jueves 14 de agosto de 2025 - Edición Nº2444

Cultura | 14 ago 2025

Persecución a la Cultura Popular.

En su aniversario, al centro histórico asunceno no le queda ninguna chispa

08:38 |Más de 10 mil personas abandonaron el centro de Asunción. A la desaparición de muchas fuentes laborales, los barrios de tierra baja quedaron atrapados en la marginalidad. En medio de ese abandono, ahora han logrado que una chispa se apague. Acá, la dura resistencia en el centro histórico de la capital del país.


Por: Julio Benegas. Fuente: https://elprisma.com.py/

En el Palacio de Justicia, Sebastián Coronel está sentado en el banquillo de los acusados. El día, afuera, está lleno de sol,ya cálido a esas horas, y de puestos de comida, bebidas y ropas. El tráfico, por Carlos Antonio López, no cesa. Los estacionamientos alrededor lucen repletos de autos. Coronel está acusado por ruidos molestos y contaminación del aire.

La fiscalía ha pedido cuatro años de prisión para el portavoz de La chispa, un espacio cultural que durante 10 años estuvo en Estrella entre Colón y Montevideo.

Ya en los últimos años, ocupaban la calle con doscientos artesanos, bandas de música, pop, rock, punk, folk rock.

El fenómeno, comunitario y popular, le había devuelto, los sábados y algunos domingos, ese ambiente de calle, de pueblo, de concurrencia. Algo que esa calle y alrededores tenían antes, con sus bares, sus comedores, su mercaditos, su Clorinda’i y sus recovas.

Ese corredor del considerado Centro Histórico de Asunción estaba unido indefectiblemente con el Puerto de Asunción, con sus barcazas de pasajeros y de cargas, y más hacia Varadero, con sus astilleros.

El antiguo microcentro era un lugar común de los habitantes de Varadero, Gaspar Rodríguez de Francia, San Antonio. Y más arriba, en el recodo del río Paraguay, en un barranco, los pobladores de Itapyta Punta se habían asentado allí atraídos por las fuentes laborales citadas como por el enorme silo y la molienda Molinos Harineros del Paraguay, todos ya desaparecidos.

Entre estos dos corredores populares, la fábrica de Cervepar (Pilsen) y Apal, y otras fábricas pequeñas de gaseosas, cañas y ya en los 80, el Hospital Militar.

“Yo bajaba del barco y caminaba por Colón, comía empanadas en Danubio, Leo o me tomaba una cerveza en El Rubio”, cuenta Benjamín Valiente, un docente concepcionero.

El centro, efectivamente, era muy popular, no solo de día. También de noche, con sus cines, sus bares y sus tiendas.

Pero de a poco el puerto de Asunción fue dejando de tener la centralidad, hasta que, finalmente, durante el gobierno de Horacio Cartes (2013-2018), lo mudaron a Villeta. Ya era el reino de los puertos privados, por donde, ya se sabe, se trafica “de todo”.

“La gente caminaba, tuvimos grandes pérdidas cuando se mudaron la cervecería, la Apal, luego el Hospital de Clínicas y finalmente el puerto. Muchas instituciones y negocios cerraron”, exclama Edgar Jara, dueño de Hamburguesería El Rubio, Gral. Díaz y Colón.

Un lugar que antes abría las 24 horas, ahora “sentimos la ausencia de gente. Lo que era la noche terminó, a veces alcanzás, con tus habitués, a las 12”.

El microcentro histórico fue cayendo en el abandono por las noches, y en varias calles también de día. El corredor de artesanías de Colón, antes florido, nutrido de gente, ahora aguarda, en unos pocos salones, algún antiguo cliente.

A la muerte de las fuentes laborales, se fue ensanchando la marginalidad en los barrios bajos, en aquellos barrios donde miles de familias se asentaron atraídos por esos centros laborales.

De un tiempo a esta parte, por las noches, abandonadas las calles, aparece la gente en muy mal estado, “que no entiende que es un lugar privado, que no entiende nada, arremete nomás”, reclama Edgar.

-¿Chespie?

-Sí, chespie.

Pero aun en decadencia, el precio de los alquileres no ha bajado lo suficiente como para repoblar. En medio del abandono nocturno, El Rubio paga más de G.4000.000 el mes.

“Hacemos el aguante. Yo ya estoy acá desde el 82”, dictamina Edgar Jara.

Pero no todos pueden hacer ese aguante. Willian Ortiz, cocinero de profesión, ya no pudo aguantar el precio del alquiler y debió abandonar su local, en la esquina de la Plaza Italia.

Así como para el microcentro, los barrios Varadero, Gaspar Rodríguez de Francia y San Antonio, Colón era un corredor que comenzaba con el Puerto de Asunción, un poco más al este, para las tiendas, las pensiones y los servicios varios lo era la estación del tren Carlos A. López.

Entre el Puerto de Asunción y el tren, y sus alrededores, trabajaba muchísima gente del barrio ubicado en el centro histórico, La Chacarita (Ricardo Brugada).

El pulmón de descanso, tereré y minutas al paso, la Plaza Uruguaya. Alrededor hasta ahora subsisten muchos negocios de la época, pero los hospedajes y varios servicios al menudeo desaparecieron como tales.

Algunos trabajadores pudieron reciclarse en el cuidado de autos, como Pablo Medina, pero “nada es como antes” y los hospedajes, mal que mal, sobreviven, también en el abandono, como hoteles de paso.

En tanto este fenómeno acontecía, al cerrarse las fuentes laborales, produciendo esto mayor marginalidad en los barrios de tierras bajas, el centro de Asunción se debatía en la desocupación de las viviendas por las antiguas familias.

Foto de Veo La Calle.

Así, de 31.746 habitantes en el censo del 2002, el censo del 2012 arrojaba una disminución contundente: 22.017 habitantes.

Casi 10.000 personas habían abandonado el centro.

En tanto esto ocurría, el flujo de capitales en inversión inmobiliaria se mudó al este de la ciudad de Asunción (Villa Morra, Santa Teresa, Trinidad, Campo Grande…), donde los edificios corporativos y los condominios presentan otro centro, otro eje. El eje denominado corporativo. Allí se construyeron edificios con departamentos hasta de dos millones de dólares.

Ese capital no llegó al microcentro, pero los precios de las antiguas casas se mantienen por las nubes. Aún con las veredas rotas, los cables revueltos y unos a agujeros por el retiro de las tapas del medidor de agua y de los cobertores de cobre de la antigua línea baja de teléfono.

Así, los antiguos dueños, los Zucolillo, los Sabe y también el Instituto de Previsión Social sostienen casas abandonadas, muchas de ellas completamente saqueadas por la marginalización galopante de la ciudad.

En este escenario de abandono, de desocupación principalmente nocturna, la actriz María Liz Barrios se siente insegura, y no sabe si tiene más miedo “de los pobres adictos en situación de calle o de los policías y los linces”.

Con los precios de alquileres que no bajan, o que no generan estabilidad en el precio, y de las casas por los aires, con una extrema pobreza en sus barrios bajos, el centro de Asunción “se siente marginalidad todo el día y de noche desolado e inseguro”, remate Barrios.

Efectivamente, por las noches parece que el centro no tiene habitantes. Pero son muchos los inquilinos y dueños que se encierran por las noches o que salen en sus autos buscando otros lugares de dispersión.

En ese mundo aparecen resistencias, muchas de ellas culturales; se recrean espacios, como los aglomerados en los Espacios Culturales del Centro de Asunción (Escuha) del cual es parte La Chispa.

Muchos de los pocos dueños que quedan “les molesta sobremanera la divergencia, lo distinto, la diversidad”, nos cuenta Ángel Pachín Centurión, fundador de La Chispa, en un intermedio del juicio que adentro de la sala 6, en el Piso 5, del Palacio de Justicia está a punto de dictar sentencia.

“¿Cómo, un juicio oral por ruidos molestos?”, exclama, sorprendida, la dramaturga Raquel Rojas.

Sí, hace unas horas condenaron a Sebastián Coronel a nueve meses de prisión con suspensión de la condena por contaminación del aire y polución sonora, con una norma que ya está caduca, según la abogada Emilia Yugovich.

“La Chispa es un modelo exitoso de construcción ciudadana, que impulsa la economía de la cultura, visibiliza a artistas emergentes y dinamiza el centro histórico”, sostiene la ministra Adriana Ortiz Semidei.

“Gracias a la Chispa, muchos artistas ganaron visibilidad y varios se convirtieron en referentes de la cultura paraguaya”, argumenta.

Así, a 488 años de la fundación de Asunción, Estrella lucirá sin los grafitis, los murales, las ferias y las músicas de La Chispa. Es decir, desolada, como esos otros corredores del Puerto de Asunción, a la altura de Colón, Montevideo, Palma, Presidente Franco, Benjamín Constan.

 

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