

Por: Lucas Z. Granda. Fuente: Agencia Pressenza
En el mundo. El genocidio hacia Palestina se oculta dentro de los medios de comunicación, con la denominación de estado de guerra sabiendo que no lo es, disparar contra hospitales, escuelas y refugios no lo es, prohibir que la ayuda humanitaria no llegue para alimentar a más de 60 mil niños y niñas que mueren de hambre no es un estado de guerra, es una limpieza étnica como nos informa la periodista Laura Arroyo.
Los medios de comunicación peruanos por servir a sus patrones empresariales, dejan por sentado el mecanismo que por la fuerza se construyen verdades hegemónicas peligrosas para nuestro futuro y nuestros procesos electorales el próximo año.
En las universidades. Un espacio academicista justifica las narrativas neocoloniales (engaños, emprendedurismo, se tu propio jefe, el pobre es pobre porque quiere) pensando que se hace un favor al crecimiento económico alinearnos con el eje económico-cultural, pero esa posición de súbditos como país nunca llegó a ser tangible en un desarrollo de las personas que menos tienen, pobres y desiguales. Ese academicismo, les pasa a muchas personas que militan en su cátedra universitaria y se esconden bajo la demagogia, dejando que el ego haga ciencia, que el ego salga a discriminar al estudiante que está deseoso de aprender no esperando que lo humillen, y el ego sale a esconder esos temores que han normalizado y se piensa que nunca saldrán a la luz.
En la política. Nuestra mirada caudillista se refuerza con cada proceso electoral, para escoger a alguien que guie nuestra endeble república, nos hemos acostumbrado a siempre ir por el mal menor. Eso no cambiará en el 2026, considerando el menú electoral servido en la mesa de la “democracia” no distinto en los últimos quinquenios desde la recuperación de la democracia en el 2001.
En la polémica. Hoy preguntan ¿Cuáles son las cosas positivas del sistema neoliberal colonial de nuestros Estados latinoamericanos? Se contesta, hay muchos, pero esos beneficios no son para todos, sino para los privilegiados que gozan de los medios de producción, manejando los monopolios y los oligopolios en la economía de la región. Considerarte un aliado de las familias más poderosas del Perú, no significa que te miren, ni mucho menos que te escojan como un aliado, solo te convierte en un fanático ignorante sin causa de clase.
Salud mental. Todas esas verdades afectan la salud mental, considerando que se tiene que tener sensibilidad para darse cuenta y ser empáticos con la superposición de crisis en el Perú (política, social, económica, ambiental, familiar, amical, académica, moral y estatal). Como diría el sociólogo Paul Becerra “uno tiene que flexibilizar su posición frontal, sabiendo que no va haber cambios a corto plazo, ni mucho menos es un trabajo que se debe hacer de manera solitaria”.
En estas pequeñas trincheras ciudadanas que se han señalado en cada párrafo, se justifica que la derecha radical, los fascismos y los conservadurismos medievales están en la ciudad blanca (departamento de Arequipa), y me atrevería a decir que, en todos los departamentos del Perú, para lo cual, no podemos doblegarnos, aun cuando el marcador no nos favorezca.
Es una carrera que no la gana quien llegue primero, sino quien siga trotando contra el mito neoliberal.
Fuente: Informe de las naciones unidas https://www.undp.org/