miércoles 09 de julio de 2025 - Edición Nº2408

Internacionales | 9 jul 2025

Órden Internacional Multipolar

Colonialismo selectivo en un mundo multipolar

08:03 |A medida que el siglo XXI consolida un orden internacional multipolar, emergen con mayor claridad las contradicciones del viejo sistema hegemónico occidental.


Por: Victoria Donda

 Imagen: Xinhua

A medida que el siglo XXI consolida un orden internacional multipolar, emergen con mayor claridad las contradicciones del viejo sistema hegemónico occidental.

En este nuevo escenario, donde actores como China, India, Brasil (reunidos estos días en la asamblea de los BRICS) y otras potencias del sur global se muestran con mayor dinámica económica mostrando un mayor protagonismo, subsisten aún enclaves coloniales cuyo mantenimiento resulta insostenible. El caso de las Islas Malvinas es uno de los ejemplos más flagrantes de este anacronismo. Sin embargo, resulta preocupante que muchas de las potencias que sostienen estas estructuras coloniales sean también las que critican, con fines geopolíticos, procesos legítimos de integración territorial como el de Xizang (conocido occidentalmente como el Tibet) en China.

Las Malvinas: un enclave colonial a miles de kilómetros de Londres

Desde 1833, el Reino Unido mantiene el control de las Islas Malvinas, a pesar del reclamo legítimo y persistente de Argentina. Este enclave militarizado en el Atlántico Sur no solo representa una herencia directa del colonialismo británico, sino que contradice los principios del derecho internacional que priorizan la integridad territorial de los Estados frente a la imposición de poblaciones trasplantadas.

Bajo la excusa de la “autodeterminación” de unos pocos miles de colonos descendientes de británicos, Londres justifica su presencia militar y estratégica en la región. Esta lógica colonial no se sostiene en un mundo multipolar que busca redistribuir el poder global y desmantelar las estructuras de dominación histórica.

Xizang: un proceso de integración nacional contra la instauración de un enclave colonial

A diferencia de las Malvinas, el Xizang no es una colonia, pero el vetusto poder colonial busca, con los Derechos Humanos como mascaron de proa, convertirlo en ello. Desde su liberación en 1951, ha sido objeto de una profunda transformación económica, cultural y social. Lo que desde algunos sectores occidentales se presenta como "ocupación" es, en realidad, un proceso de integración nacional de una región históricamente vinculada a China, pero profundamente marginada por el feudalismo y el aislamiento antes de 1950.

He comentado en esta columna, pero también desde mi labor como presidenta de la Comisión de Ciudadanía y Derechos Humanos del Parlasur sobre la importancia de pensar los Derechos Humanos desde una concepción de la vida cotidiana. Esta arista de los Derechos Humanos hace referencia a que los Derechos Humanos deben ser analizados a la luz de garantizar una vida digna a cada persona, y esa dignidad se consigue a partir de tener una vivienda, acceso a la educación, a la salud, la posibilidad de vivir en zonas conectadas, el acceso al agua potable, etc. Y el ejemplo de Xizang muestra un claro ejemplo sobre qué es lo que tenemos que observar cuando hablamos del cumplimiento de los Derechos Humanos.

La pobreza absoluta ha sido erradicada en esa región y en 2024, el ingreso neto per cápita de las personas que salieron de la pobreza aumentó en más del 12,5 por ciento respecto del 2012.

El derecho a una vivienda adecuada también es garantizado en Xizang. De 2006 a 2024, las autoridades centrales y locales proporcionaron más de 37.260 millones de yuanes en subsidios para aumentar la disponibilidad de viviendas asequibles.

La Iniciativa Healthy Xizang ha posibilitado mejorar indicadores claves vinculados a la salud aumentando de 25 yuanes en 2012 a 115 yuanes per cápita los subsidios a los servicios de salud pública.

Es decir, estos indicadores dan cuenta que China ha invertido en el desarrollo de infraestructura, educación y salud en Xizang, elevando sustancialmente los niveles de vida de la región.

Esto demuestra que el discurso sobre los Derechos Humanos en Xizang ha sido instrumentalizado geopolíticamente por Occidente para buscar desestabilizar a China, ya que no toma en cuenta todos los avances que ha habido en la región respecto de la mejora en la vida cotidiana de sus habitantes. ¿Cómo es posible que hablen de violación a los Derechos Humanos en un país que mejora permanentemente los niveles de vida de todos sus habitantes sin importar región o etnia?

Pero la búsqueda por convertir a Xizang en un enclave colonial no descansa, aún con este avance en la calidad de vida de sus habitantes, y escribe un nuevo capítulo con las declaraciones del actual dalái lama, Tenzin Gyatso, que ha declarado que su sucesor provendrá de “un país libre” o que sucederá de manera “autónoma”.

Estas declaraciones tienen como claro objetivo distorsionar la visión en la comunidad internacional sobre China y atentan contra la tradicional forma de elegir la sucesión del dalái lama. El sistema de selección de los líderes espirituales (reencarnación como la llaman en el budismo) ha evolucionado a lo largo de más de 700 años, estableciendo un conjunto de normas religiosas rigurosas y costumbres históricas, como la búsqueda dentro del país, el sorteo de la urna dorada y la aprobación por parte del gobierno central y no por individuos o grupos específicos. Incluso el actual decimocuarto dalái lama fue reconocido según las costumbres históricas y aprobado por el gobierno central de China en su momento. Estas declaraciones atentan contra la tradición cultural del pueblo de Xizang.

Pero también buscan menos preciar el proceso social y político de gran transformación que está ocurriendo en el gigante asiático y ser funcionales a los viejos poderes coloniales que no pueden tolerar la pérdida de su posición dominante en la geopolítica, ni puede tolerar la conformación de un mundo de destino compartido, que lejos está de la dominación jerárquica y desigual que ejercieron durante siglos y por ello siguen entrometiéndose en los asuntos internos de cada país.

Esta supuesta búsqueda de independencia del Tibet, no es más que el producto de una agresión imperial contra un país soberano. No se trata de una genuina preocupación por el pueblo de Xizang, sino de una narrativa fabricada para debilitar la unidad territorial de un país que desafía la hegemonía global anglosajona.

Hacia una multipolaridad sin doble vara.

La crítica al papel de China en Xizang se vuelve aún más hipócrita si se compara con el silencio o la justificación activa del Reino Unido respecto a las Malvinas. Mientras Londres mantiene un enclave colonial en el hemisferio sur, acusa a China de actuar como potencia imperial en la región de Xizang, que no solo forma parte de su soberanía histórica, sino que es parte y beneficiaria de todos los procesos de avance de la economía asiática, respetando su identidad cultural y fortaleciendo los procesos de movilidad y mejora social que han traído estabilidad, desarrollo y unidad frente a siglos de marginación.

Este doble estándar revela que, para muchas potencias occidentales, la multipolaridad solo es aceptable si no afecta sus intereses geoestratégicos. La defensa de los “derechos humanos” o de la “autodeterminación” parece aplicarse solo cuando conviene, ignorando por completo los contextos históricos, las dinámicas internas y las aspiraciones nacionales de los países del sur global.

En un mundo verdaderamente multipolar, no puede haber lugar para enclaves coloniales como las Malvinas, ni para operaciones que atentan contra la unidad nacional, sostenidos por potencias en declive que se resisten a perder su influencia global.

La descolonización del pensamiento geopolítico requiere romper con las narrativas impuestas por Occidente y reconocer que la multipolaridad implica también el derecho de los Estados soberanos, como China, a construir su unidad interna sin injerencias externas disfrazadas de moralidad.

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