

Por: Eric Calcagno
Primer ministro de la India. Narendra Modi
El 15 de agosto es el aniversario de la independencia de la India, lograda en 1947. Terminaban así más de dos siglos de dominación británica, en las que el imperialismo redujo la parte india de 24% a poco más del 3% en el PBI mundial, al menos según Angus Maddison.
“En los albores de la historia –nos dice Nehru en el discurso de la emancipación (llamado “Cita con el Destino”)– la India emprendió su incesante búsqueda, y siglos incontables están llenos de sus esfuerzos y de la grandeza de sus éxitos y fracasos. A través de la buena y de la mala fortuna, nunca perdió de vista esa búsqueda ni olvidó los ideales que le dieron fuerza. Hoy concluimos un período de mala fortuna y la India se redescubre a sí misma”. Es el mismo Nehru que dijo: “somos demasiado pobres para no gastar todo lo que tengamos en educación”. Casi 80 años después, la India está entre las cinco economías más importantes del mundo.
Una vez más, ese Estado-civilización que es India afronta hoy un escenario complejo. Por supuesto, el Reino Unido dejó todos los problemas posibles, entre los cuales está la partición que da origen a Pakistán. Desde entonces es el rival permanente, enfrentado en numerosas guerras y siempre en escaramuzas. La rivalidad con China también es estructural, ya que Beijing suele apoyar a Pakistán y Nueva Delhi articula con Rusia desde los tiempos de la Unión Soviética. De tradición no alineada, la política exterior india se abrió a nuevos diálogos ya desde hace tiempo. Un ejemplo es la participación en el QUAD, por “Quadrilateral Security Dialogue” que viene a ser Diálogo Cuadrilateral de Seguridad, integrado además por los Estados Unidos, Japón y Australia. Es un foro informal, opuesto a China, que brega por “la estabilidad de la navegación marítima, base de la seguridad, la prosperidad la paz”. O al menos son los conceptos de la declaración oficial del grupo reunido el 2 de julio pasado en Washington. Al mismo tiempo, Norteamérica vende petróleo a Pakistán, a quien también pedirá tierras raras y propiciar operaciones en criptomonedas. A la vez, Donald Trump impone un tarifazo de 50% sobre las exportaciones indias a Estados Unidos y condiciona el diálogo a la interrupción del suministro ruso de petróleo que recibe la India. Los sectores más afectados son los textiles, el cuero, químicos y joyería, para los cuales el gobierno del primer ministro Narendra Modi prepara planes específicos de exportación, en base a tratados de libre comercio con Europa, Medio Oriente, Chile y Perú. Significa diversificar importaciones, asegurar mercados y también hablar con China.
El indio M.K. Bhadrakumar, embajador retirado, publica el blog IndianPunchline (recomendado). Crítico de la situación actual, nos dice que las acciones de Trump contra la India continúan a Biden y representan los intereses estadounidenses en la región. Es que al comenzar las hostilidades en Ucrania, la India no se plegó a Occidente, lo que generó el momento para que el secretario general de la OTAN, el conservador-liberal holandés Mark Rutte, dijera que India, China y Brasil sufrirán el flagelo de los aranceles aduaneros norteamericanos por la posición pro-rusa. “Esto los puede golpear muy duro”, remató Rutte. Parece que los aranceles son la continuación de la OTAN por otros medios. En ese contexto, Bhadrakumar sostiene que lo que está en juego es la autonomía estratégica de la India, así como tener una política exterior independiente.
Aunque es más complejo, sobre todo en el frente interno. “En cuanto a Estados Unidos, la élite india lo ve como el hogar lejos del hogar. Sin sorpresas”, añade. “Modi elige proteger la agricultura, los lácteos y la pesca (sectores que le reportan votos) para fortalecer la posición del gobierno frente a las presiones estadounidenses en las negociaciones comerciales, pero deja de lado la dimensión geopolítica, que es la verdadera motivación de Trump”. De hecho, el gobierno indio es criticado por los aliados occidentales porque no quiere que el QUAD sea transformado en una alianza militar, lo que formalizaría a la India como el indispensable furgón de cola en un conflicto occidental contra China. También Nueva Delhi genera desconfianza en los actores del Sur Global porque tampoco parece aprobar una moneda de los BRICS que atente contra el dólar, ni siquiera como unidad de medida del intercambio (como fuera el ECU en los tiempos de la Comunidad Económica Europea). ¿Cuánto es posible sostener esa situación? ¿Cuánto es deseable? La cantidad, en determinado punto, deviene calidad. Nunca es posible más de lo mismo.
Dejemos la palabra del final al Embajador Bhadrakumar: “la necesidad de la hora a nivel del liderazgo es una defensa al estilo Hobbes de la soberanía absoluta como la única forma de gobierno para India que pueda resolver los problemas causados por el egoísmo de los seres humanos. Gandhi no hubiese dudado ni un momento en confrontar al imperialismo occidental en vez de permanecer en angustia existencial”. Es hora de la cita con el destino.