lunes 14 de julio de 2025 - Edición Nº2413

Internacionales | 14 jul 2025

Aumento o Castigo por Aranceles.

Las bombas arancelarias de un aspirante a Dictador.

09:46 |El miércoles, 9 de julio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicó en su plataforma Truth Social, una carta dirigida al presidente Lula da Silva en la que anunciaba unos nuevos aranceles del 50% sobre todos los productos brasileños que deberán entrar en vigor ya a partir del 1 de agosto.


Por: Rogério Reis Weber

Imagen creada por IA.

El miércoles, 9 de julio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicó en su plataforma Truth Social, una carta dirigida al presidente Lula da Silva en la que anunciaba unos nuevos aranceles del 50% sobre todos los productos brasileños que deberán entrar en vigor ya a partir del 1 de agosto, pero en su carta no justificó porque acusa a Brasil de “prácticas comerciales desleales e injustas”.

Así que, Trump ya empieza mal escribiendo una carta a Lula en su red social saltando las vías diplomáticas habituales que exigen cierto cuidado y decoro en la comunicación entre jefes de Estado, y lo hace utilizando un argumento impreciso o falso. Partiendo de esta premisa, avanzó sugiriendo una descompensación en las relaciones comerciales entre ambos países que tan solo beneficiaban al país suramericano.

Esto no es verdad ya que, en la balanza comercial entre los dos países, es Estados Unidos quién se queda con superávits desde el año 2009, o sea, en los últimos 16 años.  En este periodo, la ventaja a favor del país del norte ultrapasa los 92 mil millones de dólares.  Además, si comparado con el obtenido de otros países, el comercio con Brasil representa el sexto mayor superávit de Estados Unidos.

En el parrafo siguiente Trump sigue su carta, pero ahora con otro argumento, que evidencia razones netamente políticas y para nada económicas. Empieza a tejer alabanzas al expresidente Jair Bolsonaro y reclama del tratamiento que la justicia brasileña viene dando al expresidente.

Sobre el expresidente Bolsonaro hay que recordar que él está inhabilitado hasta 2030 y en breve será juzgado por incentivar los ataques a las sedes de los tres poderes en Brasilia ocurridos el 8 de enero del 2023, y considerado, muy correctamente por la Suprema Corte de Brasil, como un ‘intento de abolición violenta del Estado democrático de derecho’.

Bolsonaro responderá también por ‘pertenencia a una organización criminal armada’ que tramó los asesinatos del presidente – Luis Inácio Lula da Silva, de su vicepresidente – Geraldo Alckimin y del ministro de la Suprema Corte – Alexandre de Moraes, entre otros delitos a los que ha sido imputado y que, sumando las penas, podrán llevarlo a más de 40 años de cárcel si es condenado. 

Para Trump, que escapó “mágicamente” de los delitos por los que ha sido imputado y que no fue punido en su país por incentivar los ataques al Capitolio, el 6 de enero del 2021, o sea dos años antes que Brasil, el hecho de que Bolsonaro sea juzgado por esto le parece una “caza a las brujas” y una “vergüenza internacional”.

Antes de finalizar su carta Trump menciona un tercer motivo para sus medidas arancelarias en contra de Brasil. Critica las “centenas de órdenes secretas e ilegales” de la Suprema Corte de Brasil que según él estarían “violando la libertad de expresión de ciudadanos estadounidenses en las redes sociales y censurando las plataformas de los Estados Unidos amenazándolas con multas millonarias y expulsión del mercado brasileño”.

No me detendré en este último argumento ya que, para explicarlo bien, más vale que escribiera otro texto.  Diré apenas que me parece muy valiente y loable el esfuerzo de los magistrados brasileños de limitar los abusos de poder que las grandes empresas de tecnología, como por ejemplo la X de Elon Musk, ejercen para intentan influenciar las elecciones de Brasil y otras regiones del mundo.   Vale recordar aquí en el año 2019 el multimillonario Elon Musk asumió haber ayudado a financiar el golpe contra Evo Morales en Bolivia, interesado que estaba, y sigue estando, en pillar los recursos minerales de este y de otros países de la región de la forma más mafiosa posible. Son para empresarios y amigos (o ex amigos) estadounidenses de este tipo que Trump exige que la Suprema Corte de Brasil haga la vista gorda.

 

La reacción de los economistas

El día siguiente del anuncio de Trump, varios economistas, brasileños y de otros países, criticaron las medidas adoptadas por el republicano, pero destacaremos aquí las declaraciones de dos premios nobeles de economía estadounidenses, que no solo condenaron las medidas de Trump, como han defendido la postura comercial y las instituciones democráticas de Brasil.

En entrevista a la CNN Brasil, Joseph Stiglitz, vencedor del Nobel de Economía en 2001, dijo que Trump “es un matón que utiliza los aranceles como arma” y alertó que esta forma de tasar otros países es “prejudicial, ineficaz y sintomático de una visión distorsionada de la economía global”. Dijo aún que además de “no tener ningún sentido económico, las motivaciones de Trump son políticas y es un intento del presidente estadounidense de intervenir en la soberanía y en la justicia brasileña de forma completamente indebida”. Añade que, de seguir así, “Trump causará inflación y otros problemas económicos para los Estados Unidos, que estos aranceles son ilegales y que serán, probablemente, objeto de una disputa judicial en los Estados Unidos” que, para Stiglitz, están perdiendo su credibilidad.

Ya Paul Krugman, también ganador del nobel de economía en 2008 y profesor en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, fue todavía más duro en sus críticas a Donald Trump. En un artículo publicado en el site Substack, Krugman dice que estas medidas representan un “programa de protección a dictadores”, que todo “se resume en punir a Brasil por llevar el expresidente Bolsonaro a juicio” y que es “un intento de Trump para ayudar a otro aspirante a dictador”

Para el economista, los últimos actos de Trump suponen un nuevo rumbo en las políticas arancelarias de EE. UU que él clasifica como “perversas y megalomaníacas”.     

Para justificar el título de “megalomaníaco” dado al anuncio de Trump, el economista utilizó estadísticas del año 2022 de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que indican a los principales parceros comerciales de Brasil.

Los datos muestran que el principal parcero comercial de Brasil es China que recibe un 26,8% de sus exportaciones. Luego está la Unión Europea con un 15,2%, EE. UU es el tercero con 11,4%, seguido de la Argentina (4,6%), Chile (2,7%) y otros países o bloques con un 39,3%.

Según cálculos del gobierno de Brasil las exportaciones para los Estados Unidos representan tan solamente el 1,7% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

Con estos dados Krugman lanza la siguiente pregunta: “¿Trump realmente cree que puede utilizar sus aranceles para intimidar una nación enorme, que ni siquiera depende del mercado estadunidense, a abandonar su democracia? 

El economista también fue contundente al afirmar que “si Estados Unidos aún tuviese una democracia funcional, esa apuesta contra Brasil sería por si sola la base para el impeachment de Trump”.  Y concluye advirtiendo: “De cualquier modo, no ignoremos este hecho. Estamos delante de otro paso terrible hacia la espiral descendiente de nuestro país.

 

Repercusiones en la prensa Internacional

En algunos de los medios informativos más influyentes del mundo, las razones de Trump para imponer aranceles tan altos a la segunda mayor economía del continente americano no han repercutido de forma muy positiva, para el presidente de Estados Unidos.

Los nuevos gravámenes de 50% superan en mucho a los 10% anunciados a principios de abril. En este listado estarán petróleo, zumo de naranja, café, cacao, carne bovina, hierro, acero, piezas de avión o incluso las aeronaves enteras de la empresa Embraer.  

El periódico británico The Guardian habla de un déficit comercial imaginario y que hay un error flagrante de información en la carta de Trump enviada a Brasil.

Otro periódico británico, el Financial Times, apunta que la información de Trump es falsa y la red británica BBC sigue la misma línea, además de apuntar semejanzas entre Trump y Bolsonaro ya que ambos se han rehusado a reconocer públicamente sus derrotas electorales.

El The New York Times dijo que la tensión entre los dos países ha surgido de una hora para otra insinuando que las medidas de Trump son extrañas e injustificadas.  

El The Washington Post sugiere que lo que nortean los aranceles de Trump a Brasil son cuestiones personales y no tienen una lógica estrictamente comercial.

Para el francés Le Monde, Estados Unidos utiliza los aranceles a Brasil para apoyar a Bolsonaro y declarar guerra a Lula.

Bueno, aquí justo me detengo, justo en esta afirmación del Le Monde.

¿Por qué declarar guerra a Lula? ¿Qué hizo o qué está haciendo Lula?

Las políticas de inclusión social y redistribución de renta de Lula en sus dos primeros mandatos son ampliamente conocidas y le otorgaron reconocimiento y respeto internacional. Con esto Lula dejó la presidencia de Brasil con una amplísima aprobación popular, algo alrededor del 80%.  Suficiente para indicar a una de sus ministras para sustituirle en el cargo y lograr que ganara a pesar de la desesperación de una elite económica que pretendía detener esta marcha de beneficio jamás vista o vivida por el pueblo trabajador del país.

Muy honesta, pero sin las mismas habilidades políticas y el carisma de Lula, Dilma Rousseff sufrió un impeachment en la mitad de su segundo mandato bajo acusaciones que luego fueron rechazadas por la justicia, pero el daño ya estaba hecho y un largo proceso de lawfer se había instalado con la complicidad de una prensa hegemónica que siempre prestó obediencia a las oligarquías local e internacional. Estas oligarquías nunca miraron con muy buenos ojos al PT de Lula y Dilma.

En medio de este largo proceso de lawfer, Lula también es acusado de una serie de delitos sin ninguna prueba evidente y finalmente es preso. ¡Esto provocó una conmoción tal que dispara una campaña internacional por su liberación, la campaña Lula Libre!

Sin pruebas, el proceso contra Lula es anulado por la Suprema Corte que luego lo reconoce como un “error histórico” pero, claro, ya se habían pasado 580 días de cárcel, lo suficiente para debilitar las bases del partido de los trabajadores (PT) y hacer con que Bolsonaro, hasta entonces solo un diputado sin mucha proyección y un ex militar defensor del periodo dictatorial en Brasil, fuera logrando el apoyo necesario de esta elite económica mezquina, de los sectores religiosos más conservadores del país, y con el silencio o una postura acrítica de los grandes medios de comunicación nacionales que llevaron Bolsonaro a ganar las elecciones presidenciales del 2018. 

No cabe, y tampoco pretendo, enumerar aquí todas las medidas y programas sociales que considero fueron fundamentales para el crecimiento social y económico que experimentó Brasil en los gobiernos de Lula y Dilma, pero quiero señalar el sentimiento de interrupción y retroceso que se vivió en Brasil durante todo el gobierno de Bolsonaro.

Creo, en fin, que, a pesar de los esfuerzos de los sectores ya mencionados para mantener a Bolsonaro en el poder, su derrota en las elecciones del 2018 se debe a estos retrocesos en programas de inclusión social, lógicamente en su gestión desastrosa de la pandemia, pero quizás sobre todo por una polarización marcada por discursos de odio que creó una atmósfera muy envenenada y de la que los brasileños han querido salir.

Así que volvió Lula para un tercer mandato. Era la única figura capaz de cohesionar a una apaleada izquierda. Tan apaleada que su presencia se redujo mucho tanto en el comando de los Estados como en las cámaras baja y alta del Congreso brasileño. Era pues más necesario que nunca componer un gobierno con varios partidos de centro-derecha, algunos incluso ex apoyadores de Bolsonaro, o sea, el famoso y fisiológico “Centrão”.

Así arrancó este tercer mandato de Lula. Con algún que otro enemigo viviendo al lado y sin un claro perfil de izquierdas, pero con compromisos de seguir ampliando los sueldos, de generar empleos, fortalecer y crear algunos ministerios para atender a lo que los cínicos del momento  llamarían de pautas de la cultura Woke  (el medio ambiente, las mujeres, los colectivos LGTBQIA+, los pueblos indígenas, la negritud, etc) fortalecer los programas sociales que sufrieron un desmonte en la gestión de Bolsonaro y con una, digamos, llamativa promesa de poner al pobre en el presupuesto y al rico en el impuesto (de renta). Y es increíble que en condiciones tan desfavorables Lula esté logrando colocar poco a poco su agenda.

La resistencia de los golpistas bolsonaristas en el congreso, sabotea frecuentemente todo lo que puede, pero la eminente prisión de Bolsonaro es una amenaza en el horizonte que frena de cierto modo la actuación de la extrema derecha en Brasil y entorpece los intereses de las oligarquías locales e internacionales.

Es justamente ahí donde reside el peso de los argumentos de Donald Trump para justificar los aranceles sobre Brasil. 

Es más, de lo que decía el diario Le Monde, es más que una guerra a Lula. Es una batalla entre visiones del mundo radicalmente opuestas. Son prioridades, valores e incluso estilos de vida distintos que chocan en este momento histórico.

A nivel interno Lula y su gobierno traban una batalla con el Congreso para tasar a las grandes fortunas, reducir impuestos a los más pobres y reducir las inmensas desigualdades de Brasil.

A nivel regional comanda el Mercosur donde influye y comparte su visión social con presidentes de países como Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay o Colombia.

A nivel mundial es fundador y el representante de Brasil en los BRICS junto con Rusia, India, China y Sudáfrica. El bloque económico sigue en crecimiento y actualmente cuenta con otros 6 países asociados que juntos suponen más del 40% del PIB mundial ultrapasando en mucho al Producto Interno Bruto de los países que componen el G7.

Este bloque económico tiene un banco, el NDB (Nuevo Banco de Desarrollo en su sigla en inglés) cuya presidenta es, mira por dónde, la economista y expresidenta de Brasil – Dilma Rousseff. Este banco anunció en la pasada cumbre del bloque en Rio de Janeiro, los días 6 y 7 de julio, que fomentará la financiación de proyectos mutuos basado en la solidaridad entre los miembros y lo hará utilizando monedas de los países que lo componen, o sea, desapegados del dólar.   

No cabe aquí hacer un análisis de todo lo que supuso este encuentro de los BRICS en Rio de Janeiro, pero queda evidente que el bloque es un actor importante para este mundo más multipolar por el que Lula aboga y representa.  

Así que para Brasil tasas del 50% y para aquellos que, como el propio Trump afirmó, apoyen la dirección económica del BRICS, tasas del 10%.

Pero bueno, Canadá acaba de ser tasado en un 35%, la Unión Europea y México recibieron ayer, sábado, 12 de julio, unos gravámenes del 30% y así seguirá el multimillonario Donald Trump en su bombardeo arancelario ilegal e injusto pero que, de algún modo, pone en evidencia una forma de gobernación mundial que ya no da más de sí.   Así seguirá Donald Trump hasta que él perciba, o hasta que percibamos todos, que ir en contra de la evolución de las cosas (y de la gente) es ir en contra de sí mismo.

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