martes 22 de julio de 2025 - Edición Nº2421

Internacionales | 21 jul 2025

Expansionismo Occidental.

La cooperación en el Sur Global: mito y redención

Entre el 12 de octubre de 1492 y el final del segundo milenio, el expansionismo occidental alcanzó una enorme influencia en la comunidad mundial.


Por: Toni Antonucci. Agencia Pressenza

(Imagen de Wikipedia.org)

Entre el 12 de octubre de 1492 y el final del segundo milenio, el expansionismo occidental alcanzó una enorme influencia en la comunidad mundial. Los imperios europeos, originados en países pobres en recursos naturales, desarrollaron un sistema para buscar y traer de en otros lugares las materias primas que alimentaran su crecimiento. A este sistema se le conoce como colonialismo. (Véase la Conferencia de Berlín, 1884).

Frente a la hegemonía occidental, en las últimas décadas se han intensificado las alianzas entre las regiones del Sur global.

Por ejemplo, durante los gobiernos de los presidentes Hugo Chávez y Muamar el Gadafi se celebraron tres Cumbres América del Sur-África (ASA), con el objetivo de unir los esfuerzos de ambos continentes, emanciparse de los viejos modelos de dominación externa y decidir con mayor libertad sobre su propio futuro.

El gobierno bolivariano de Venezuela promovió varias iniciativas de integración con otros países sudamericanos, en particular la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que busca una mayor independencia respecto a la influencia occidental, especialmente la de Estados Unidos.

En África, el gobierno de la Yamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista, apoyado en las reservas de oro de Libia, promovió la creación de un Banco Panafricano, cuyo objetivo era liberar a los pueblos africanos del endeudamiento sistémico con instituciones financieras occidentales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Acuerdos de Bretton Woods, etc.).

Asimismo, el gobierno libio propuso la creación de los Estados Unidos de África, mediante proyectos de infraestructura que aceleraran el crecimiento y la prosperidad de los pueblos del continente, cuna de la humanidad.

Este acercamiento entre proyectos emancipadores inquietaba profundamente a las potencias neocoloniales, a veces denominadas como la “Neo-Compañía de las Indias Orientales”.

Cuando los países del Sur intentan emanciparse de las antiguas hegemonías, sus representantes suelen ser acusados de toda clase de crímenes y demonizados por el discurso dominante occidental, hasta el punto de justificar su salida de la escena política o incluso su eliminación.

Occidente no ha escatimado esfuerzos para frenar el crecimiento de África. Gadafi fue asesinado en 2011 tras una intervención militar de la OTAN que no contó con resoluciones de la ONU y violó el derecho internacional, bajo el pretexto de la defensa de los derechos humanos. Así se evitó temporalmente la tan temida emancipación africana por parte de las élites de los países de la OTAN. El presidente Hugo Chávez murió en Venezuela en 2013 de una enfermedad no identificada.

Tras la muerte de estas dos figuras clave en la cooperación afro-sudamericana, los proyectos del Banco Panafricano y de los Estados Unidos de África quedaron temporalmente bloqueados, y la celebración de las Cumbres ASA se interrumpió tras tres ediciones: noviembre de 2006 en Abuya (Nigeria), septiembre de 2009 en Isla Margarita (Venezuela), y febrero de 2013 en Malabo (Guinea Ecuatorial). La cuarta edición, prevista para 2017 en Quito (Ecuador), nunca se realizó.

Sin embargo, el acercamiento entre los pueblos del Sur no terminó allí. Doce años después del último encuentro ASA, dos nuevos representantes de América del Sur y África se reunieron para reactivar la cooperación Sur-Sur. Esto ocurrió el 9 de mayo de 2025, durante las celebraciones por la victoria sobre el nazismo, que congregaron en Moscú a numerosos jefes de Estado.

En esa ocasión, el presidente venezolano Nicolás Maduro visitó a su homólogo burkinés Ibrahima Traoré en la embajada de Burkina Faso en Moscú. Actualmente existen 27 acuerdos bilaterales entre Venezuela y Burkina Faso en ámbitos como política, seguridad, ciencia y agricultura. Recientemente, ambos países han firmado 14 nuevos acuerdos en energía, minería, extracción de oro y petróleo. Venezuela mantiene la línea estratégica iniciada por el presidente Chávez hacia los países africanos, conocida como la “diplomacia de la Madre África”.

En relación con la tendencia hacia la cooperación entre los pueblos del Sur, cabe destacar que, desde el 1 de enero de 2025, los países BRICS han incorporado oficialmente nueve nuevos Estados “socios”. En conjunto, los miembros y asociados del bloque representan ahora el 51 % de la población mundial y el 40 % del PIB, sin contar los países que aspiran a unirse.

Finalmente, la práctica de la OTAN consistente en neutralizar a los jefes de Estado independentistas y patriotas no ha podido detener el crecimiento del Sur; probablemente incluso lo haya acelerado. Así, por ejemplo, Thomas Sankara fue asesinado en 1987, pero su mensaje de libertad e independencia se expande hoy entre los jóvenes africanos, para quienes representa un mito.

En septiembre de 2023, los gobiernos de Mali, Burkina Faso y Níger, en respuesta a intentos externos de desestabilización, crearon la Confederación del Sahel. Estos países, con el apoyo masivo de sus poblaciones, expulsaron las bases de la OTAN de su territorio, crearon su propia moneda, desarrollaron su industria y recuperaron sus recursos naturales en beneficio de sus pueblos.

Los países occidentales continúan aprovechándose de los recursos africanos a bajo coste y se muestran profundamente preocupados por su emancipación. Baste pensar en las décadas durante las cuales empresas energéticas occidentales como Areva abastecieron centrales nucleares en Europa y en todo el mundo con uranio extraído en Níger a precios irrisorios. Según las graves acusaciones del presidente nigerino Abdourahmane Tiani, Occidente también recurre al terrorismo para preservar sus privilegios en África.

A mediados de abril, el comandante del AFRICOM, Michael Langley, acusó falsamente al presidente de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, de irregularidades en el ejercicio de sus funciones. Cabe recordar que este tipo de acusaciones se ha utilizado con frecuencia para demonizar a patriotas incómodos antes de su destitución o eliminación. Como respuesta, el 30 de abril, con apoyo en las redes sociales, se difundieron centenares de manifestaciones no violentas en toda África y en las diásporas africanas del mundo. Redes pan-africanistas interconectadas exigieron a la OTAN “no tocar al presidente Traoré”, advirtiendo que, si algo le sucedía, “las representaciones de multinacionales occidentales en África y otros lugares podrían convertirse pronto en sitios menos seguros”.

Un aspecto que conviene destacar es que los pueblos del Sur —a pesar de siglos de injusticia— no son particularmente vengativos por naturaleza. Solo desean recuperar el control de su destino y permitir que sus hijos y nietos disfruten de la riqueza de su tierra.

Esto plantea varias preguntas en relación con Occidente y su brazo armado, la OTAN:

—¿Superará Occidente su complejo de superioridad integrándose nuevamente como miembro normal de la humanidad?

—¿Será capaz de procurarse honestamente los recursos naturales que necesita?

—¿Reconocerá el daño infligido a otros pueblos, se reconciliará, pedirá disculpas y reparará los perjuicios causados?

—¿Establecerá relaciones recíprocas con los demás en lugar de enfrascarse en guerras interminables por recursos?

—¿Asumirá un papel evolutivo en el nuevo orden mundial multicéntrico y unificador, orientado hacia una nación humana universal?

No habrá un verdadero progreso en el mundo si no es de todos y para todos.

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