

Por: Claudia Aranda. Fuente: Agencia Pressenza
SAFED, 16 junio, 2025 (Xinhua) -- Imagen del 16 de junio de 2025 de restos de un misil, en Safed, en el norte de Israel. Varios misiles fueron lanzados el lunes por la tarde desde Irán hacia Israel, lo que activó las sirenas de incursión aérea en Haifa y otras decenas de ciudades y comunidades en el norte de Israel y en los territorios ocupados de los Altos del Golán, señaló el ejército israelí. (Xinhua/David Cohen/JINI) (rtg) (oa) (vf) (Imagen de Xinhua)
La guerra entre Irán e Israel ha entrado en una fase crítica, no solo por la violencia directa entre Estados, sino por la imposibilidad creciente de acceder a una versión clara y verificable de los hechos. En las últimas 72 horas —desde la noche del lunes 17 de junio hasta la madrugada del jueves 19 (según hora local de Irán e Israel)— se han registrado bombardeos a instalaciones nucleares, contraofensivas masivas, amenazas al comercio global y una censura informativa que oscurece los límites entre propaganda, omisión y silencio intencional.
Lunes 17 de junio, 22:30 (UTC+4:30, hora de Irán)
Medios alternativos y fuentes OSINT comenzaron a reportar una ofensiva iraní contra el complejo de Glilot, en Herzliya, Israel. En ese lugar operan instalaciones del Mossad y la inteligencia militar Aman. Videos y fotografías obtenidos vía VPN muestran columnas de humo, evacuaciones y cortes eléctricos en la zona. Aunque el gobierno israelí impuso una orden de silencio militar, fuentes off the record señalaron al menos diez heridos entre personal del área técnica y de seguridad.
Martes 18 de junio, 04:00–06:00 (hora de Irán)
La Fuerza Aérea israelí ejecutó bombardeos simultáneos contra cuatro sitios clave en territorio iraní: Natanz, Fordow, Teherán y Karaj. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que fueron alcanzados el taller de TESA en Karaj y el Centro de Investigación Nuclear de Teherán, ambos involucrados en la producción de centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio y registrados bajo el Plan de Acción Integral Conjunto. Según el Ministerio de Salud iraní, los ataques causaron 585 muertos, incluidos 239 civiles, y más de 1.300 heridos.
Martes 18 de junio, 08:00 (hora de Israel)
Irán respondió con una ofensiva masiva: según cifras del propio gobierno israelí, se lanzaron más de 400 misiles balísticos y cientos de drones desde el 13 de junio hasta la noche del 18. El asesor de Netanyahu, Dmitri Gendelman, declaró que hubo al menos 40 impactos directos. La cifra oficial del Ministerio de Salud israelí habla de 24 muertos y 804 heridos. The Times of Israel, por su parte, reportó hasta 30 fallecidos y más de 600 heridos, mientras 3.800 personas fueron evacuadas en las zonas más afectadas.
Martes 18 de junio, 12:00–14:00 (hora de Israel)
En declaraciones desde Washington, el presidente Donald Trump exigió la “rendición incondicional” de Irán y anunció el despliegue de destructores, aviones F-35 y sistemas Patriot en el Golfo Pérsico. La respuesta de Teherán no se hizo esperar. El ayatolá Jameneí advirtió que cualquier intervención estadounidense directa “provocará daños irreparables”, según una declaración oficial difundida por su oficina de prensa.
Martes 18 de junio, 14:00–18:00 (hora de Irán)
La televisión estatal iraní anunció que el cierre militar del Estrecho de Ormuz sería “inminente” si EE.UU. interfiere directamente en el conflicto. Aunque el paso marítimo no ha sido clausurado, los mercados reaccionaron con fuerza: el petróleo Brent subió a 76,50 USD y el WTI a 74,80 USD. Varias aseguradoras marítimas suspendieron temporalmente las coberturas para rutas que cruzan esa vía estratégica.
Miércoles 19 de junio, 22:00 (hora de Irán)
El OIEA, a través de su director Rafael Grossi, declaró oficialmente que no tiene evidencia alguna de que Irán esté desarrollando armas nucleares. La afirmación, que coincide con el ataque israelí a instalaciones previamente supervisadas por el organismo, refuerza las críticas contra la narrativa israelí de “prevención defensiva”.
Censura cruzada: Irán bloquea, Occidente maquilla
Desde la noche del martes 18, Irán mantiene un apagón parcial de internet, con limitación de acceso a redes sociales, mensajería cifrada y medios extranjeros. A pesar de estas restricciones, han circulado imágenes desde Qom, Yazd y Teherán que muestran hospitales colapsados, viviendas destruidas y cadáveres en zonas civiles.
En Israel, la prensa tradicional no ha reportado oficialmente el ataque al Mossad en Herzliya ni ha mostrado imágenes directas de los sitios impactados. Pero donde la censura directa no alcanza, opera la administración editorial. Medios como BBC, CNN y The Guardian han construido una narrativa centrada en la estabilidad institucional y la eficacia defensiva israelí. Imágenes de explosiones y destrucción aparecen intercaladas con planos de calles limpias, operativos ordenados y autoridades en control. La sensación predominante es que el impacto fue contenido y la respuesta, ejemplar. Lo que no se muestra —los sistemas saturados, los fallos defensivos, el agotamiento médico— queda fuera del marco. Periodistas que trabajan para cadenas internacionales han admitido off the record que se les ha restringido el acceso a zonas críticas y que algunas coberturas fueron directamente censuradas o reeditadas antes de su publicación.
Guerra de cifras, guerra de versiones
Según datos del ejército israelí difundidos por el general Effie Defrin, la operación “León Naciente” ha atacado 1.100 objetivos diferentes en todo Irán desde el inicio de la ofensiva. En palabras del propio Defrin: “Seguiremos atacando en todas partes de Irán […] hasta alcanzar todos los objetivos”. El OIEA confirmó que dos de esos blancos —TESA y el Centro de Investigación de Teherán— eran instalaciones bajo monitoreo internacional.
Las cifras de muertos y heridos, tanto en Irán como en Israel, varían según la fuente. En Irán se habla oficialmente de 585 muertos, pero organizaciones iraníes con sede en Europa sugieren que los fallecidos podrían superar los 1.800. En Israel, las diferencias entre lo declarado por el gobierno y lo reportado por medios independientes alcanzan los 600 heridos y una decena más de muertos.
La intervención que no se reconoce
Aunque Estados Unidos no ha lanzado misiles, su implicación ya es un hecho. Su despliegue aéreo y naval, el control parcial del espacio aéreo y la amenaza explícita de involucramiento convierten cualquier apelación a la neutralidad en una forma diplomática de hipocresía. La retórica defensiva se cae ante la evidencia material: satélites, cazas, bloqueos económicos, bases cercanas y cooperación en inteligencia.
No se trata de prevención ni de disuasión: se trata de control geopolítico y presencia imperial. No están allí para proteger vidas civiles, sino para proteger sus intereses.
En suma, esta guerra ya no se libra solo con armas: se libra también con narrativas. Las bombas caen, pero también las palabras. Lo que no se dice pesa tanto como lo que se anuncia. La censura directa en Irán y la manipulación mediática en Occidente son dos rostros de la misma moneda: controlar lo que se puede ver, para controlar lo que se puede pensar.
En una guerra como esta, la neutralidad no es una opción. Callar es complicidad. Narrar sin omitir, señalar sin disfrazar y escribir aunque duela —eso es lo que aún puede salvarnos de convertirnos en repetidores del poder. Porque cuando se calla lo esencial, lo que arde no es solo el cielo. También arde la verdad.