martes 16 de septiembre de 2025 - Edición Nº2477

Internacionales | 16 sep 2025

Silo; Aniversario Con Paz, Fuerza y Alegría.

Humanizar la Tierra, el legado de un precursor

10:02 |Este 16 de septiembre se cumplen 15 años de la partida física de este plano de existencia de Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido como Silo.


Por: Javier Tolcachier. Fuente: Agencia Pressenza.

Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido como Silo. (Imagen de Rafael Edwards)

Este 16 de septiembre se cumplen 15 años de la partida física de este plano de existencia de Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido como Silo.

Cientos de miles de personas conocieron su enseñanza e hicieron su aporte al enorme y significativo proyecto que propuso: Humanizar la Tierra. Propósito que hoy sigue vivo, creciendo en los corazones de personas de todas las culturas de la Tierra.

Acaso las circunstancias actuales muestren aristas que nada tienen que ver con la humanización del mundo. El genocidio contra el pueblo palestino, las inacabables guerras en la República Democrática del Congo, en Sudán, en Ucrania o el amenazante despliegue bélico de Estados Unidos en el Mar Caribe dan muestra de ello.

La acumulación de riqueza en manos de corporaciones financieras, que con su violencia económica generan hambre y pobreza a vastos conjuntos humanos, la continuada depredación del hábitat, el irracional auge de los discursos de odio, pero también el incremento pandémico de los problemas de salud mental son evidencia del fracaso de un sistema anacrónico, que ya no sirve al desarrollo humano.

Los modelos políticos surgidos en la era industrial como rebelión a las vetustas monarquías, representan hoy una caricatura degradada de democracia. La hipocresía y la insensibilidad cunden en la esfera de las relaciones internacionales, carcomiendo la posibilidad de entendimiento y cooperación entre los pueblos.

Ante este panorama, ¿Es que la valiente proclama de humanizar el mundo se ha vuelto una flagrante ingenuidad? Más aún, ¿acaso la propuesta siloista de avanzar hacia un ser humano solidario y consciente de la potencia de su intencionalidad para transformar realidades externas e internas, es una quimera inalcanzable?

Quien abatido o confundido observe a la historia desde el cristal de una coyuntura, quizás lo crea  y se dedique a lamerse las heridas de una inexistente derrota de sus mejores ideales y aspiraciones.

Pero la mirada bien puede ser distinta, o simplemente pueda afirmarse la necesidad de modificar el lente, para aclarar la visión.  Hoy es posible vislumbrar que, tal como lo afirmara Silo en la celebración del trigésimo aniversario del Movimiento Humanista “una nueva civilización está naciendo, la primera civilización planetaria de la historia humana. Y, por tanto, aquellas crisis que sobrevienen y aún sobrevendrán en un futuro próximo servirán, no obstante su infortunio, a superar esta última etapa de la prehistoria humana…”

El maestro humanista no hacía gala de declaraciones en exceso optimistas, sino que comprendía en profundidad el inexorable proceso de interconexión de los pueblos, mucho más allá de la mezquindad de la globalización capitalista.

El ser humano ha crecido, repitió Silo en innumerables oportunidades, y es por ello que el traje anterior le queda estrecho. Ese traje es la alegoría de una organización social y un sistema de valores basado en la violencia y sustentado en la explotación y la discriminación. Ese traje representa también un paisaje mental en el que el psiquismo propio se ha ido desconectando del resto del tejido social, creyéndose y fortaleciendo un compartimento estanco refractario a lo que sucede a otros.

El crecimiento de la especie se refleja en numerosos y claros indicadores, sobre todo en referencia a las condiciones externas de vida. Eso hace posible que hoy podamos avizorar la necesidad y urgencia de dar un nuevo salto cualitativo, similar a lo que en su momento fue producir el fuego, grabar memoria en los muros cavernarios, transmitir conocimiento a través del alfabeto y la imprenta o volar hacia el espacio. Transformaciones que en cada momento fueron encendidas y acompañadas por una rebelión del espíritu, indomable e imperecedero gestor de gigantescas proezas.

¿Cuál es el salto que corresponde a este tiempo? ¿Cuál es el clamor que pulsa desde la profundidad de nuestro Ser? ¿Qué horizontes reclama el espíritu humano para continuar su eterna ruta superando los obstáculos y las resistencias del presente?

Sin duda que un sentido en la vida que reconozca al Ser Humano en su capacidad creadora y transformadora. Un sentido que propicie el crecimiento ilimitado de la libertad de todos los seres humanos sobre la Tierra, crecimiento que ni siquiera se agote en el absurdo de la muerte. Un sentido que permita aunar lo terreno y lo eterno, lo cotidiano con lo sagrado, un sentido en el que la fe sea compañera de la razón y la ciencia, un sentido que valore la diversidad como riqueza en un marco de convergencia hacia una Nación Humana Universal.

Expresión indiscutible de ese sentido han sido desde siempre las propuestas que han caracterizado al siloismo en su desarrollo. Ideas y acciones que, más allá del éxito o el fracaso pasajero, se han asentado en considerar al ser humano como valor central, propiciar la igualdad de oportunidades para todos, reconocer la diversidad oponiéndose a toda discriminación, auspiciar la libertad de pensamiento y luchar contra toda forma de violencia. Estas ideas, junto al compromiso de configurar un estilo de vida y un modo de relación signado por la frase: “¡Trata a los demás como quieres que te traten!”, son las que componen la semilla del mundo del futuro.

Para avanzar hacia sus anheladas utopías, el siloismo se dotó no solamente de conceptos transformadores en el campo de acción social y política, generando al mismo tiempo múltiples organizaciones, sino que desarrolló fundamentos y prácticas de cambio personal que acompañan y dan consistencia a la conducta y militancia revolucionaria. Dos elementos centrales están a la base de estos trabajos: por una parte, la certeza en la capacidad humana de modificar su propia naturaleza y, por otra, la afirmación de la íntima conexión que existe entre la interioridad humana y el paisaje social en la que esta se desenvuelve.

El gran aporte del Humanismo Universalista en este momento histórico es justamente el abordaje complementario y simultáneo de ambos aspectos de la más digna de las causas, la que tiene como misión superar el dolor y el sufrimiento.

Hoy, mientras que el Nuevo Humanismo y el Mensaje de Silo continúan su indetenible avance hacia todas las culturas de la Tierra, afirmamos que no habrá cambio externo en el mundo, si no nos empeñamos en acompañarlo con transformaciones en nuestro interior. Y con igual certeza proclamamos que no habrá transformación interna si no nos esforzamos en modificar las circunstancias externas en las que se desenvuelve nuestra existencia.

La inmensidad de la revolución triple, – social, cultural y psíquica-  que propone Silo, no cabe en una muy breve nota, acotada a unos pocos destellos de la gran obra que puso en marcha. Nota que cumple apenas con el humilde objetivo de testimoniar la conmocionante experiencia de participar en este proceso revolucionario humanista en curso.

De este modo, conmemoramos con profundo y sentido agradecimiento el vuelo libre de Silo a la inmortalidad, celebrando con dicha plena el legado de un precursor. Para todas y todos, ¡Paz, Fuerza y Alegría!

Javier Tolcachier
Javier Tolcachier es un investigador perteneciente al Centro Mundial de Estudios Humanistas, organismo del Movimiento Humanista. Correo electrónico: [email protected] Twitter: @jtolcachier

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias