

Por: https://www.baseis.org.py/
Marcha Indígena en Asunción.
Durante los últimos días, distintas organizaciones sociales salieron a las calles: comunidades indígenas que denunciaron el desmantelamiento de las instituciones de protección, campesinos que reclaman tierra, y el Congreso Unitario Sindical que expresó su rechazo a los retrocesos en derechos laborales. Abel Irala, investigador de BASE-IS, analiza las movilizaciones de esta semana
En Paraguay, los problemas estructurales de fondo no se han resuelto y, por el contrario, se están profundizando. Así lo señaló el investigador de BASE-IS, Abel Irala, en referencia a las diversas movilizaciones que marcaron la agenda de esta semana en el país. “Estamos ante problemas históricos, como el de la tierra, que impactan de manera directa y violenta sobre comunidades campesinas e indígenas. A esto se suma la indiferencia del gobierno hacia los pueblos originarios, expresada de forma clara en la desaparición del INDI en Asunción”, afirmó.
Según Irala, estas expresiones de malestar social son una respuesta directa a la falta de voluntad y de capacidad estatal para dar respuestas reales a los sectores populares.
“El país está atravesado por crisis múltiples. Los números macroeconómicos que se exhiben como logros no mejoran la vida de la población. La riqueza sigue estando pésimamente distribuida, las instituciones están desgastadas y la clase política hundida en hechos de corrupción”, analizó el investigador, al remarcar la falta de credibilidad de los poderes públicos y su incapacidad para atender los problemas cotidianos de la ciudadanía.
Irala advirtió que los derechos básicos conquistados por la clase trabajadora están hoy amenazados. “Las políticas del actual gobierno se orientan a garantizar el bienestar del capital, en detrimento de la mayoría de la población. Esto significa más pobreza, menos acceso a alimentación, salud, educación, tierra y trabajo. Es un camino de retroceso y pauperización”, subrayó.
Para el investigador de BASE-IS, lo que se observa esta semana es una acumulación de malestar que encuentra en la protesta un canal de expresión. “Estamos ante un escenario en el que diferentes sectores sociales —indígenas, campesinos, trabajadores— confluyen en la denuncia del abandono estatal. Y lo hacen porque no encuentran otra forma de ser escuchados”, concluyó.