

Por: Claudia Aranda. Fuente: Agencia Pressenza
(Imagen de Alejandro Rodríguez)
En un esfuerzo estratégico para enfrentar el cambio climático y avanzar hacia una economía más sostenible, China ha emitido una directriz oficial para ampliar y consolidar su Mercado Nacional de Comercio de Emisiones (ETS) antes de 2030.
Este sistema, pionero en el mundo, actualmente se centra principalmente en el sector eléctrico, pero la nueva guía oficial lanzada en agosto de 2025 establece que para 2027 todos los principales sectores industriales estarán incorporados, incluyendo el acero, el cemento y el aluminio.
El Mercado Nacional de Comercio de Emisiones es un mecanismo que limita las emisiones máximas permitidas a empresas e industrias, asignándoles “bonos de carbono” o permisos para emitir una determinada cantidad de gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO2). Las empresas que reducen sus emisiones por debajo de su cuota pueden vender estos créditos a otras que excedan sus límites, generando un incentivo económico directo para invertir en tecnologías limpias y eficiencia energética.
Este proceso se conoce técnicamente como un sistema “cap-and-trade” o “límite y comercio”. La idea principal es establecer un tope global de emisiones que vaya reduciéndose progresivamente, y permitir que el mercado regule el precio de estos permisos para que industrias contaminantes internalicen el costo ambiental de sus actividades.
La directriz china de 2025 también apunta a desarrollar un mercado voluntario crible y transparente, donde sectores adicionales y actores no regulados por el sistema obligatorio puedan participar en la reducción y compensación de emisiones. Para 2030, China espera tener plenamente consolidado un sistema nacional robusto que combine asignaciones gratuitas y pagadas, con mecanismos avanzados para la contabilidad, reporte y verificación de emisiones.
A pesar de los grandes avances en energías renovables como la solar y eólica, China enfrenta un desafío complejo: el aumento simultáneo de la generación eléctrica basada en carbón, que aun representa una parte significativa de su matriz energética. Por ello, el sistema de comercio de emisiones se presenta como un instrumento clave para controlar y equilibrar la reducción de emisiones con el crecimiento económico sostenido.
Este mercado regulado, respaldado por un marco legal y políticas de supervisión, tiene por objetivo garantizar que las metas nacionales para alcanzar el pico de emisiones antes de 2030 y la neutralidad de carbono para 2060 se cumplan con un precio real y estable al carbono, incentivando las inversiones verdes y generando un impacto ambiental positivo de largo plazo.
China no solo está sentando las bases para un nuevo modelo energético sino también para una economía donde el costo ambiental se refleja en las decisiones empresariales y de gobierno, promoviendo la innovación tecnológica y la sostenibilidad con un enfoque pragmático y gradual.
Este dinamismo en la política climática china marca un momento crucial en la batalla global contra el calentamiento, al ser el mayor emisor mundial y un actor decisivo en la estabilidad ambiental del planeta.