miércoles 09 de julio de 2025 - Edición Nº2408

Cultura | 9 jul 2025

Libros ilustrados

«Humo», una oda al mundo antes de que el rito colectivo de fumar se convirtiera en una pieza de museo

08:10 |La dupla integrada por el escritor británico John Berger y el artista turco Selçuk Demirel articulan un candoroso ensayo visual no excento de humor sobre un pasado que, al menos para ellos, sin dudas fue mejor.


Por: Juan Pablo Cinelli

La dupla integrada por el escritor británico John Berger y el artista turco Selçuk Demirel articulan un candoroso ensayo visual no excento de humor sobre un pasado que, al menos para ellos, sin dudas fue mejor.

Traducir es un trabajo ingrato. No se trata de una alusión a lo malpagos que suelen estar todos los oficios vinculados al lenguaje y la escritura (y, por qué no, a la cultura en general), aunque eso también es verdad. Más bien es una observación sobre la gran dificultad que implican algunos de sus procedimientos específicos. Entre ellos, tal vez el de mayor complejidad sea el de trasladar el sentido de una lengua a otra, que quizás no dispone de las herramientas adecuadas para conseguirlo. En el caso de la traducción esas herramientas son las palabras.

Ocurre a menudo que el traductor no cuenta con la palabra justa para abarcar con precisión el universo de sentidos del texto de origen. Cuando eso pasa, debe decidir cuál de las opciones a su alcance se adapta mejor al objetivo de que el nuevo texto replique el espíritu de aquel original. De esa imposibilidad de convertir a la traducción en una acción similar a la de tomar una foto nace el concepto del traductor como traidor.

"Humo", una oda al mundo antes de que el rito colectivo de fumar se convirtiera en una pieza de museo

John Berger

Foto: Eamonn McCab

Humo, el libro realizado por el escritor británico John Berger y el ilustrador turco Selçuk Demirel (La Marca Editora), es un buen ejemplo de lo anterior. Se trata de una especie de panegírico que Berger le dedica al acto de fumar, o al menos así es en un principio. La forma que Berger elige para su relato remite a la estructura de los cuentos para chicos, decisión que revela la naturaleza irónica y juguetona del libro. “Hubo un tiempo en el que hombres, mujeres y (en secreto) niños fumaban”, dice el escritor, luego de un prólogo breve acerca del humo como un signo que tanto puede servir para revelar (“Nunca hay fuego sin humo”) como ocultar (“cortina de humo”).

Se trata de una añoranza de aquel tiempo en el que “mientras fumábamos juntos, intercambiábamos nuestras visiones del mundo”. Fumar como una forma de compartir, tanto una charla como un cigarrillo. Como un arqueólogo, Berger recuerda un mundo donde era posible fumar en cualquier parte y “los ceniceros eran artilugios de hospitalidad”. Por supuesto, se trata de un mundo extinto al que, sin embargo, el autor recuerda con cariño.

El mundo a través del humo

“Fumar fue declarado mortal” y los fumadores, “asesinos involuntarios”, dice enseguida. Pero si la primera mitad de Humo es una remembranza con algo de nostalgia (una saudade, para usar una palabra más adecuada pero intraducible, tomada del portugués), la segunda es un manifiesto.

"Humo", una oda al mundo antes de que el rito colectivo de fumar se convirtiera en una pieza de museo

Selçuk Demirel

Foto: Lyliane Adra

Porque a partir de ahí, Berger habla de una “campaña de demonización” contra los fumadores, que de a poco fueron siendo expulsados de todos los espacios comunitarios y condenados a la categoría de perversos solitarios. Y si el libro había comenzado como una oda para continuar como anatema, Berger decide terminarlo con una diatriba, recordando que mientras los fumadores fueron arrojados fuera del paraíso, el calentamiento global no se detiene. Incluso se permite señalar con el dedo, recordando un caso puntual: el de Volkswagen falseando los informes sobre las emisiones de gases de sus automoviles.

Los dibujos de Demirel, impresionistas, elocuentes, se complementan con la poética del texto. Pero además subrayan el espíritu romántico que habita en la visión que Berger construye en torno al acto de fumar como rito colectivo.

Si el lector llegó hasta acá, seguro se está preguntando qué tiene que ver con el libro todo el asunto de la traducción y sus dificultades. Ocurre que en inglés la palabra “smoke” se usa como equivalente del verbo “fumar”, pero también del sustantivo “humo”. La apertura de una sola palabra en dos distintas le quita a la traducción cierta musicalidad, proveniente de la repetición. Ante esa encrucijada, el traductor debió elegir cuál de esas acepciones resultaba la adecuada para utilizar en el título del libro. Afortunadamente no se equivocó.

humo ilustración del ilustrador turco Selçuk Demirel

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