domingo 24 de agosto de 2025 - Edición Nº2454

Actualidad | 24 ago 2025

Siete décadas de hegemonía.

“En Paraguay, el villano se convierte en el héroe en la democracia”

10:34 |La presentación de un libro sobre las Siete décadas de hegemonía colorada fue cancelada al ser calificado de “material político”. El autor reflexiona sobre la ANR y la democracia.


Por: Brigitte Colmán

José Miguel Ángel Verdecchia.

El libro ¿Hasta cuándo...? Siete décadas de hegemonía colorada, de José Miguel Ángel Verdecchia, (Servilibro, julio 2025), ganó popularidad debido precisamente a la suspensión de su lanzamiento en Asunción cuando la fundación en donde debía llevarse a cabo comunicó que debía ser cancelado por tratarse de un “material político”. Sin profundizar en el tema, Verdecchia señala: “Y bueno, al final se habló del libro, ¿verdad?”.

Con el autor, abogado y sociólogo por la Universidad Católica de Asunción, conversamos en esta entrevista, sobre el hecho de que, un partido que apoyó y legitimó una dictadura, “en una increíble metamorfosis, haya logrado mantener la hegemonía política durante los más de 35 años de vida ‘democrática’ posteriores al golpe que derrocó al dictador”.

–¿Cuál es la mirada de su libro sobre las siete décadas de la ANR en el poder?

–Mi punto central tiene que ver con la hegemonía colorada. Ocurre que en nuestro país se da un fenómeno muy interesante. Tras 30 y tantos años de dictadura, el villano de la película se convierte en el héroe en la democracia. Una metamorfosis muy singular. Entonces, ¿qué es lo que ha ocurrido para que tanto en la época autoritaria como en la democracia, un partido mantuviera su hegemonía?, ¿qué factores han contribuido para que eso sea así?

La hegemonía colorada es resultado de la incidencia de factores estructurales y de factores coyunturales.

Entre los factores estructurales encontramos el control y la ampliación de los espacios de poder a través de relaciones clientelares y prebendarias. El dinero público, por un lado, con un uso poco ortodoxo, un uso flexible y si en algún momento reje pillárõ, ¿qué pasa?, y que te pueden armar un escandalete, pero el partido da la protección política, garantiza impunidad a los desprevenidos.

Esos tres elementos, articulados son los que, por un lado, incidirán fundamentalmente para la hegemonía, pero también hay factores coyunturales, circunstanciales que coadyuvan. Hacer trampa en las elecciones es una de ellas, tenemos también el bastardeo de valores: Decimos, asumir valores que están lejos de nosotros; que somos éticos, somos honestos, que somos transparentes, pura mentira, ¿verdad?

Y están las alianzas oportunistas con los pro vida, pro familia, esos son de los nuestros, ¿verdad? Y construimos con ellos alianzas oportunistas que reditúan. Y, finalmente, una acción desarticuladora de las organizaciones políticas y sociales, alquilamos políticos, alquilamos movimientos políticos, no dejamos que hablen aquellos que pueden tener una voz de contestación al sistema, perseguimos a las ONG que hablan más de lo debido, bloquear la participación de la gente; compramos la cédula para que no voten los contrarios, y eso nos da la victoria. Esto es lo que instala esta hegemonía colorada.

–En su libro también habla de un retorno autoritario.

–Paralelamente, en algunos avances logrados desde los primeros años posteriores al golpe, se observa evidencia de una clara intención de retorno al autoritarismo, teniendo como su propulsor más representativo al general Lino Oviedo, con un discurso y una práctica política centrados en una suerte de culto a la personalidad.

Después, el discurso y las prácticas autoritarias, aparentemente soterrados, retornan con fuerza a la arena política con el advenimiento al poder del sector liderado por Cartes, que instala a Santiago Peña en la presidencia, y con un parlamento controlado en ambas cámaras, manejan el poder, como entiende gran parte de la opinión pública. Con estos elementos a la vista, podemos concluir que las prácticas autoritarias del pasado stronista de la ANR no fueron abandonadas, estás pervivieron soterradas bajo los ropajes del formalismo democrático.

Dice Atahualpa en su samba, “la arena es un granito, pero hay montañas de arena”. Bueno, eso es lo que está pasando, todos los días acumulamos un granito de arena y en su conjunto van conformando una montaña de arena, ¿verdad? Esa es la historia, digamos, metástasis de la corrupción y la impunidad.

–Tampoco se rompe nunca la unidad partidaria, eso se mantiene…

–Manejaron muy bien la dialéctica mentirosa, dentro de lo que es su funcionamiento. Lograron mantener en gran medida la unidad partidaria a partir de una falsa dialéctica que enfrenta a un sector con otro sector, pero que no se resuelve dialécticamente.

Dialécticamente tendría que resolverse como diciendo ni este ni este, pero sí otra cosa distinta. Acá no. Acá todos somos uno, ¿verdad? Llega el momento y todos somos uno. Es una dialéctica mentirosa. La manera en que se resuelve esa oposición no tiene nada que ver, y al partido colorado le funciona muy bien. Salvo algunos momentos en que eso hizo crisis y no fue posible, como el caso de Lino Oviedo, por ejemplo, o el del Cuatrimonio de Oro y los tradicionalistas.

–Y al final, ¿cómo salimos de ahí?, por qué es parte del título... Hasta cuándo.

–Y son los desafíos de hoy, y esos desafíos tienen que ver con acciones y procesos que tienen que permitirnos tomar el camino de la construcción democrática que se ha visto interrumpida, de eso se trata. Y para eso hay acá una serie de cuestiones.

Lo primero de todo es la alternancia, sin alternancia no hay posibilidad de romper con esto. Suena muy muy lejos, muy difícil, pero es la tarea pendiente. Para detener el avance autoritario se necesita diseñar el país que se quiere construir; y se necesita conciencia cívica ciudadana.

Lo otro es estar esperando que dentro del Partido Colorado se de la crisis y hagan su propio golpe entre ellos, así como lo hicieron con Stroessner. Esa es la otra salida, o dejar que continúen por siempre. Pero hay que pensar algo, hay que dejar el canibalismo político, dejarnos de la balcanización, a que cada cual hace su campamentito aparte y cada uno se cree que es el semidiós de la película y ocurre que en esa fábula griega ya no hay semidioses.

–Volviendo al retorno autoritario, ¿cómo acepta la gente eso?

–Mira, Stroessner tiraba una gran piedra sobre la gente, los actuales tiran granitos de arena, como te dije, entonces, no nos percatamos de la gravedad de los hechos.

No pensamos en términos de acumulaciones de granito que van haciendo que esto sea una cosa al final incontrolable.

La hegemonía, en primer término, significa un ataque al sistema cultural predominante.

Estamos todos alienados por un conjunto de ideas falsas, vivimos alienados, fuera de la realidad. Y mientras nosotros no asumamos una actitud crítica y no logremos que los ciudadanos tengan una mirada crítica a las cosas, es difícil que ocurra algo, porque estamos todos domesticados.

–¿Qué tan lejos estamos de romper la hegemonía?

–Mirá, esa es una cuestión imprevisible. Tendríamos que crear diferentes escenarios.

Un escenario podría ser el de la acentuación del conflicto interno dentro del Partido Colorado.

Entonces, una posibilidad de cambio puede darse a partir de lo que ocurra en la resolución de conflictos que son más o menos irreconciliables ahí entre ellos. Lo otro es hacer un esfuerzo de unidad, un esfuerzo de unificar ideas, programas, establecer compromisos, de tal manera que si uno llega a ejercer el poder, hagan reglas claras para el manejo de la cosas.

Ponernos de acuerdo sobre un programa, eso es fundamental. Ponernos de acuerdo sobre los hombres que van a estar apoyando la concreción de ese programa y tener un candidato que sea aceptable para la gente. Que nunca va a ser blanco, pero tampoco negro. Va a estar más cerca del blanco que del negro, ¿verdad? Y bueno, ese es otro escenario posible.

–¿Podemos compartir algunas conclusiones?

–Con estos elementos a la vista podemos concluir que las prácticas autoritarias del pasado stronista de la ANR nunca fueron abandonadas, ya que sobrevivieron soterradas bajo los ropajes del formalismo democrático. Esto se confirma con la continuidad del copamiento y la partidización de la administración del Estado, el uso tramposo de los recursos públicos y la impunidad para los defraudadores del Estado.

Otra importante consecuencia que ha venido de la mano de la hegemonía colorada es la irrupción y el afianzamiento de la corrupción y la impunidad en las instituciones del estado, esto viene de la mano de la avidez de políticos venales y de su sometimiento al poder del dinero. A esto se suma la corrupción, el contrabando y el narcotráfico que inficionan todos los ámbitos de la estructura del Estado desde los niveles más bajos de la burocracia estatal hasta los más altos círculos del poder.

Las prácticas autoritarias del pasado stronista de la ANR no fueron abandonadas, pervivieron soterradas bajo el formalismo democrático.

Sin alternancia no hay posibilidad de romper con esto. Suena difícil, pero es la tarea pendiente para detener el avance autoritario.

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