Un mapa sin banderas pero con dueño.
1. El mundo se escribe con materias primas
El poder no está en los discursos, está en el subsuelo. No en las banderas sino en los yacimientos. Cada modelo económico, cada potencia militar, cada sueño de desarrollo depende hoy de minerales, granos, metales y energía. Sin litio no hay baterías, sin trigo no hay pan, sin uranio no hay plantas nucleares. Detrás de cada ciudad iluminada y cada celular encendido hay un sistema de extracción que empobrece a muchos para enriquecer a pocos. El siglo XXI no será digital si no es material. Y todo comienza en una mina, un río o un campo.
2. Veinte materias primas, una disputa global
El planeta funciona con más de cien materias primas esenciales pero hay veinte que lo sostienen. Son estas: litio, cobre, hierro, oro, plata, aluminio, petróleo, gas natural, carbón, tierras raras, coltán, níquel, manganeso, uranio, agua dulce, fosfato, grafito y cereales clave como trigo, maíz y soya. A ellas se suman el silicio y el hidrógeno verde. Todas son fundamentales para energía, transporte, defensa, alimentos, fertilizantes o infraestructura y todas están concentradas en pocos territorios. Las disputas geopolíticas de hoy ya no se explican solo por ideologías, se explican por esta lista.
Y esta lista no es neutra, es un mapa de poder. Quien controla estos recursos, controla el siglo XXI. No se trata de diplomacia, se trata de dominio. No se trata de cooperación, se trata de apropiación. Las guerras ya no se libran con banderas, se libran con contratos, sanciones y tratados que disfrazan el saqueo como inversión. África no es pobre: es rica en litio, coltán y oro. América Latina no es inestable: es codiciada por su cobre, agua y alimentos. Y Oriente Medio nunca fue solo petróleo: ahora también es gas y rutas estratégicas. El mundo no gira por valores, gira por materias primas.
3. Diez países, más del 90 por ciento
China, Rusia, Estados Unidos, Brasil, Australia, Canadá, India, Sudáfrica, Venezuela y Arabia Saudita concentran más del 90 por ciento de la producción o control sobre estas materias clave.
China • tierras raras (90%), litio procesado (70%), baterías eléctricas (80%), grafito (75%), cobre refinado (60%), imanes de tierras raras (80%)
Rusia • gas natural (17%), petróleo (12%), trigo (20%), uranio (8%), níquel (9%), aluminio (6%), fertilizantes (15%)
Estados Unidos • contratos de futuros agrícolas y energéticos (90% control global), producción propia marginal, pero control de precios en petróleo, gas, oro, maíz, trigo y cobre
Brasil • niobio (63%), hierro (8%), bauxita (13%), soya exportada en América Latina (50%)
Australia • litio (46%), hierro (38%), carbón metalúrgico (30%), oro (20%)
Canadá • uranio (7%), oro (4%), litio (3%), potasa (10%), inversiones mineras globales (20% vía bolsa de Toronto)
India • hierro (8%), bauxita (5%), carbón térmico (9%), trigo (3° productor mundial)
Sudáfrica • manganeso (39%), platino (70%), cromo (45%), oro (10%)
Arabia Saudita • petróleo (17%), reservas probadas globales (2° después de Venezuela), gas licuado (10%)
Venezuela • petróleo (18.2% de reservas probadas), hierro (3%), oro (5%), bauxita (15% potencial regional)
Los que dominan estos recursos, dominan los términos del comercio mundial.
4. África, el continente que da todo y recibe nada
África tiene más del 30% de los minerales estratégicos del planeta pero sigue exportando sin valor agregado y bajo control extranjero.
• Níger posee el 5% del uranio mundial, explotado en su mayoría por la francesa Orano. En 2023, más del 80% de sus exportaciones fueron a Europa, mientras la población sufría cortes de energía.
• República Democrática del Congo (RDC) es líder mundial en cobalto y coltán, explotado por Glencore (Suiza) y China Molybdenum. El 72% del cobalto exportado en 2022 fue procesado en China.
• Botswana produce más del 20% de los diamantes del mundo, controlados por De Beers (Reino Unido).
• Angola exporta petróleo crudo por más de 25.000 millones de dólares anuales, casi todo operado por TotalEnergies (Francia), Chevron (EE.UU.) y Sinopec (China).
• Sudáfrica y Gabón controlan el 40% del manganeso mundial, pero procesan menos del 5%.
África exportó en 2023 más de 150 mil millones de dólares en materias primas pero el 75% de esa riqueza fue facturada fuera del continente. El mapa de los recursos no coincide con el mapa del desarrollo.
5. América Latina, el banco sin caja fuerte
América Latina concentra litio, cobre, hierro, bauxita, petróleo, oro y cereales. Pero no controla el precio, ni la cadena productiva.
• Chile es el principal exportador mundial de cobre (5,6 millones de toneladas) y segundo en litio (40.000 toneladas de LCE), pero no tiene participación en la producción global de baterías.
• Argentina tiene las segundas mayores reservas de litio y exportó en 2023 más de 900 millones de USD en este mineral. Pero el 95% fue extraído por Livent (EE.UU.), Allkem (Australia) y Ganfeng (China).
• Brasil lidera en hierro (400 Mt/año), niobio (90% del mercado), bauxita y soya (152 Mt), pero Vale y Bunge concentran el negocio.
• Venezuela tiene hierro (Cerro Bolívar), petróleo, bauxita y oro, pero las sanciones y la corrupción frenan la soberanía productiva.
• Perú es segundo en plata, tercero en cobre y oro, pero las mineras más grandes que operan en su territorio son extranjeras: Freeport, Newmont y Glencore.
América Latina produce para el mundo pero el mundo decide cuánto paga.
6. Canadá y Australia, la trastienda del extractivismo
• Canadá tiene menos del 3% del litio mundial, pero controla yacimientos en EE.UU., Argentina, Namibia y Chile. Es el mayor financiador de junior mining en el mundo. Empresas como Allkem, Lithium Americas y Nemaska lideran desde Toronto.
• Produce 500 toneladas de litio al año, pero controla más de 10.000 en operaciones externas.
• En 2023, exportó 21 mil millones de USD en minerales. Solo el 35% fue procesado localmente.
• Australia es el mayor productor global de litio (86.000 toneladas LCE en 2023) y segundo exportador de hierro (900 Mt). Tiene gigantes como Pilbara Minerals y Mineral Resources. Pero el 75% del litio se vende a China sin valor agregado.
Ambos países hacen minería con bandera ajena, son los bancos de materias primas del sistema occidental.
7. China, el poder que procesa lo que no tiene
China importa materias primas y exporta hegemonía tecnológica.
• Refina el 70% del litio global, el 60% del cobre y casi todo el grafito.
• Controla el 90% de las tierras raras, y produce el 80% de los imanes necesarios para autos eléctricos y turbinas eólicas.
• Tiene presencia en más de 120 proyectos mineros en África, Asia y Sudamérica.
• En 2023, invirtió 10.200 millones de dólares en adquisición de activos mineros en el exterior.
Su poder no es tener minas, es tener fundiciones. Mientras otros extraen, China transforma y vende.
8. Estados Unidos, el poder que fija los precios
• El COMEX y el NYMEX fijan los precios mundiales del oro, cobre, plata, gas y petróleo.
• El CBOT domina el comercio de trigo, maíz y soya.
• Las mayores empresas de trading agrícola (Cargill, ADM, Bunge) y de metales (Goldman Sachs, Glencore, Trafigura) operan desde Wall Street o Chicago.
• Controla los contratos de futuro, impone el dólar como moneda transaccional, y tiene la última palabra en cualquier disputa financiera.
EE.UU. no cava pozos, fija precios y mueve conflictos. Afganistán tiene litio, Irak tenía petróleo, Ucrania tiene trigo y uranio. Nada es casual.
9. Rusia, energía, comida y supervivencia
• 17% del gas mundial, 12% del petróleo, 20% del trigo, 8% del uranio, 9% del níquel.
• Produce 70 millones de toneladas de cereales estratégicos.
• En níquel, Nornickel es una de las principales compañías del planeta.
• Rosatom controla la exportación de tecnología nuclear.
• El bloqueo de Occidente reconfiguró su mapa: más comercio con China, India, Irán, Turquía y Brasil.
Rusia usa la energía como palanca geopolítica y resiste no con slogans, sino con toneladas.
10. ¿Cuánto tiempo queda de estas materias?
• Litio: 30 años de reservas globales (USGS, 2024)
• Cobre de alta ley: 40 años
• Coltán: 20 años
• Uranio accesible: 50 años
• Hierro: 60 años
• Níquel: 70 años
• Manganeso: 30 años
• Tierras raras: 25 años
• Oro puro: 20 años
• Agua dulce: el 70% ya está comprometida
El planeta no se va a acabar pero las reservas fáciles sí. Y no hay acuerdo internacional sobre cómo compartirlas ni cómo protegerlas. La transición energética acelera la demanda, pero no cambia el modelo: sigue siendo extractivo, desigual y suicida.
11. Los pueblos siguen esperando
• En Jujuy, comunidades indígenas resisten la expansión del litio sin consulta.
• En Calama, trabajadores del cobre exigen reinversión en sus territorios.
• En Níger, niños estudian a oscuras mientras su uranio ilumina París.
• En Bolivia, el litio se promete como esperanza, pero aún no se industrializa.
• En RDC, las minas de cobalto crecen, pero también la explotación infantil.
Las materias primas no son solo materiales, son contratos, son fronteras, son heridas abiertas. Y si no cambian las reglas, seguirán siendo eso: promesas para unos pocos, ruina para muchos.
12. Epílogo
El modelo debe romperse. Las materias primas no pueden seguir saliendo al precio que impone el mercado, ni bajo contratos secretos firmados hace 40 años. Se necesita soberanía industrial, empresas nacionales fuertes, alianzas regionales solidarias y justicia ambiental.
Se debe construir un sistema donde el litio no solo se extraiga, se transforme. Donde el cobre no solo se exporte, se integre. Donde el agua no se privatice, donde el uranio no alimente armas, sino ciencia. Donde el oro no sostenga fortunas sucias, sino reservas públicas. Donde la plata no adorne élites, sino tecnologías médicas. Donde el aluminio no se regale a fundiciones extranjeras, sino levante trenes propios. Donde el carbón no contamine pulmones, sino se extinga con dignidad. Donde las tierras raras no alimenten imperios, sino soberanías emergentes. Donde el coltán no financie guerras, sino conecte escuelas. Donde el níquel no engorde bolsas privadas, sino baterías nacionales. Donde el manganeso no sea desecho, sino valor agregado. Donde el fosfato no agote suelos, sino nutra cultivos justos. Donde el grafito no escape sin impuestos, sino vuelva en industria. Donde el trigo no sea negocio, sino pan. Donde el maíz no sea transgénico, sino sagrado. Donde la soya no reemplace selvas, sino respete pueblos. Donde el silicio no se exporte crudo, sino en chips propios. Donde el hidrógeno verde no se licite al mejor postor, sino se guarde para la historia.
Hay que dejar de pedir permiso para usar lo que es nuestro. Hay que romper el mapa, dibujarlo de nuevo y esta vez con justicia. Porque no se trata solo de minerales, se trata de pueblos.
Y esta vez no deben quedar fuera del contrato.