viernes 05 de septiembre de 2025 - Edición Nº2466

Derechos Humanos | 5 sep 2025

Esperanza Para la Humanidad.

Global Sumud Flotilla, el mar como compañero hacia Gaza

09:05 |El mar abre caminos que los poderosos quisieron cerrar. Desde Barcelona zarpa la Global Sumud Flotilla, flotilla de la persistencia, de la constancia, de la resistencia.


Por: Mauricio Herrera Kahn. Fuente:Agencia Pressenza

(Imagen de Pedro Pozas Terrados - IA)

El mar abre caminos que los poderosos quisieron cerrar. Desde Barcelona zarpa la Global Sumud Flotilla, flotilla de la persistencia, de la constancia, de la resistencia. Medio centenar de barcos que no llevan bombas sino víveres, que no transportan soldados sino médicos, artistas y activistas, que no disparan misiles sino lanzan la palabra basta. El Mediterráneo los recibe como hermano y como juez. Cada ola que golpea los cascos es un recordatorio de que en este viaje no se lucha por poder, se lucha por dignidad. Gaza se convierte en un imán que atrae la mirada del mundo entero.

Sumud significa firmeza en árabe

Es la palabra que los palestinos convirtieron en modo de vida, la persistencia de seguir sembrando, criando y amando en medio del despojo. Esa palabra navega hoy en cada bandera de la flotilla, en cada rostro que eligió dejar su casa para ser parte de esta travesía. La misión arrancó con unas 200 personas de 44 países a bordo de 30 barcos desde Barcelona, con la promesa de integrarse otras embarcaciones desde Túnez e Italia hasta alcanzar cerca de 500 personas y más de 50 naves. El promedio de edad se extiende desde jóvenes como Greta Thunberg, de 22 años, hasta activistas que superan los 70. Hay médicas, abogados, profesores, periodistas y voluntarios que saben que no viajan en turismo solidario, viajan a enfrentar un bloqueo. Aproximadamente seis de cada diez son mujeres, muchos hombres completan la travesía, hay algunas familias con niños, y un número significativo de médicos que conocen de cerca lo que significa trabajar en hospitales bajo bombardeo.

Cada amanecer en alta mar confirma que la esperanza sigue flotando

 

El itinerario se dibuja con la incertidumbre de los vientos y la vigilancia de drones hostiles. Partieron de Barcelona el 31 de agosto, algunos hicieron escala en Menorca por tormentas, otros aguardaron en puertos italianos y tunecinos. El mar se convirtió en refugio y en amenaza, en pausa y en empuje. Cada escala es una página escrita con sal y con miedo. Israel ya desplegó buques y maniobras para anunciar que interceptar será su respuesta. Pero cada día en el agua es también un triunfo, porque cada amanecer en alta mar confirma que la esperanza sigue flotando. Su llegada a Gaza se prevé para mediados de septiembre, si logran resistir las amenazas.

La carga es humilde y al mismo tiempo inmensa. Medicinas, agua potable, pañales, leche en polvo, alimentos básicos, equipos de desalinización. Cada caja pesa más que el acero de un tanque porque en su interior lleva vida. No hay contrabando en estos barcos, hay justicia. No hay armas, hay alivio. No hay discursos, hay panes. El mar acarrea esas cajas como si supiera que lo que flota sobre él no es mercancía, es dignidad.

Gaza no está sola

Los riesgos son reales. Israel ya advirtió que los tripulantes podrían ser tratados como terroristas, encarcelados o deportados. El recuerdo de la flotilla Mavi Marmara en 2010 aún resuena como herida abierta en el Mediterráneo. El mar no olvida a los caídos. Cada persona que subió a bordo lo sabía. Y aun así se embarcaron, porque la mayor derrota era quedarse en casa viendo morir a Gaza en una pantalla. La valentía no se improvisa, se asume, y en cada cubierta está escrita como bitácora de honor.

Esta flotilla no busca invadir ni humillar. Busca mostrarle a Israel que el mundo observa, que Gaza no está sola, que el Mediterráneo no es propiedad privada de un ejército. Cada barco es un espejo que refleja la barbarie de un bloqueo que condena a un millón de niños al hambre. El mar, tantas veces frontera de imperios, se convierte ahora en escenario de una rebelión pacífica. No hay cañones apuntando desde las cubiertas, solo voces que gritan basta.

El mundo reacciona a medias. Los gobiernos callan, las cancillerías calculan, las instituciones dudan. Pero los pueblos escuchan y acompañan. Cada puerto donde recalan los barcos se convierte en tribuna, cada muelle en plaza de resistencia. Europa observa desde sus playas como si no fuera con ella, mientras América Latina siente el eco como propio. Irán, India, Pakistán, China, Corea, África entera saben que lo que ocurra marcará la política mundial. El mar multiplica esas voces como coro global.

Si llegan a Gaza no será solo ayuda lo que entreguen. Será esperanza en estado puro. Será la certeza de que todavía se puede navegar contra el poder, remar contra la injusticia, demostrar que no todo está perdido. Los niños de Gaza verán barcos en el horizonte y sabrán que no todo el mundo los olvidó. Si no llegan, si son interceptados, la victoria será igual de grande. Porque quedará desnudo el miedo de un poder que teme más a barcos cargados de pan que a ejércitos enteros. El Mediterráneo no mide victorias por desembarcos, las mide por coraje.

El eco de esta flotilla llega también al sur del mundo. Llega a Petare, a Rocinha, a Villa 31, a todos los guetos donde la dignidad se ahoga en la pobreza. América Latina reconoce en esta travesía el mismo abandono, la misma violencia, la misma resistencia. El mar que ahora besa las costas de Gaza también habla a las costas del Pacífico y del Atlántico. Lo que se juega en este viaje no es solo la libertad de un pueblo, es la dignidad de todos los pueblos.

Cada embarcación lleva en su proa algo más que víveres. Lleva un himno a la entrega humana. Lleva la certeza de que la vida de un niño vale más que la comodidad de un adulto. Lleva la palabra Sumud escrita en cada ola. Persistencia, resistencia, constancia. El Mediterráneo no es solo agua, es memoria y espejo. Y en su oleaje se repite la misma frase: Gaza no está sola.

La Global Sumud Flotilla no rompió únicamente el cerco de Gaza. Rompió el cerco del silencio global. No vino a impartir justicia desde lejos, vino navegando en cada corazón dispuesto a gritar basta. Si llegan a Gaza habrán encendido la antorcha de la esperanza. Si son interceptados habrán mostrado al mundo que la barbarie no teme a ejércitos, teme a la dignidad. El Mediterráneo será siempre compañero y juez.

Mientras haya barcos que naveguen contra la injusticia, habrá esperanza para la humanidad.

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