

Por: Rodrigo Arce Rojas. Fuente: Pressenza.
Ello no es de extrañar, porque todos somos herederos del positivismo que separa las ciencias naturales de las ciencias forestales. En términos generales el pensamiento cartesiano que se plasma en el propio método científico usa como estrategia de pensamiento el análisis, la fragmentación, la especialización. Así se ha separado la ciencia de la filosofía, la ciencia de las humanidades, la ciencia de las artes. Coloquialmente esto se grafica en la expresión “zapateros a tus zapatos”. Aunque esta forma de pensamiento ha sido muy efectiva, y lo seguirá siendo, tiene dificultades para enfrentar la complejidad de la realidad (o realidades). Con la emergencia de los enfoques de complejidad ya se podría reformar la expresión a “zapatero a tu poesía”. Ello daría cuenta de una voluntad interdisciplinaria, incluso indisciplinaria.
La división entre dimensiones ambientales sociales, económicas y ambientales solo es un artificio o estrategia de conocimiento. Ninguna dimensión es un sistema cerrado y todos se imbrican en mayor o menor medida. Lo mismo pasa con la política que no está separada de los bosques.
Para poder precisar el carácter político de los bosques precisemos los diversos entendimientos de lo que significa la política. Así la política puede estar asociada con las siguientes ideas: Arte de gobernar y buscar el bien común, actividad estatal e institucional, campo de conflicto y soberanía, práctica cotidiana y micropolítica, red de interacciones humanas y no humanas, espacio cosmopolítico donde conviven múltiples mundos, gestión socioecológica de territorios y bienes comunes, entre otros. En resumen la política es polisémica pues alude a la diversidad de actores (incluyendo a otros-que-humanos, o más que humanos), decisiones, gobierno, gestión de poder, gestión de las diferencias, controversias y conflictos, gestión de la buena convivencia. La pregunta inicial toma un nuevo sentido ¿Es posible diferenciar lo técnico de lo político? La respuesta es negativa.
De manera convencional hacemos una separación entre el ser humano y los bosques, como también separamos las ciencias naturales de las ciencias sociales. Requerimos en una perspectiva de complejidad que los actores de la política no se reducen a humanos sino que también incorporan a los otros-que-humanos y los más que humanos. Los seres tierra de los que habla Marisol de la Cadena.
Para reforzar el reconocimiento de la estrecha interrelación entre bosque y político necesitamos tomar en cuenta las siguientes consideraciones:
Pasar de verlo como un simple “recurso natural” (“recurso forestal”) a comprenderlo como un actor político con agencia propia. Asimismo, reconocer que los bosques no son meros paisajes, sino espacios donde se negocian poderes, saberes y modos de habitar el mundo. La crisis socioecológica actual (cambio de uso de la tierra, deforestación, extractivismo, ilegalidad, cambio climático, corrupción) muestra que las decisiones sobre los bosques son profundamente políticas. El destino de los bosques no solo se decide desde los actores directamente interesados e involucrados con los bosques, sea por fines de conservación, aprovechamiento o restauración, sino por actores “extra-forestales”. Como ya hemos podido apreciar no hay actores extra porque todos habitamos el planeta y conjuntamente con los bosques, somos cohabitantes. Ello implica reconocer los factores directos o indirectos de la deforestación por ejemplo, es decir, los factores directos como los factores subyacentes y estructurales.
Es importante inspirarse en la cosmopolítica de Isabelle Stengers, Mario Blaser o Marisol de la Cadena, entre otros, pues el “mundo común” no se limita a lo humano pues múltiples actores (humanos, otros-que-humanos y más que humanos) participan en la configuración de lo político. Así, tenemos que reconocer el bosque como espacio de encuentro y conflicto entre especies, economías, culturas y formas de vida. El bosque entonces ha transitado desde el reconocimiento del bosque como asunto político hasta el concepto de bosques políticos en tanto tienen incidencia en nuestras vida, directa o indirectamente, sea que lo reconozcamos o no lo reconozcamos.
El concepto de bosque político alude al territorio vivo que no solo es gestionado, sino que interviene en las relaciones de poder a través de su materialidad, biodiversidad, espiritualidad y capacidad de sostener o colapsar formas de vida. Tanto en la dimensión simbólica pues los bosques encarnan narrativas culturales, cosmologías y luchas por el sentido del territorio como en la dimensión material: El bosque incide en economías locales y globales (madera, carbono, agua, biodiversidad).
Es importante reconocer la voz del bosque: Es decir, las ontologías relacionales que incluyen a los árboles, animales, ríos y espíritus como interlocutores legítimos. Esto es un desafío a la política moderna antropocéntrica pues exige ampliar la noción de ciudadanía o agencia para incluir entidades más-que-humanas.
Tenemos que reconocer que la deforestación y acaparamiento de tierras como expresiones de poder económico y geopolítico y los bosques como escenarios de luchas indígenas y campesinas frente al extractivismo. Asimismo el papel de los bosques en resistencias locales y transnacionales: alianzas entre comunidades, ONG, científicos y artistas. De ahí la importancia de reconocer y cuidar a nuestras defensoras y defensores ambientales.
Se requiere narrar los bosques como espacios de cuidado y reciprocidad, no solo de explotación. En tal sentido, la necesidad de reconocer la literatura, arte y ecopoética como herramientas para sensibilizar y politizar la mirada sobre el bosque. De ahí la importancia que adquieren la Biopoética, Ecopoética y la Cosmopoética (Arce, 2025). Desde las Humanidades Forestales pensar el bosque como archivo vivo de historias humanas y no humanas.
Las limitaciones del reconocimiento de los bosques políticos radica en que estos valiosos aportes de la ciencia y la filosofía no están representados en los currículos universitarios por lo tanto no forma parte de la formación del profesional forestal y tampoco están plasmados en la administración pública, privada y la institucionalidad global. Ello no impide que vayamos discutiendo y aportando en la dirección de la convivencialidad.
Más allá de profesionales forestales, los forestales son ciudadanas y ciudadanos y por tanto no escapan a las alegrías, angustias y tristezas en el país (y también el mundo). Por lo tanto se encuentran en un marco cultural y comunicacional. Lamentablemente, no solo en el Perú pero esto no es consuelo, se está imponiendo la agenda y narrativa del extremismo político con fuerte peso de expresiones neoliberales y posneoliberales que pone la acumulación en el centro de la vida, por lo tanto una nueva teología entorno a los dioses dinero y mercado. Con ello se exacerban los procesos extractivistas y de devaluación de los derechos humanos, derechos indígenas, derechos de la naturaleza. El problema de fondo es que se ha perdido el valor de la razón y la razón se impone sin razones, sin argumentos, o en todo caso privilegiando razones de mercado o la descalificación fácil. Cuánta falta nos hace sentipensar y corazonar.
Referencias
Arce, R. (7 de agosto, 2025). Ecopolítica. [Vídeo] Youtube. La Plataforma CB. Son. Color. 51 min. https://www.youtube.com/watch?v=yjGboKZh7As
Arce, R. 2023. Ciencias forestales para la vida. Revista Forestal del Perú 38(2): 157178. DOI: https://doi.org/10.21704/rfp.v38i2.2074
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Vandergeest, P., & Peluso, N. L. (2015). Political forests. En The International Handbook of Political Ecology (pp. 162–175). Edward Elgar. Elgar Online
Rodrigo Arce Rojas: Doctor en Pensamiento Complejo por la Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín de México. Magister en Conservación de Recursos Forestales por la Universidad Agraria La Molina, Perú.