente gráfico se presenta la evolución de los precios de exportación y los precios del mercado local de carne vacuna por kilogramo (Gráfico 1).
Gráfico 1. Evolución mensual del precio de exportación y del precio local de carne vacuna en USD/Kg (ene-17 a nov-24)
Nota y fuentes: el precio de exportación por kilogramo fue elaborado con datos del Banco Central del Paraguay (BCP) utilizando las partidas 0201 y 0202. En ausencia de una serie de precios nominales locales, esta fue estimada utilizando el IPC de carne vacuna medido por el BCP y precios de referencia de supermercados locales, tomando un promedio de cortes específicos de consumo masivo con participación considerable en el IPC: vacío, costilla 1°, carne molida 1° y carnaza 1°. Frente a la ausencia de estos datos, la discusión sobre dicha estimación está totalmente abierta.
Del Gráfico 1 se pueden sacar diversas conclusiones. En primer lugar, se puede observar una diferencia de niveles que llama la atención: desde 2017 la carne vacuna destinada al mercado local presenta un precio promedio más alto que la destinada a mercados de exportación. En noviembre del 2024 la carne de exportación tenía un precio 5,4 USD/Kg, mientras que la carne del mercado local alcanzó 6 USD/Kg. A priori, esto no nos dice nada sobre las participaciones en la cadena, o quién está obteniendo mayores márgenes en el mercado local, o por qué el precio es mayor nacionalmente.
En segundo lugar, si se compara la serie de punta a punta, se observa un aumento en ambos precios (también en sus tendencias). Mientras que desde enero del 2017 el precio del mercado local aumentó 24,4%, el precio de exportación lo hizo en un 27%. Es decir, de punta a punta, se observa una mayor variación en el precio de exportación. Asimismo, también se percibe una relación clara entre ambos precios, por lo que se infiere que el precio externo influye bastante en el mercado local. Asimismo, fuera del punta a punta, existe un bache en la serie, alrededor del 2020, y una posterior recuperación en ambos precios. En el último año, el precio local aumentó 7,2% y el precio de exportación 13,2%3. En definitiva, este es un contexto de aumentos en los precios cárnicos en el corto y mediano plazo, tanto aquellos precios locales como los de exportación.
Ahora, respondamos la segunda pregunta. La participación directa del ganadero en el valor de la cadena cárnica vacuna la podemos inferir de dos formas según los datos disponibles. Primero, sirve aproximarse a través de las Cuentas Nacionales, a un nivel bastante macro y también desactualizado, pero sirve de referencia, ya que las estructuras de valor y mercado no cambian rápidamente4. De esta forma, en el Gráfico 2 se observa la participación del ganado vacuno, como consumo intermedio, del valor bruto de producción de la carne vacuna.
Gráfico 2. Evolución anual de la participación del ganado vacuno en el valor bruto de producción de la carne vacuna (2008-2014)
Fuente: Elaboración propia con datos de los Resultados 2008-2014 de las Cuentas Nacionales del Banco Central del Paraguay.
Del Gráfico 2 queremos inferir solo una cosa; la participación directa del eslabón primario en la cadena cárnica, para los años 2008 a 2014, promedió un porcentaje del 61,2%. Es decir, el eslabón primario se llevó la mayor parte del valor de la carne en general, sin diferenciar la exportación o el consumo local. También, se puede ver que este no bajó del 60%. Para hilar un poco más fino, así como para validar y actualizar estos datos, utilizaremos ahora una métrica bastante común, la participación del precio de gancho (USD/Kg), que es el precio que suelen recibir los ganaderos por la carne de su ganado, en el precio de exportación y de consumo local (USD/Kg), en promedios (Gráfico 3 y Gráfico 4).
Gráfico 3. Evolución mensual de la participación del ganadero en el precio local, de exportación y promedio de ambos (ene-10 a dic-11)
Fuente y notas: elaboración propia con datos de ARP, BCP y supermercados locales. No se registran datos de exportación en octubre del 2011, probablemente vinculado a la fiebre aftosa.
En el Gráfico 3 se presenta la participación del eslabón primario entre los años 2010 y 2011, debido a que la serie disponible de precios al gancho de la ARP sufre de una discontinuidad entre los años 2012 y 2016. De todas formas, se debe tener en cuenta que se hace una simplificación: el precio al gancho utilizado no diferencia el mercado local del de exportación, es un promedio publicado por la institución mencionada. Ahora, lo más importante, el promedio de las dos participaciones valida los datos de las Cuentas Nacionales; el promedio de la participación del ganadero en la serie es del 65%, muy similar al promedio 2008-2014 del 61% presentado anteriormente.
Otro aspecto interesante del Gráfico 3 es que la participación del ganadero en el mercado local presenta una tendencia a la baja, pasando del 71% al 54,3% en dos años. De forma inversa, la participación en el precio de exportación presenta una tendencia creciente, pasando del 70% al 80,6% para mediados del 2011, y luego bajando al 64,4% a finales del mismo año. Por lo tanto, la participación en este periodo, dependiendo del mercado es inversa y fluctuante, pudiendo ser uno mayor que otro y yendo en direcciones contrarias. Sin embargo, en el periodo 2017 a 2024 se observa una tendencia más similar entre ambos (Gráfico 4).
Gráfico 4. Evolución mensual de la participación del ganadero en el precio local, de exportación y promedio de ambos (ene-17 a nov-24)
Fuente: elaboración propia con datos de ARP, BCP y supermercados locales.
A partir del Gráfico 4 podemos sacar conclusiones interesantes al respecto. Primero, además de que la tendencia de ambos es directa, es decir, se mueven a la par, en el promedio de la participación de ambos mercados, comparando de punta a punta de ambos gráficos se observa una disminución, la participación del ganadero pasó de 70,7% al 63,5% entre el 2010 y el 2024 (y una reducción de 2,5 p.p. entre 2017 y 2024). En segundo lugar, la participación que tiene el eslabón primario en el mercado local es sistemáticamente menor que la participación de exportación. Esto se explica totalmente por los precios mayores en el mercado local (Gráfico 1).
Asimismo, hay que objetar que el promedio simple entre ambos da el mismo peso a ambos mercados, cuando sabemos bien que casi toda la carne se exporta. Por esta razón, es más importante fijar la atención en la participación de exportación. De punta a punta la participación en el 2024 fue de 66,7%, contra 70,4% en 2010, también menor. Sin embargo, hay un gran pero, las participaciones mensuales experimentan sistemáticas fluctuaciones, por lo que nos fijaremos en la participación anual promedio de exportación (Gráfico 5).
Así, en el Gráfico 5 se observa que de punta a punta la participación fue creciente, si se comparan los años 2010 y 2024 (hasta noviembre), de 63,6% a 65,9%. Sin embargo, se puede observar en el mismo gráfico una tendencia levemente decreciente, lo que nos dice que a inicios y dentro de la década del 2010 hubo participaciones mayores, más cercanas al 70%. Incluso, a través de un promedio móvil se puede verificar que los primeros 5 años de la serie presentan una cifra del 70%, mientras que en la segunda etapa el promedio disminuye a 68%, reflejando la tendencia decreciente.
Gráfico 5. Participación del ganadero en el precio de exportación y tendencia para años disponibles
Fuente: elaboración propia con datos de ARP y BCP.
En este contexto, los reclamos ganaderos cobran razón de interés, debido a que los precios locales como de exportación suben (Gráfico 1), y su participación se ve levemente disminuida. Asimismo, hay que mencionar también que, a pesar de estas variaciones, la participación no sufre grandes cambios, por lo que es relativamente constante, y el sector primario sigue quedándose con la mayor tajada.
¿David contra Goliat?
Una vez que confirmamos ciertos reclamos ganaderos, urge identificar la otra parte de la proposición, es decir, ¿hay un oligopolio en el segmento frigorífico? ¿a qué se debe tal perdida en la participación de la cadena? Esta es una tarea muy compleja, y escapa de esta nota inferir causas de una forma tan determinante, pero al menos, podemos aproximarnos a la cuestión. Frente a la menor participación del sector primario, se esperaría que exista una mayor concentración entre los intermediarios, en este caso los frigoríficos y sus grupos económicos, lo que les dotaría de un mayor poder de negociación frente a los productores. Asimismo, fuera del caso monopólico, una baja cantidad de empresas no anula el hecho de que pueda existir competencia entre los frigoríficos, sobre todo en un contexto de menor oferta y mayor demanda de materia prima.
Hagamos algunos números. Por un lado, es obvio que la cantidad de frigoríficos es abismalmente menor que la cantidad de tenedores de ganado. Existen aproximadamente 136.101 tenedores de ganado y alrededor de 8 grupos de frigoríficos, propietarios de 13 plantas. También hay 37 mataderos, pero el 91% de la faena se realiza en frigoríficos. A primera vista, es una puja bastante desigual. Sin embargo, no todos los tenedores de ganado tienen la misma cantidad de animales. En el Gráfico 6 se observa, en resumen, que 2.412 tenedores poseen el 55% del hato bovino. Esto es el 1,8% de los tenedores. En el otro extremo, el 96,7% de los tenedores posee el 34,7% de todo el hato.
Gráfico 6. Tenedores por estrato y porcentaje de bovinos en cada estrato (2021)
Fuente: elaboración propia con datos de SENACSA.
Aquí pueden surgir varias aristas. Pero, en aras de no extender demasiado el análisis, es claro que el eslabón primario también se halla bastante concentrado. Con el afán de no presentar otro gráfico más del mismo tema, mencionaremos la distribución de cabezas en el año 2015. Con una mayor cantidad de cabezas, en el extremo superior, el 1,7% de los tenedores poseía el 53,4% del hato ganadero (2.496 tenedores). El porcentaje de tenedores con más de 1000 cabezas no varió mucho, pero sí aumentó levemente su participación en el hato total en 6 años. Aquí estamos diciendo que, por un lado, el poder de negociación de los ganaderos no es subestimable, y que, por supuesto, este va en aumento.
De todas maneras, 2000 y tantos ganaderos sigue siendo una cantidad considerable en relación a la cantidad de frigoríficos existentes. ¿Cómo evolucionó la cantidad de frigoríficos y su participación? Como los frigoríficos son también exportadores, tomaremos la cantidad de grupos exportadores como un proxy para ver la evolución histórica. En el año 2010, de los 18 frigoríficos existentes, los dos más grandes concentraban 48,5% de las exportaciones. Por lo tanto, la concentración en dicho año se encontraba en un rango moderado, que en palabras del economista italiano Sylos Labini se podría describir como una situación de concentración relativa. Por otro lado, en 2024 solo el principal exportador realizó el envío del 38,2%. Acumulando los dos principales frigoríficos, concentraron el 64,2% de la exportación de carne vacuna, siendo en su totalidad 8 grupos económicos. De esta manera, sin lugar a dudas la concentración en los últimos tiempos es alta, pasando de una concentración relativa a una concentración absoluta.5
En suma, desde ambos lados existió una concentración del valor. Sin embargo, la concentración de los frigoríficos fue mucho más agresiva y avanzó mucho más rápido, lo que podría explicar el deterioro en los términos de intercambio para los ganaderos en la cadena. A pesar de dicha concentración, el eslabón primario sigue jugando un papel importante en su participación, y tampoco disminuyó demasiado.
Una fuerza que juega a favor de los ganaderos
Hasta aquí dijimos que los precios locales y externos aumentaron, que la participación del eslabón primario disminuyó levemente y que la estructura empresarial de ambos grupos se concentró, una más que otra. Podría ser que la mayor concentración en los tenedores juegue un papel en la sostenibilidad de la participación ganadera. Sin embargo, podría decirse que existe una fuerza mayor que permite que el sector primario siga manteniendo una buena rebanada del pastel.
En 2015 el hato ganadero alcanzó un máximo histórico, de alrededor de 14.216.256 cabezas de bovinos. En dicho año se faenaron aproximadamente 1.889.134 de cabezas, es decir, el 13,3% del total del hato. Con algunas excepciones, entre los años 2018 y 2020, la faena mantuvo un buen ritmo de crecimiento, al igual que las exportaciones. Sin embargo, el hato ganadero nunca volvió a alcanzar el pico del año 2015, presentando casi disminuciones constantes año a año. Con esto queremos decir algo muy simple: aumenta la demanda y disminuye la oferta potencial. Esto lo podemos medir con la relación faena/hato, que se observa en el Gráfico 7.
Gráfico 7. Evolución anual de la relación faena/hato (2020-2023)
Fuente: elaboración propia con datos de SENACSA.
Así, en el Gráfico 7 se observa una tendencia creciente de dicha relación, lo que expresa una mayor presión sobre la cantidad de ganado disponible en el país. De acuerdo a la estructura factual del mercado de los frigoríficos, esto puede generar cierta competencia por parte de ellos para asegurar el suministro de carne; cada vez necesitan más carne, pero la oferta potencial disminuye.
A pesar de que esta fuerza pueda jugar algún papel en el precio del gancho, sin dudas no fue la que primó. Por esta razón, este es un caso práctico para entender que en la economía real no todo es oferta y demanda.
Algunas conclusiones y algo de futurismo
Todo este entramado productivo nos deja una lección económica valiosa. En mercados reales, donde la concentración empresarial es significativa, los precios no reflejan únicamente la lógica abstracta de la oferta y la demanda, sino también relaciones de poder y negociación entre actores asimétricos.
En el caso de la cadena cárnica paraguaya, el aumento en el precio de la carne se origina principalmente por el comportamiento del mercado internacional. Es el precio de exportación —determinado por la demanda externa y el contexto global— el que marca la pauta. Sin embargo, una vez que ese precio sube, lo central ya no es tanto por qué sube, sino cómo se reparte ese aumento entre los actores locales de la cadena.
Aquí entra el poder de negociación: mientras el precio internacional crece, el precio recibido por el ganadero no siempre acompaña en igual medida. A pesar de que existe una presión estructural sobre el hato ganadero —menos stock disponible, más faena— que debería elevar el precio del ganado, ese efecto se ve limitado. La razón está en la concentración del mercado frigorífico: un número reducido de actores con capacidad para contener la transmisión del precio internacional al productor primario. La escasez, entonces, opera, pero su efecto queda subordinado al poder de mercado de quienes controlan los encadenamientos industriales y comerciales.
Los precios, así, expresan también una disputa por la renta generada en la cadena. El precio que uno paga o recibe es, al final, una forma de participación en el excedente. Los ganaderos, organizados gremialmente, buscan defender su porción. Por ejemplo, lo mismo hacen los trabajadores, cuando pelean por sus salarios. Y como no puede ser de otra manera, toda esta disputa también afecta al consumidor.
Porque, como vimos, los precios en el mercado local también aumentan —y en guaraníes, mucho más—. Sea quien sea el actor que logre aumentar su participación, el consumidor es quien finalmente convalida ese aumento. Y en un país donde la carne es parte central de la dieta y de la cultura, esto tiene implicancias económicas y sociales que no pueden ignorarse.
El conflicto entre ganaderos y frigoríficos, si bien es el más visible, no agota la complejidad de la cadena. También están los transportistas, los comercios, los proveedores de servicios, y todos aquellos que forman parte del entramado logístico. Un análisis profundo e integral de la industria cárnica es aún una tarea pendiente.
Aunque este artículo evidencia una relación entre la pérdida relativa del eslabón primario y la creciente concentración industrial, el oligopolio no se define solo por contar empresas. Importan los incentivos, las barreras de entrada, las escalas mínimas eficientes y el marco institucional. La tendencia a la concentración no es exclusiva de Paraguay: es un fenómeno global, visible en el MERCOSUR y en países como Estados Unidos.
En nuestro país, este proceso parece responder tanto a economías de escala como a exigencias técnicas y comerciales del mercado internacional. A pesar de la entrada de nuevos frigoríficos, la tendencia podría incluso profundizarse —y no se descarta una integración vertical— donde quien controla la materia prima, controla la renta.
Frente a este escenario, la respuesta no puede venir de recetas ideológicas sin sustento empírico. Es necesario abrir el debate con pragmatismo, incluyendo a todos los actores: desde los grandes ganaderos hasta los pequeños productores, desde los frigoríficos hasta los consumidores. Solo así podrá pensarse una política cárnica que sea equitativa, eficiente y nacionalmente sustentable.
Notas al pie de página
Bibliografía
Labini, P. S. (1966). Oligopolio y progreso técnico. Oikos-Tau.