

Por: Agencia InnContext
En el marco de una serie de conversaciones del Democracy at Work Fund, iniciativa impulsada por FORGE y Fundación Avina, especialistas de distintos países advirtieron que la informalidad laboral se ha convertido en un fenómeno global con raíces estructurales. Según los datos expuestos, el 61% de la fuerza laboral mundial, es decir, más de dos mil millones de personas, trabaja en condiciones informales, principalmente en el Sur Global.
“No es una elección voluntaria de los trabajadores, sino el resultado de estrategias empresariales para reducir costos mediante la externalización y el debilitamiento de las relaciones laborales”, se remarcó durante la sesión.
El debate mostró cómo la informalidad se manifiesta en diversos contextos: desde trabajadoras domésticas en Sudáfrica, hasta vendedores ambulantes en Ghana, agricultores rurales en Brasil y pescadores migrantes en Taiwán. En todos los casos, las mujeres, migrantes y grupos racializados enfrentan tasas desproporcionadas de empleo informal. Lauren Royston, del Instituto de Derechos Socioeconómicos de Sudáfrica (SERI), señaló que “el trabajo doméstico arrastra herencias de explotación colonial que persisten, y que por realizarse en hogares privados, la sindicalización es casi imposible”.
Los testimonios también dieron cuenta de respuestas innovadoras para enfrentar el problema. En Ghana, donde el 80% de la fuerza laboral es informal, Enoch Bioh, de la Unión de Trabajadores Informales (UNIWA), destacó la creación de cooperativas de crédito y el diálogo con gobiernos locales para mejorar la infraestructura de los mercados. En Brasil, Laíssa Pollyana, de CONTAR, mencionó caravanas jurídicas para regularizar a trabajadores rurales y campañas para garantizar que la formalización no implique más impuestos sin beneficios.
En Indonesia y Taiwán, la atención se centró en los pescadores migrantes, excluidos de toda protección laboral por las condiciones de trabajo en alta mar. Achmad Mudzakir, del Foro Silaturahmi Pelaut Indonesia (FOSPI), denunció que “hay 0% de inspectores laborales en puertos de escala” y explicó cómo usan GPS y WhatsApp para monitorear abusos. Estas estrategias, junto a alianzas transnacionales, buscan generar presión internacional y denunciar la pesca ilegal.
Los especialistas coincidieron en que la formalización es necesaria pero no suficiente, y que las soluciones deben adaptarse a cada contexto. Los modelos sindicales tradicionales requieren flexibilidad para llegar a trabajadores con empleos discontinuos, y el rol del Estado es clave para garantizar mecanismos de exigibilidad real. “Las soluciones deben ser tan interseccionales como la propia informalidad”, se subrayó, destacando que combatirla exige reinventar tanto las herramientas de protección laboral como las estrategias de organización colectiva.