lunes 18 de agosto de 2025 - Edición Nº2448

Salud | 4 ago 2025

Neurodivergencias.

No más recluidas y recluidos, en un ocultamiento social discriminatorio

De acuerdo con diversos estudios realizados se estima que entre el 15 a 20% de la población chilena son personas neurodivergentes.


Por: Agencia Pressenza

(Imagen de Rafael Edwards)

Datos y leyes
De acuerdo con diversos estudios realizados se estima que entre el 15 a 20% de la población chilena son personas neurodivergentes.

La neurodivergencia, que puede presentar o no discapacidades, abarca una amplia gama de condiciones y limitaciones funcionales que generan desafíos en la participación y autonomía en entornos que no se encuentran adaptados y se permean con el estigma, prejuicio, discriminación y desconocimiento que presenta nuestra sociedad en relación con el tema.

Las acciones realizados en materia de neurodiversidad, como la Ley de Autismo (Ley 21.545, promulgada el año 2023) y el aumento de salas y equipos multidisciplinarios, son un avance
importante en la inclusión, atención integral y protección de los derechos de personas con trastorno del espectro autista (TEA) en los ámbitos social, de salud y educación, otorgando
fundamentales beneficios como la igualdad de oportunidades, la educación inclusiva, la atención preferente en salud y el acceso a apoyos y ajustes razonables en diversos ámbitos. Sin embargo, la implementación efectiva de esta ley requiere un esfuerzo continuo y coordinado de todos los actores involucrados y presenta desafíos pendientes, muy importantes, como el financiamiento adecuado, la capacitación de profesionales que tengan relación y funciones laborales con personas TEA, el acceso equitativo a diagnósticos, tratamientos y apoyos independiente de su ubicación geográfica o nivel socioeconómico y la existencia de campañas permanentes de sensibilización para promover una mayor comprensión y aceptación del tema en la sociedad.

Cuando nos referimos a las personas neurodivergentes y a políticas públicas que los beneficien, debemos considerar como pilar fundamental la experiencia empírica de quienes presentan esta condición. Aún en este siglo, se enfrentan a uno de los principales obstáculos que es la aceptación en la sociedad. La no comprensión de lo que significa ser neurodivergente conlleva a una serie de prejuicios, que terminan en comportamientos discriminatorios y la exclusión social que influyen en su autoestima y bienestar emocional. Si a esto se suma la imagen negativa y estigmatización, en su cotidianeidad experimentan continuamente el rechazo social y la victimización en entornos laborales, educativos y/o sociales, siendo empujados a usar el enmascaramiento para encajar dentro de un sistema neuro típico que no considera sus necesidades particulares. Los mitos aún existentes tienen a muchas y muchos recluidos y ocultos dentro de su núcleo familiar, sin aportar laboralmente a la sociedad y sintiéndose poco valoradas y aceptadas en sus comunidades. Si bien en Chile no hay datos específicos sobre la tasa de desempleo de personas con TEA, varias investigaciones afirman que presentan tasas más altas que la población general y personas con otras discapacidades y cifras internacionales (Universidad de Drexel, 2015; y Autismo Europa, 2014) estiman que la tasa de desempleo de esta población es de al menos 70%.

La inercia de la discriminación
Otro factor para considerar es el acceso inadecuado a instituciones y recursos, ya sean educativos, sanitarios o comunitarios, puesto que muchas instituciones no disponen de programas adaptados a las necesidades específicas de las personas y profesionales expertos en el tema, lo que impide una comunicación e interrelaciones efectivas y la participación social activa, principalmente en los ámbitos laborales y educativos. Las demandas en la interacción que se les hace de estos aspectos pueden resultar particularmente estresantes En este sentido coincidimos y respaldamos las observaciones críticas realizadas desde la FEDERACIÓN NACIONAL DE AUTISMO, (FENAUT) referidas al lenguaje inapropiado usado por la mayoría de la población, profesionales y autoridades, al referirse al tema, lo que demuestra la falta de conocimiento, empatía y valoración de este segmento de la población. Hoy existen distintas agrupaciones de personas neurodivergentes, en condición de discapacidad, que evidencian fallas en la interacción con instituciones gubernamentales para coordinar agendas, conocer programas y optar a recursos, pues los datos de cada agrupación, y de quienes las componen, están desactualizados en las instancias burocráticas del Estado desconociéndose mayoritariamente tales instancias de organización, como opción para trabajar sobre sus derechos. La falta de apoyo, la sensación de aislamiento y la sensación de ser diferente puede llevar a altos niveles de ansiedad y depresión que contribuyen al deterioro del bienestar emocional. Adicionalmente, la falta de recursos adecuados para abordar la salud mental también puede intensificar estos problemas, lo que representa un obstáculo considerable para mejorar su calidad de vida. Y por cierto coincidimos, que las y los connacionales adultos con esta condición, siguen esperando salir de la discriminación, y recibir los beneficios discutidos y aprobados, al igual que hoy lo hacen las niñeces.

Por una sociedad diversa, que nos humanice
La verdadera inclusión para este grupo humano debe enfrentar múltiples desafíos en diversos ámbitos, incluyendo la educación, el empleo y la sociedad en general, pues va más allá de la
simple presencia o la mera aceptación de la diversidad. Es un proceso continuo que requiere cambios en la mentalidad, la cultura y las estructuras para superar las barreras existentes y que
requiere esfuerzos coordinados para eliminar prejuicios reconociendo y apreciando las diferencias individuales, adaptar entornos y ambientes donde las personas se sientan parte integral de una comunidad donde sus voces son escuchadas y sus contribuciones son valoradas, promover la igualdad de oportunidades y participación activa eliminando los impedimentos físicos, sociales y actitudinales para que todas las personas puedan acceder a los mismos espacios y oportunidades de crecimiento y garantizar el acceso a recursos y los apoyos necesarios para un buen vivir.

Hoy en día, la necesidad es reconocer y apoyar a las personas neurodivergentes. Esto no sólo fomenta la diversidad sino también ayuda a construir una sociedad más equilibrada y empática
que valora las habilidades y competencias únicas de cada individuo.

Redacción colaborativa de César Anguita Sanhueza, M. Angélica Alvear Montecinos, Guillermo Garcés Parada y Ricardo Lisboa Henríquez. Comisión de Opinión Pública

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