lunes 14 de julio de 2025 - Edición Nº2413

Medio Ambiente | 13 jul 2025

El litio es la raíz del siglo XXI.

Bolivia y el litio, entre el orgullo y la paciencia

Reservas estimadas 23 millones de toneladas (33,6% del total mundial) es la número 1 del mundo. Producción 2023 casi nula (0,0% de la producción mundial). Valor estimado más de US$ 460.000 millones (33,6% del valor global). Datos del Servicio Geológico de EE.UU.


Por: Mauricio Herrera Kahn

SALAR DE UYUNI, Bolivia. Mayo 04, 2011 (Xinhua)

No hay país sin destino si cuida su raíz. El litio es la raíz del siglo XXI. Y Bolivia ya la tiene en sus manos.

Reservas estimadas 23 millones de toneladas (33,6% del total mundial) es la número 1 del mundo. Producción 2023 casi nula (0,0% de la producción mundial). Valor estimado más de US$ 460.000 millones (33,6% del valor global). Datos del Servicio Geológico de EE.UU.

Bolivia posee las mayores reservas de litio del planeta, pero aún no tiene producción industrial relevante ni una cadena de valor consolidada. No es un país pobre, es un país saqueado con dignidad intacta. Tiene los recursos, tiene la historia y sobre todo tiene el litio. Pero mientras el mundo corre por el mineral blanco como si fuera sangre para los autos eléctricos, Bolivia camina a su propio ritmo. Esa paciencia que para algunos es atraso, podría ser su mayor poder.

El llamado triángulo del litio (Chile, Argentina, Bolivia) concentra más del 60 por ciento de las reservas globales. Bolivia, con el Salar de “Uyuni” como epicentro. También hay potencial en los salares de Coipasa en Oruro y Pastos Grandes en Potosí. Salar de Uyuni: ≈ 21 millones de toneladas. Proporción del salar en el total del país: ≈ 91 %. Esto significa que prácticamente toda la riqueza de Bolivia en litio está bajo la superficie del Salar de Uyuni, siendo el mayor yacimiento único en el planeta.

Aun así en 2023 Bolivia solo facturó unos US$ 180 millones por litio y derivados. La producción fue baja. Pero el 100 por ciento de esa cifra queda en manos del Estado. No hay concesiones privadas. Toda la cadena está bajo control de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). Un modelo soberano sí, pero aún en desarrollo. Y en disputa porque cada paso estatal molesta a los que quisieran manejar el litio como manejaron la plata o el cobre.

El litio boliviano es más difícil de procesar. Está más mezclado con magnesio lo que encarece su separación. Requiere tecnología, inversión y soberanía. Y Bolivia ha preferido construir esa soberanía antes que repetir la historia del estaño, el gas o la plata. Por eso el litio es 100 por ciento estatal. No hay SQM ni Albemarle. Ningún privado puede explotarlo sin asociarse con YLB. No hay concesiones abiertas. Solo un Estado que eligió ser dueño de su subsuelo.

Hoy YLB opera tres plantas claves:

1. Planta Piloto de Carbonato de Litio en Llipi, Potosí
2. Planta Industrial de Cloruro de Potasio inaugurada en 2018
3. Planta Industrial de Carbonato de Litio, que entró en operación en 2023

En 2023 Bolivia produjo solo 1.400 toneladas de carbonato de litio. Muy por debajo de las 40.000 a 60.000 toneladas que producen Argentina o Chile. El objetivo oficial es alcanzar 100.000 toneladas anuales hacia 2030, con plantas modernas y tecnología DLE (extracción directa).

Para acelerar este camino, Bolivia firmó dos acuerdos estratégicos: uno con el consorcio chino CATL BRUNP CMOC por US$ 1.400 millones para construir dos plantas con tecnología DLE y otro con la empresa rusa Uranium One Group del gigante estatal Rosatom, para desarrollar nuevos proyectos. Ambos respetan la soberanía nacional. YLB conserva el control de los recursos y participa en las utilidades. China y Rusia ponen la tecnología pero no se llevan ni el salar ni la propiedad. Cada planta proyectada tendrá capacidad para 25.000 toneladas anuales acercando a Bolivia a los grandes productores hacia 2026–2027.

Pero Bolivia no quiere ser solo exportador de salmuera. Su meta es crear una cadena de valor completa, desde la salmuera hasta las baterías y autos eléctricos. En 2019 ya inauguró su primera planta piloto de baterías. Hoy busca atraer fábricas de cátodos, electrolitos, componentes estratégicos y ensamblaje de baterías completas.

¿Ambicioso? Sí. ¿Lento? También. ¿Digno? Absolutamente.

Bolivia quiere que el litio genere empleo, tecnología y soberanía. Que no termine en manos de multinacionales que operan desde paraísos fiscales. Y eso incomoda. Porque hay países y empresas que prefieren un litio sin Bolivia. O una Bolivia sin Estado.

¿Qué falta?

1. Aumentar eficiencia de plantas actuales
2. Superar cuellos tecnológicos en la extracción
3. Ampliar infraestructura logística
4. Formar más técnicos y científicos nacionales
5. Acelerar nuevas plantas en operación

Y sobre todo blindar políticamente la soberanía sobre el litio. Porque cada vez que Bolivia avanza aparece una crisis, un sabotaje, un golpe o una campaña internacional. Ya ocurrió en 2019. El litio no es solo un mineral. Es geopolítica.

El salar calla, pero no olvida. A cada amanecer blanco sobre Uyuni el litio recuerda que fue evaporado mil veces por el sol pero nunca por el olvido.

Bolivia tiene el recurso. Tiene la dignidad. Tiene la historia. Solo falta el tiempo. Y el tiempo a veces se pone del lado de quienes no traicionan su raíz.

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