

Por: Agencia InnContext
La Mancomunidad Sureña (Masur), que agrupa a cuatro municipios de la costa sur de Guatemala, consolidó en la última década un modelo de acción climática local que combina reforestación, educación ambiental y gestión de residuos. El programa inició en 2017 con un capital semilla de 2.000 dólares aportado por la Fundación Avina, que permitió instalar viveros forestales comunitarios y movilizar a vecinos en jornadas de plantación.
Carlos Telón, coordinador de la iniciativa, explicó que el proyecto partió con la siembra de 10.000 árboles por municipio y se fortaleció con alianzas técnicas con el Instituto Nacional de Bosques y el Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático. “El capital semilla nos dio las herramientas para arrancar; sin eso, hubiera sido muy difícil instalar viveros forestales”, dijo.
El plan derivó en nuevas metas: en Estapa se plantaron 30.000 árboles de sangre roja, en San José se impulsaron frutales para consumo local y en Escuintla se reforzó la reserva forestal cercana al volcán de Fuego. En paralelo, la mancomunidad avanzó en la elaboración de un plan de restauración forestal, un plan de manejo de residuos sólidos y la instalación de dos plantas de segregación de basura con cooperación suiza.
Entre los proyectos actuales destacan la implementación de 80 estufas ahorradoras de leña, en alianza con clubes rotarios y de leones, para reducir la tala y mejorar la salud de las familias. Además, buscan que cada municipio cuente con su planta de tratamiento de residuos y desarrollar una planta central que permita escalar el modelo y garantizar su sostenibilidad financiera.
Telón subrayó que la experiencia es replicable si se logra motivar a los municipios y acceder a recursos iniciales. “Nuestra meta es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuir a los compromisos de Guatemala bajo el Acuerdo de París. Lo hacemos desde el territorio, con participación comunitaria y alianzas estratégicas”, afirmó.