

Por: Claudia Aranda. Fuente: Agencia Pressenza
(Imagen de Claudia Aranda)
Los titulares a menudo simplifican las razones detrás de los conflictos en Medio Oriente, reduciéndolos a programas nucleares o rivalidades sectarias. Sin embargo, una mirada más profunda revela una intrincada red de intereses geoeconómicos y logísticos que rara vez captan la atención mediática. Los recientes incidentes en Irán, aunque complejos en sus orígenes, invitan a una reflexión sobre cómo las rutas comerciales y la infraestructura de transporte están emergiendo como campos de batalla invisibles en la disputa por la influencia global.
Recientemente, una tesis informativa propuso una conexión directa entre los ataques a Irán y la inauguración de una nueva ruta ferroviaria China-Irán. La tesis señalaba que los primeros misiles impactaron casi al mismo tiempo que la apertura de esta ruta, parte de un acuerdo de 400 mil millones de dólares vinculado a la monumental Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI)* de China. Para esta perspectiva, la ruta, que permite a China enviar productos por tierra, evitando zonas de influencia y sanciones de EE. UU., posiciona a Irán como un nodo logístico clave —conectando el corredor Norte-Sur con Rusia, el Caspio e India; ofreciendo acceso terrestre a Irak, Siria, Turquía y el Mediterráneo; e integrándose con las vastas cadenas de suministro chinas—. La conclusión era que esta ruta debilita el control marítimo de EE. UU. en Ormuz y Suez, y al superar su aislamiento, Irán amenaza la hegemonía geoeconómica, explicando así los intentos de desestabilizarlo más allá de su programa nuclear.
Si bien esta tesis resalta una conexión temporal intrigante, es crucial abordarla con una perspectiva crítica. La coincidencia temporal, por sí sola, no establece una causalidad directa e irrefutable. La geopolítica en Medio Oriente es un entramado denso de conflictos históricos, rivalidades religiosas y tensiones por recursos y poder, haciendo que cualquier explicación lineal resulte una simplificación excesiva. Ataques e incidentes con Irán son recurrentes y multifacéticos, a menudo vinculados a la complejidad de la percepción internacional sobre su programa nuclear (aunque Irán no ha roto sus compromisos y ha estado bajo constante supervisión y negociaciones externas), su red de aliados regionales o las complejas dinámicas con actores como Israel y Arabia Saudita.
En este sentido, la ruta ferroviaria, aunque estratégicamente relevante, es más probable que sea un factor de preocupación futura o un irritante adicional, en lugar de la chispa principal de una confrontación militar inmediata. La vasta escala del comercio marítimo global y la inercia de las cadenas de suministro actuales implican que una nueva ruta terrestre, por importante que sea, tardará un tiempo considerable en alterar fundamentalmente la hegemonía marítima establecida.
Sin embargo, sería un error descartar por completo el núcleo de la tesis. Sus puntos válidos revelan una verdad fundamental: la infraestructura y las rutas comerciales son, efectivamente, piezas cruciales en el engranaje de la geopolítica. La nueva ruta ferroviaria es, indudablemente, un activo estratégico a largo plazo para China, permitiéndole diversificar sus vías de comercio y reducir la dependencia de rutas marítimas potencialmente vulnerables. Para Irán, la inversión en infraestructura y su integración en la BRI* representan una apuesta por el desarrollo económico y una mayor influencia regional, rompiendo el cerco del aislamiento. Este movimiento reconfigura las expectativas sobre su papel futuro en el flujo de bienes y energía, añadiendo una capa de complejidad a su relación con las potencias establecidas.
La Lógica Inquebrantable de la Hegemonía Comercial
Aquí es donde se ilumina una verdad histórica de proporciones colosales, una verdad tan ineludible como la Cordillera del Himalaya: las mayores guerras de la humanidad, e incluso los cambios sistémicos, geográficos y paradigmáticos que han redefinido nuestro mundo, se han producido como consecuencia y origen del control de las vías de comercio y por la aspiración a dirigir la hegemonía comercial.
Consideremos la trayectoria de Estados Unidos. Como abanderado del libre comercio, el capitalismo y, posteriormente, el neoliberalismo, se ha pasado la segunda mitad del siglo XX y un cuarto del XXI predicando las virtudes de un sistema abierto. Sin embargo, la ironía de la historia es que ahora que China, jugando con las propias reglas del capitalismo global, es la mayor potencia mundial desde hace años si se calcula con el pragmatismo de la comparación por Paridad de Poder Adquisitivo donde ya es primera potencia económica mundial, y que además ya es física y técnicamente imposible que Estados Unidos o cualquier otra potencia occidental la alcance en desarrollo tecnológico en todos los frentes, la respuesta del «Imperio» estadounidense, particularmente bajo la administración Trump, ha sido patear el tablero. Porque Trump lo sabe, y lo sabe todo aquel que no vive debajo de una piedra o perdiendo el tiempo en TikTok. Así, como el Imperio y su matón de barrio se saben perdidos con sus propias reglas, están barriendo con ellas y tratando de desliberalizar el mundo con muros proteccionistas, buscando ganar el juego a manotazos.
Este patrón no es nuevo. Desde mucho antes de la primera Ruta de la Seda, pasando por las expediciones marítimas que llevaron a la colonización global, hasta las intrincadas alianzas y conflictos que derivaron en las dos Guerras Mundiales del siglo pasado —guerras que, en gran medida, fueron contiendas por el control de recursos y mercados—, la historia nos grita esta verdad. Los acuerdos posteriores que delinearon las reglas del comercio y las finanzas globales (Bretton Woods*, GATT*/OMC*) fueron intentos de gestionar esta competencia inherente. Hoy, en la era de un desarrollo tecnológico que ha transformado radicalmente la conectividad, esta lógica persiste. Incluso en la ficción, como en «La Guerra de las Galaxias», donde el control de las rutas comerciales intergalácticas es un detonante central de conflictos, se refleja esta verdad fundamental. La «Guerra de las Galaxias» nos muestra cómo incluso en una galaxia muy, muy lejana, las disputas por el control del comercio y las rutas estelares pueden escalar a conflictos de escala imperial.
Los BRICS* y la Reconfiguración del Poder Global
Esta misma dinámica es palpable en la creciente influencia del grupo BRICS* (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y su reciente expansión con la incorporación de nuevos miembros como Irán, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Los BRICS* no son solo una agrupación económica; son una expresión concreta de la búsqueda de una arquitectura global más multipolar, donde las naciones emergentes buscan desafiar el orden económico y político dominado por Occidente.
La expansión de los BRICS*, y la participación de Irán en particular, refuerza la visión de un eje euroasiático que busca construir rutas comerciales y sistemas financieros alternativos, menos dependientes de las instituciones y la divisa occidental. Esto incluye el desarrollo de sistemas de pago propios, el uso de monedas locales en el comercio y la promoción de proyectos de infraestructura que, al igual que la ruta China-Irán, buscan diversificar y desoccidentalizar las cadenas de suministro globales. La relevancia de los BRICS* en este contexto es innegable: representan una vasta porción de la población mundial y del PIB global, y su consolidación subraya la creciente competencia por el control de los flujos de comercio, energía y capitales. Es una manifestación contemporánea de la misma lucha histórica por la hegemonía comercial que ha impulsado los grandes cambios y conflictos a lo largo de los siglos.
La importancia de no perder jamás esta perspectiva en el análisis geopolítico es primordial. Comprender la geopolítica de la infraestructura, el comercio y sus rutas es, en esencia, la tabla del uno para jugar al ajedrez estratégico global. Se trata de anticipar varias jugadas más allá, reconociendo que las justificaciones coyunturales de los conflictos a menudo ocultan motivos mucho más profundos y arraigados en la lucha por la supremacía económica y logística a lo largo de la historia.
*Aclaraciones de Siglas Económicas:
* BRI (Belt and Road Initiative): También conocida como la «Iniciativa de la Franja y la Ruta», es un megaproyecto de infraestructura global lanzado por China en 2013, que busca conectar Asia con Europa y África a través de redes terrestres (la «Franja Económica de la Ruta de la Seda») y marítimas (la «Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI»). Su objetivo es facilitar el comercio y la inversión, fomentando la conectividad y la cooperación entre los países participantes.
* Bretton Woods: Sistema monetario y de cooperación financiera internacional establecido en 1944 en una conferencia en Bretton Woods, New Hampshire, EE. UU. Dio origen al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (futuro Banco Mundial), y estableció el dólar estadounidense como la moneda de reserva global, fijada al oro, y las otras monedas a este. Este sistema buscó la estabilidad monetaria y el fomento del comercio tras la Segunda Guerra Mundial.
* GATT (General Agreement on Tariffs and Trade): El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio fue un tratado multilateral establecido en 1947 para liberalizar el comercio internacional mediante la reducción de aranceles y otras barreras comerciales. Funcionó como un foro para negociaciones comerciales y sentó las bases para la posterior creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
* OMC (Organización Mundial del Comercio): Organismo internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países. Se estableció en 1995, sucediendo al GATT, y su objetivo es ayudar a los productores de bienes y servicios, los exportadores y los importadores a llevar adelante sus actividades. Actúa como foro para las negociaciones comerciales y como mecanismo para resolver disputas comerciales entre sus miembros.
* BRICS: Acrónimo que inicialmente se refiere a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Es un grupo de economías emergentes que comparten un rápido crecimiento económico y una influencia creciente en la política global. Funcionan como una plataforma para la cooperación económica y política entre sus miembros, buscando una mayor representatividad y un contrapeso al dominio de las potencias occidentales en las instituciones globales. Recientemente, se han expandido para incluir a otros países, como se menciona en el texto.