lunes 16 de junio de 2025 - Edición Nº2385

Internacionales | 16 jun 2025

TDonald Trump, Mediador Global.

Trump, delirios de mediador global: un caso clínico con implicancias geopolíticas

12:12 |«Irán e Israel deberían llegar a un acuerdo, y lo harán, tal como logré que India y Pakistán lo hicieran, en ese caso utilizando el COMERCIO con Estados Unidos para aportar razón, cohesión y cordura a las conversaciones con dos excelentes líderes que supieron rápidamente tomar decisiones y DETENERSE.


Por: Claudia Aranda. Fuente: Agencia Pressenza

(Imagen de Xinhua)

Traducción del mensaje original publicado por Trump el 15 de junio de 2025, 4:41 p.m.:
«Irán e Israel deberían llegar a un acuerdo, y lo harán, tal como logré que India y Pakistán lo hicieran, en ese caso utilizando el COMERCIO con Estados Unidos para aportar razón, cohesión y cordura a las conversaciones con dos excelentes líderes que supieron rápidamente tomar decisiones y DETENERSE.

También, durante mi primer mandato, Serbia y Kosovo estaban al borde de una guerra —como ha ocurrido durante décadas— y ese conflicto de larga duración estaba listo para estallar. LO DETUVE (Biden ha perjudicado las perspectivas a largo plazo con algunas decisiones muy estúpidas, pero lo arreglaré, otra vez).
Otro caso es Egipto y Etiopía, y su pelea por una represa gigantesca que está afectando al majestuoso río Nilo. Hay paz, al menos por ahora, gracias a mi intervención, y así se mantendrá.
De igual forma, pronto habrá PAZ entre Israel e Irán. Muchas llamadas y reuniones están teniendo lugar. Yo hago mucho, y nunca recibo crédito por nada, pero está bien, el PUEBLO lo entiende.
¡HAGAMOS GRANDE DE NUEVO AL MEDIO ORIENTE!»

Análisis de las afirmaciones: entre la distorsión, la exageración y la ficción
1. La falsa mediación en el conflicto entre India y Pakistán
Donald Trump se atribuye el logro de una supuesta reconciliación entre India y Pakistán, gracias a su estrategia comercial. Sin embargo, no existe evidencia documentada ni reconocida por ninguna de las partes que respalde esa afirmación. De hecho, el conflicto entre ambas potencias nucleares se redujo a partir de gestiones diplomáticas bilaterales y, en 2023, gracias a un esfuerzo de distensión facilitado por la República Popular China. Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores de India y varios think tanks regionales han acreditado a Beijing como el actor principal en dicha desescalada, no a Estados Unidos. Trump tampoco logró sentar a ambas partes en una mesa de negociación directa. Su afirmación no solo es errónea, sino que ignora los delicados equilibrios regionales y sobredimensiona su propio papel.

2. Serbia y Kosovo: una simplificación burda
Trump asegura que evitó una guerra entre Serbia y Kosovo durante su mandato. Si bien se celebraron reuniones auspiciadas por EE.UU. en Washington en 2020, la tensión no desapareció: volvió a escalar con fuerza en 2022, incluyendo enfrentamientos armados y una militarización progresiva en la zona norte de Kosovo. Atribuirse el “fin del conflicto” revela una visión profundamente simplista de un problema histórico que involucra etnicidad, soberanía y relaciones con la Unión Europea. Ni la OTAN ni la ONU validan su presunto rol pacificador.

3. Egipto, Etiopía y la presa del Nilo: un ejemplo de injerencia inexistente
La disputa entre Egipto y Etiopía por la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) ha sido gestionada principalmente por la Unión Africana. Estados Unidos fue invitado a participar como observador en varias instancias, pero no ha jugado un papel central desde 2020. Decir que gracias a Trump “hay paz” es simplemente falso: las negociaciones han continuado con altibajos y sin un acuerdo definitivo. Egipto considera que la construcción unilateral etíope vulnera tratados internacionales, y la disputa sigue abierta.

4. La ilusión de un acuerdo entre Israel e Irán: desconexión total de la realidad
Trump declara que habrá paz «pronto» entre Israel e Irán, cuando en los hechos ambos países ya se encuentran en una confrontación directa de facto, con ataques aéreos y misiles, operaciones encubiertas, sabotajes cruzados y una progresiva militarización de la región. Irán ha respondido directamente a ofensivas israelíes, y lo ha hecho sin intermediarios. La comunidad internacional asiste a una escalada en tiempo real, mientras EE.UU. —lejos de fungir como mediador— ha intensificado su respaldo militar y logístico a Israel.

El actual gobierno israelí, encabezado por Benjamín Netanyahu, ha adoptado una postura abiertamente ofensiva y expansionista, y no muestra interés alguno en detener la escalada. En una reciente entrevista en la cadena FOX, Netanyahu apeló directamente al público estadounidense, afirmando que Irán amenaza la seguridad de Estados Unidos, no sólo la de Israel. Este tipo de mensajes busca manipular emocionalmente a la opinión pública estadounidense para justificar una eventual intervención directa. Trump, lejos de desmarcarse, se alinea con esta narrativa y la amplifica, con pleno conocimiento de su trasfondo político y militar. Lo que se está gestando no es un proceso de paz, sino una operación de alineamiento discursivo para preparar el terreno de una guerra regional ampliada con participación estadounidense.

Evaluación psicológica del discurso
Desde un enfoque clínico, el texto revela rasgos compatibles con lo que el DSM-5 describe como trastorno narcisista de la personalidad en su expresión pública. El sujeto se presenta como indispensable, con logros exagerados, una autoimagen mesiánica y una necesidad constante de validación («yo hago mucho y nunca recibo crédito»). Este tipo de discursos —donde el yo se convierte en el centro exclusivo de toda acción positiva y donde no existe matiz ni autocrítica— puede generar efectos nocivos en la esfera pública, al propagar ficciones políticas y desinformación a gran escala.

Adicionalmente, el recurso a frases absolutas (“lo arreglaré otra vez”, “gracias a mí”, “todo está en marcha”) revela un patrón de pensamiento dicotómico, centrado en la omnipotencia del emisor y la anulación del resto de actores. No hay aliados, sólo espectadores o rivales torpes (como Biden). Este tipo de relato egocéntrico reduce la complejidad geopolítica a una narrativa infantil de héroes y villanos.

Conclusión: el liderazgo global no se improvisa
El ego mal gestionado, lejos de convertirse en batuta de orquesta internacional, suele terminar reducido a un rol de escolta simbólica, sin dirección ni eficacia. La diplomacia no se ejerce con frases altisonantes en redes sociales ni se valida por la cantidad de seguidores que repiten eslóganes. Atribuirse triunfos diplomáticos ajenos, como los avances entre India y Pakistán o las treguas regionales en África, es no sólo engañoso, sino peligroso: distorsiona la comprensión pública de procesos delicados y fomenta una visión personalista del poder, más propia de la propaganda que del gobierno responsable.

En política internacional, como en clínica psiquiátrica, la grandiosidad desconectada de la realidad debe tratarse con cautela. La historia y los archivos oficiales se encargan, tarde o temprano, de devolver los hechos a su proporción correcta.

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