miércoles 13 de agosto de 2025 - Edición Nº2443

Derechos Humanos | 12 ago 2025

Detener la Violencia.

No puedes detener las guerras si no detienes la violencia

Es paradójico que muchos reclamen el fin de las guerras sin reconocer el tema fundamental de la violencia. Si ahora no es el momento de abordar finalmente la violencia, ¿cuándo será?


Por: David Andersson. Fuente: Agencia Pressenza.

Es paradójico que muchos reclamen el fin de las guerras sin reconocer el tema fundamental de la violencia. Si ahora no es el momento de abordar finalmente la violencia, ¿cuándo será? Debemos nombrar y desafiar todas sus formas, religiosas, económicas, políticas, psicológicas, culturales, sexuales y demás, porque la violencia en cualquier forma es la resistencia primordial para la paz.

Pedir la paz sin abordar la violencia es como una persona sin hogar que pide dinero en la calle: no llega muy lejos. La paz no se puede lograr ignorando las fuerzas sistémicas y generalizadas que sostienen la violencia. Sin abordar la violencia subyacente, la paz sigue siendo un objetivo vacío e inalcanzable.

La violencia no resuelve nada: solo perpetúa el conflicto. Los esfuerzos diplomáticos fracasarán a menos que aborden directamente el papel de la violencia. ¿Cómo podemos esperar que aquellos que perpetúan la violencia o se benefician de ella sean los que construyan la paz? Debemos hacernos las preguntas difíciles: ¿Quién se beneficia con la promoción de la violencia? ¿Cuán grande es el mercado para ello? ¿La democracia misma se ha sometido a su influencia? ¿Por qué la discusión honesta sobre la violencia es tan rara? En verdad, casi todos los aspectos de la vida humana, directa o indirectamente, se intersectan con violencia.

Hay muchos ejemplos de transformación rápida cuando se abordan las raíces de la violencia. Fíjate en Medellín, Colombia, la segunda ciudad más grande del país, enclavada en el Valle de Aburrá de los Andes. Conocida como la «Ciudad de la Primavera Eterna» por su clima benéfico durante todo el año, Medellín fue una vez infame por su violencia. En sólo 20 años, se ha transformado en una ciudad vibrante e innovadora. Sus atractivos culturales y su ambiente acogedor son un testimonio del poder del cambio cuando se enfrenta la violencia. La transformación de Medellín fue una campaña estratégica e inclusiva que combina infraestructura, cultura, política social e innovación para navegar por cuestiones complejas en torno a la equidad social, la memoria y la seguridad.

En Mogadiscio, Somalia, los efectos de años de guerra civil y control de los paramilitares comenzaron a disiparse después de que militantes de Al-Shabaab se retiraran en 2011. La ciudad se embarcó en una reconstrucción significativa, con la colaboración internacional, incluso con Turquía y la diáspora somalí, para reconstruir la infraestructura, revitalizar los espacios públicos e impulsar las actividades económicas. Estos esfuerzos han contribuido a un entorno más estable y seguro para sus residentes.

En Jos, el estado de Plateau, Nigeria, la violencia comunal recurrente desde 2001 llevó a la puesta en marcha del Proceso de Diálogo Intercomunal del Foro de Jos en 2013. A lo largo de 16 meses y reuniendo a diversas comunidades, este diálogo culminó con la Declaración de Compromiso con la Paz, haciendo hincapié en la tolerancia, el respeto y la resolución de conflictos de manera no violenta. El resultado ha sido una coexistencia más pacífica entre las comunidades variadas de Jos.

Estos ejemplos demuestran que la paz es posible cuando la violencia se enfrenta directamente, no se ignora. Los individuos o sistemas violentos nunca entregarán la paz, son el obstáculo, no la respuesta. El único camino a seguir es aceptar, colectivamente y sin consesiones, que la violencia no funciona. Hasta que lleguemos a esa comprensión, la paz seguirá fuera de nuestro alcance.

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