

Por: Mónica Gálvez - Fuente Euronews - Foto Odelyn Joseph/AP
En la Cumbre de los Océanos de la ONU en Niza (9–13 de junio de 2025), 95 países firmaron la declaración “Nice Wake‑Up Call”, impulsada por Francia y Costa Rica, solicitando un tratado global vinculante para eliminar la contaminación plástica. El objetivo: regular el ciclo completo del plástico desde su producción hasta su eliminación, con objetivos científicos claros y financiamiento asegurado.
La conferencia reunió a más de 10,000 personas, incluidos científicos y gobiernos de todo el mundo, ante la emergencia que enfrentan los océanos: aumento de temperatura, subida del nivel del mar, extinción de especies y contaminación por plásticos. La ONU advirtió que sin océanos saludables, otras metas climáticas serán inalcanzables.
El plan de acción de la ONU prevé inversiones de 175,000 millones de USD anuales durante los próximos cinco años para conservar los océanos; sin embargo, hasta ahora sólo se han garantizado 10,000 millones. Expertos alertan que este déficit amenaza el éxito del tratado y la salud marítima global.
Para que el tratado sea efectivo, la declaración destacó cinco pilares esenciales:
Reducción de producción de plásticos primarios
Limitar la manufactura de plástico virgen y fomentar materiales reciclados, bioplásticos y reutilizables, atacando la fuente de la contaminación.
Eliminación de plásticos problemáticos
Prohibir los plásticos de un solo uso, difíciles de reciclar o significativos para la salud marina, así como los microplásticos.
Diseño sostenible de productos plásticos
Promover el ecodiseño con plásticos fáciles de reciclar, sin aditivos tóxicos y con mayor durabilidad, reduciendo el impacto desde su concepción.
Implementación del principio “quien contamina paga”
Responsabilizar a las empresas mediante impuestos o multas por su contaminación plástica, financiando la gestión de residuos y la recuperación ambiental con estos fondos.
Flexibilidad y adaptabilidad del tratado
Permitir revisiones periódicas para integrar nuevos avances científicos, mejorar regulaciones y asegurar una evolución acorde a los desafíos emergentes.
La contaminación plástica está degradando rápidamente los ecosistemas marinos, de los cuales depende nuestra biodiversidad. – Foto Darko Vojinovic/AP
Pese al avance diplomático, preocupa que el acuerdo siga siendo voluntario y carezca de instrumentos efectivos para implementarlo. Organizaciones como Greenpeace y WWF instan a que los compromisos científicos del tratado sean ejecutables, con sanciones y seguimiento, no meros discursos.
El comercio actual descarga entre 1,1 y 8,8 millones de toneladas de plástico al mar cada año, mientras que sin intervención las proyecciones predicen entre 23 y 37 millones de toneladas para 2040. Frente a esto, el tratado representa una oportunidad única: instaurar un marco legal internacional y contundente para detener el flujo plástico hacia los océanos.
Entre otras agendas relevantes que se avanzaron, está el Tratado de Altamar (BBNJ), que busca proteger el 30% de los mares internacionales. Para lograrlo se necesitan 60 ratificaciones, de las cuales han firmado ya 55 países.
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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y sus delegados exigieron moratorias y control sobre las actividades industriales en aguas internacionales. También se discutieron las finanzas azules, que son propuestas de bonos y fondos específicos para conservar y restaurar ecosistemas marinos y costeños.
Las naciones latinoamericanas, con fuerte dependencia en recursos marinos, se encuentran directamente afectadas por la contaminación plástica y la sobrepesca. Un tratado robusto garantizaría estándares comunes, financiación para reciclaje y mejor gestión de residuos, y reduciría la entrada de plásticos importados.
La adaptación y acción regional dependerán de que este tratado evolucione más allá de lo simbólico, fortaleciendo la justicia ambiental y proporcionando herramientas efectivas para proteger los océanos y la biodiversidad.