

Por: Ángel Sanz Montes. Fuente: Agencvia Pressenza
Mia Amor Mottley, primera Ministra de Barbados se dirigió al Debate General de la Asamblea de ONU, 80° Período de Sesiones (26/9/2025)
Cuando una sociedad pierde la verdad compartida, pierde su centro de gravedad. Las palabras se pervierten al servicio de la política, los hechos se diluyen y, lentamente, descendemos al tribalismo de realidades alternativas donde ya no hay diálogo posible. La desconfianza se instala: entre vecinos, entre ciudadanos y gobernantes, en las instituciones. Sin verdad, no hay confianza. Y sin confianza, la ley se convierte en teatro, las noticias en espectáculo y la ciencia en una opinión más. Todo, como advirtió Chinua Achebe, se desmorona.
Resumen ejecutivo:
Síntesis final para el más dormido, indolente o ¿cínico?
Mia Mottley advierte: Nuestro mundo se desintegra por la mentira, la doble moral y la injusticia. Denuncia que se cometen atrocidades en nombre de una «paz» que es pura destrucción, mientras el poder se niega a reformar un sistema obsoleto y paternalista. Exige que dejemos de lado las promesas vacías y actuemos con la urgencia y los recursos que exigen la crisis climática, humanitaria y de seguridad. Su mensaje es claro: Si una niña que ha perdido todo puede cargar con el peso del mundo, los líderes globales no tenemos derecho a la indolencia.
Editorial: Este no es un discurso más. Es un ultimátum ético desde la voz más lúcida y valiente de la escena internacional. Los titulares pueden capturar la indignación, pero la esperanza se construye con argumentos. Lo que sigue es la traducción íntegra del discurso de la primera ministra Mia Amor Mottley, una de las voces más lúcidas y necesarias de la geopolítica actual. Un documento que va más allá de la crítica, aunque muy dura, para esbozar un plan viable para un mundo más justo rescatando lo positivo de los 80 años de ONU.
Para aquellos que pueden leer más de 3 minutos seguidos…, o aguantan un poco más que un «reel» o una «story», para los que saben que pasamos por años difíciles, y para quienes saben que el cambio real requiere más que un eslogan. Acompañamos el discurso traducido entero. ¡Siéntelo!
Discurso en la Asamblea General de la ONU – Mia Amor Mottley (Barbados)
Pronunciado en el marco del Debate General de la ONU, Nueva York, septiembre de 2024, en la Sala de la Asamblea General de la ONU, Nueva York, EE. UU. — durante el marco del Debate General del UNGA (fuente de la ONU webtv.un.org).
Mia Amor Mottley toma la palabra en ese momento, cuando ostenta múltiples funciones oficiales de su diminuto País. Primera ministra de Barbados, además de ministra para Seguridad Nacional, Servicio Público, Finanzas, Asuntos Económicos e Inversión. Su discurso fue parte del bloque de intervenciones de líderes nacionales al margen de la “High-Level Week” de la ONU, donde estados miembros exponen sus prioridades globales según el guión acordado. Biblioteca Digital ONU
“Hacen un desierto y lo llaman paz” (cita a Tacito)
Muchas gracias, Señora Presidenta, excelencias, distinguidas damas y caballeros.
El siglo XXI ha estado marcado por una serie de crisis para las cuales nuestro mundo no estaba preparado.
La crisis financiera que comenzó en 2008 y que luego desencadenó crisis fiscales en muchos países del mundo.
Y por si fuera poco, una crisis social caracterizada por una creciente desigualdad con todas sus consecuencias. Ya sea el abuso de sustancias, los problemas de salud mental, la falta de vivienda o la trata de personas.
Luego vino una pandemia global que duró dos o tres años y se cobró la vida de millones de personas. Y para los sobrevivientes, hubo movimiento restringido y opciones limitadas.
Todo esto, amigos míos, se ha visto exacerbado por la propagación de noticias falsas. Esto distorsiona la realidad y amenaza la estabilidad de nuestras sociedades, creando una plataforma para que el odio prospere y los prejuicios aumenten.
Pero más profunda que todas estas crisis hay una crisis más grande e insidiosa que está socavando nuestras instituciones nacionales y globales que han promovido el orden, la paz y la prosperidad. Es, amigos míos, la crisis de la verdad.
Excelencias, cuando perdemos la verdad compartida, nuestras comunidades, nuestros países, nuestra sociedad global pierden su centro de gravedad. Al principio, el daño puede parecer silencioso.
Las palabras se tuercen y los hechos se desvían al servicio del juego político cortoplacista, encuestas, sube o baja la popularidad… Pero lentamente, con el tiempo, descendemos al tribalismo político… [N.deT.: Se re refiere entre otros fenómenos en política a: Spin Doctoring y Gabinetes de Comunicación: Es la práctica de enmarcar, destacar u ocultar hechos para crear una narrativa que beneficie a un partido o líder. // Política Basada en Encuestas (Poll-Driven Politics) // Teatro de la Polarización – o con «nosotros» o contra «nosotros» (Culture Wars) // Negacionismo Cómodo: Ignorar o negar hechos científicos o económicos incómodos.]
Desarrollamos realidades alternativas y nos volvemos incapaces de entendernos y comunicarnos porque carecemos de un centro. Entonces nos volvemos desconfiados unos de otros.
En ausencia de verdad, la confianza se deteriora. Y lo vemos a nuestro alrededor en los foros globales y, de hecho, en las cuadras y comunidades de nuestros propios países. La confianza entre vecinos. La confianza entre los gobernados y los gobernantes. La confianza en nuestras instituciones. La confianza en nuestro orden social. La confianza en nuestros sistemas de salud. La confianza en nuestras estructuras globales de gobernanza. Todo parece, en palabras de Chinua Achebe [escritor y poeta nigeriano], desmoronarse.
Cuando carecemos de verdad y carecemos de confianza, la ley se convierte en teatro. Las noticias se convierten en espectáculo y la ciencia se convierte en otra opinión más.
Como he tenido ocasión de decir en este gran salón algunas veces, nuestro mundo de hoy se asemeja preocupantemente al mundo de hace 100 años.
Y esto se ha vuelto aún más evidente con el cierre de nuestras fronteras tanto a los bienes como a las personas. Esto ha magnificado las tensiones geopolíticas que ya habían echado raíces.
De manera inquietante, la guerra, lamentablemente, solo entró en el léxico diario de Occidente no cuando miles morían en el continente africano o en Myanmar, sino cuando la guerra llegó a Europa. No obstante, seguimos pidiendo la paz en Ucrania.
Ayer mismo, un importante periódico británico nos recordaba que durante 500 días, 260,000 personas, prácticamente la población de mi país, 260,000 personas han estado atrapadas en la ciudad sudanesa de El Fasher.
El artículo informaba que, mientras el progreso político se estanca, aquellos que intentan escapar son asesinados y quienes permanecen dentro mueren de hambre. El mundo no debe ignorar el horror en Sudán.
Y, por supuesto, no necesito recordarles que tampoco debe ignorar el horror en Gaza. La destrucción genocida que está teniendo lugar en ambos lugares debe tener ahora toda nuestra atención.
Y en lo que respecta a Gaza, sí, debe haber una liberación de los rehenes tomados el 7 de octubre. Pero hemos llegado a un punto en el que todas nuestras sensibilidades humanas se ven ofendidas por los continuos y desproporcionados ataques al pueblo palestino y por la falta de acceso permitido a la comunidad internacional a los supervivientes para la prestación de ayuda humanitaria. Los supervivientes tienen derecho, amigos míos, a usar las palabras de Bob Marley: «¿Cómo puedes estar sentado ahí diciéndome que te importa cuando cada vez que miro a mi alrededor la gente sufre de todas las formas y en todas partes?»
Amigos míos, esto me recuerda al historiador romano Tácito, que citó a un jefe tribal escocés luchando contra el poder militar del Imperio Romano. Y menciono solo las dos últimas frases: «Saquean, masacran, violan, hacen un desierto y lo llaman paz. Hacen un desierto y lo llaman paz».
La verdadera tragedia de la guerra es que estos niños, cuando se conviertan en abuelos, seguirán respondiendo a las preguntas inocentes de sus nietos dentro de 70, 80 años, sobre cómo perdieron sus extremidades. «Abuela, ¿cómo perdiste la pierna?».
Y cuando respondan, corremos el riesgo de que la violencia y el odio se perpetúen por otras dos o tres generaciones.
No es por esto que nos hemos reunido. Esto no es bueno. Y señora presidenta, está sucediendo bajo nuestra vigilancia. Podemos y debemos hacer más para asegurar la paz en todo el mundo en nombre de los niños.
Y permítanme decir que, como mínimo, la comunidad internacional debe encontrar inmediatamente los fondos para apoyar a los niños de Gaza y los niños de Sudán durante los próximos tres meses. UNICEF ha dicho que en Gaza se necesitan 66 millones de dólares para los próximos tres meses y en Sudán 200 millones. El dinero está mayormente relacionado con la nutrición para revertir o mitigar la hambruna infantil y para proporcionar agua, saneamiento e intervenciones de salud. Y debemos señalar que ha habido múltiples brotes de enfermedades, incluido el cólera.
Así que, señora presidenta, para ser muy clara, mientras avanzo: una paz duradera nunca se puede lograr mediante la violencia. No mediante el bombardeo continuo.
Solo se puede lograr teniendo a la justicia como guía y mediante el diálogo. A menos que olvidemos que donde otros buscan construir la paz y preservar la humanidad en Gaza, como vimos, la comunidad internacional no debe condonar el bombardeo de aquellos estados que buscan facilitar la paz. Es una línea roja que nunca debemos cruzar.
Señora presidenta, lo digo simplemente otro año más: el mundo necesita un reinicio.
Debemos encontrar, primero y ante todo, si todavía estamos de acuerdo con los mismos valores que inspiran nuestra Carta de Naciones Unidas. Por simple que parezca, esto es necesario en cualquier reinicio, porque los valores, todos lo sabemos, han cambiado en los últimos 80 años. Y no podemos asumir que es business as usual (las cosas no pueden continuar como si nada). Y si no es posible que todos estemos de acuerdo con esos valores, entonces al menos debemos saber quién lo está y quién no.
Y además de nuestra incapacidad para lograr la paz en múltiples conflictos, todavía hay una serie de cuestiones que amenazan nuestro modo de vida y la estabilidad de nuestro planeta más allá de la guerra: la crisis climática, la inseguridad alimentaria, la escasez de agua, el flujo masivo de refugiados y personas desplazadas, la pobreza y la creciente desigualdad dentro de las sociedades y entre ellas. Se ha vuelto tan insidioso que la gente ni siquiera habla de ello lo suficiente. Y, por supuesto, el fracaso espectacular de los ODS para demasiados de nuestros países y personas en todo el mundo. Y, por supuesto, la IA no regulada, que si bien tiene un tremendo potencial, presenta un riesgo significativo si no se regula.
Mucha de nuestra gente se pregunta todos los días: ¿por qué las Naciones Unidas no han hecho las cosas mejor recientemente? La simple verdad, amigos míos, es que a los países les ha faltado la voluntad política para vivir de acuerdo con la Carta y hacer lo correcto para la humanidad.
Los países de diferentes tamaños, capacidades y culturas solo pueden sobrevivir en este mundo en el que vivimos si mantenemos un sistema basado en normas. No es diferente a lo que tenemos que hacer en nuestros propios países para mantener y proteger a los vulnerables y débiles. De hecho, no es diferente a lo que hay que hacer en el patio de recreo de un niño. El sistema basado en normas es lo que nos protege de la intimidación y el comportamiento irregular. Nuestra Carta fue diseñada para promover la compasión, la igualdad, la equidad, y es por eso que es imperativo que mantengamos un sistema basado en normas. Hablo como líder de un país pequeño.
Nuestro futuro está en riesgo a menos que preservemos este sistema basado en normas. La ley de la jungla no nos garantiza a ninguno un futuro en un planeta habitable. Simplemente tenemos que asumir nuestra parte.
Y a diferencia de la Federación de las Indias Occidentales, cuando un país se fue y la ecuación de entonces era ‘uno menos de diez deja cero’, debemos recordar que si hay quienes no quieren estar dentro del baile, que uno, dos o tres de 193 no deja cero. No deja cero. Aquellos de nosotros que permanezcamos podemos continuar persiguiendo nuestros intereses vitales. Y no criticamos a los países por tomar decisiones soberanas porque para eso fueron elegidos los gobiernos. Si eso no es lo que quieren, no es lo que quieren. Pero sigamos adelante con la tarea y protejamos nuestros intereses vitales de preservar un sistema basado en normas para fortalecernos, construir la paz, permitirnos enfrentar mejor los desafíos, desde el clima hasta las pandemias y la IA no regulada, y, en general, construir una vida mejor para nuestra gente.
No hay duda de que hay un caso para lograr ganancias de eficiencia en este marco institucional de las Naciones Unidas. Lo sabemos. Pero una vez que terminemos con las ganancias de eficiencia, los estados miembros que quieran o necesiten un orden basado en normas deben poner el dinero donde está su boca. Si vamos a ser protegidos por un sistema basado en normas, entonces debemos dar un paso al frente y proporcionar los fondos para cerrar la brecha y lograr los resultados que deseamos. Debemos pasar de los pantalones cortos a los largos y entender que ya no podemos quejarnos de la ausencia o el comportamiento de un país y no estar preparados nosotros mismos para corregir lo incorrecto.
Es tan simple como eso. Y créanme, la aritmética no es mala. Está al alcance de cada uno de nosotros lograrlo. Y recordemos el principio de Aristóteles: igualdad entre iguales, proporcionalidad entre desiguales.
Amigos míos, y mientras contemplamos las múltiples crisis, no nos desesperemos porque hay algunas cosas que han funcionado en beneficio de nuestra gente en los últimos años.
Ahora tenemos globalmente un acuerdo histórico sobre pandemias que se adoptó para hacer el mundo más equitativo y seguro frente a futuras pandemias. Una apreciación plena de esto solo llegará cuando la próxima pandemia nos golpee.
Hemos acordado el compromiso sobre financiamiento que busca cumplir la promesa de los ODS y que, aunque la financiación no se ha identificado completamente, ha incorporado a la corriente principal una serie de conceptos de financiamiento que simplemente no se tenían en cuenta hace una década: canjes de deuda, cláusulas de desastres naturales o lo que llaman cláusulas de deuda resilientes al clima. Estas son las cosas que defendimos en la Iniciativa de Bridgetown.
También nos hemos comprometido como mundo aquí el año pasado con un ambicioso plan de acción global para combatir la resistencia a los antimicrobianos. ¿Y qué tiene que ver eso con cualquiera de nosotros aquí? Lo he dicho repetidamente, esta es la pandemia silenciosa a cámara lenta del siglo XXI y amenaza con revertir un siglo de progreso médico. Y cuando conocemos a personas que mueren por infecciones intrahospitalarias, entendemos la importancia de los pasos vitales tomados aquí.
A principios de esta semana, logramos poner en vigor el Tratado sobre la Diversidad Biológica Marina en las Zona Fuera de la Jurisdicción Nacional. Como un estado oceánico grande, como lo es Barbados, soy muy consciente de la importancia crítica de proteger nuestros océanos y su biodiversidad marina como parte del equilibrio ecológico del planeta.
Y el año pasado adoptamos el ambicioso Pacto para el Futuro, que proporciona una hoja de ruta, un norte, para nuestro trabajo de proteger a las personas y al planeta del futuro.
Los dos instrumentos mencionados el martes por la mañana por nuestro Secretario General para regular la IA deben ser ahora nuestra prioridad si queremos evitar la grave profundización de la desigualdad de nuestro tiempo y evitar dejar a nuestra gente expuesta al riesgo y la explotación de la IA y la distorsión de los hechos. Debo decirles que, lamentablemente, he experimentado en una conocida plataforma comercial de IA ejemplos de censura que intentan negar el acceso a los detalles de nuestra historia en este hemisferio, en términos del Código de Esclavos de Barbados, del Código de Esclavos de Carolina del Sur. Así que debemos estar vigilantes.
Hablando como un país pequeño, por lo tanto, no vemos futuro sin un sistema basado en normas.
Y antes de continuar, permítanme reconocer al presidente saliente de la Asamblea General, Su Excelencia Filimon Yang, por su impactante presidencia el año pasado. Y permítanme también felicitar a Su Excelencia Analina Berbach por asumir la presidencia, particularmente en este año en que celebramos Beijing+30. Barbados espera trabajar con usted, señora, para ejecutar su visión. El hecho de que sea solo la quinta mujer en ocupar este cargo en los últimos 80 años es motivo de profunda preocupación, pero digo, de renovado optimismo. Esto es un testimonio del mismo punto que busco destacar. La organización funciona, incluso si no a niveles óptimos. Pero todavía tenemos tanto, tanto, tanto por hacer.
En un momento, Señora Presidenta, en que deberíamos estar realizando una auditoría de los objetivos logrados y los resultados cumplidos, seguimos en su mayor parte recibiendo reconocimientos de deuda y promesas vacías y declaraciones de intenciones diferidas. [en el original: “IOU” o “IOUs” en plural, es un término financiero y coloquial en inglés. Significa «I Owe You» (te debo). Es un reconocimiento informal de una deuda, una promesa que puede resultar vana].
E Incluso mientras hemos sido testigos de esta vacilación [en los compromisos], ésta va de la mano con un preocupante regreso a las energías más sucias, a las que se intenta insuflar nueva vida en lugar de abandonarlas pese a su alta contaminación. Y hemos sido testigos de un redoble de esfuerzos para financiar acumulaciones militares, incluso a expensas de financiar nuestro camino hacia la sostenibilidad y el de un planeta habitable.
Señora Presidenta, sobre financiamiento climático… sobre clima y financiamiento, debería decir. Existe un peligro real de que los debates en esta gran cámara, en las Conferencias de las Partes y en otros lugares, corran el riesgo de reducirse a meros ejercicios performativos.
Hemos visto la ampliamente celebrada «ola verde» que barrió Europa en 2019. La hemos visto ahora retroceder y en su resaca ese continente ahora enfrenta profundas divisiones sobre la escala, el alcance y la velocidad de entrega de los compromisos asumidos para eliminar el daño climático y la contaminación para 2050. Hemos visto a otros retirarse del Acuerdo de París. En un momento, Señora Presidenta, en que deberíamos estar realizando una auditoría de los objetivos logrados y los resultados cumplidos, seguimos en su mayor parte recibiendo «yo-yos» y declaraciones de intenciones diferidas.
Incluso mientras hemos sido testigos de esta vacilación a la que acabo de referirme, también hemos visto un cambio de destino para insuflar nueva vida a formas de energía de alto contenido en carbono y alta contaminación. Y hemos sido testigos de un redoble de esfuerzos para financiar acumulación y desarrollos militares, incluso a expensas de financiar nuestro camino hacia la sostenibilidad y la de un planeta habitable.
Barbados no trata la ciencia climática como una mera conjetura. Y tampoco lo hace la Corte Internacional de Justicia ni la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sus opiniones consultivas han afirmado los derechos legales y las prerrogativas de los ciudadanos que deben enfrentar a diario el impacto de la crisis climática. En este sentido, damos especialmente la bienvenida al fallo de la Corte Internacional de Justicia en el sentido de que los estados tienen obligaciones de proteger el sistema climático y otras partes del medio ambiente de las emisiones y que esas obligaciones pueden hacerse cumplir contra otros estados.
Dada esta nueva realidad, mientras miramos hacia adelante, debemos aprovechar la oportunidad para encontrar un terreno común. Un terreno común dada la diversidad de opiniones sobre esta cuestión de la crisis climática. Propongo que una posible forma de avanzar es centrarse en las emisiones en lugar de centrarse en la industria de los combustibles fósiles. Como he dicho antes, la industria de los combustibles fósiles no es el enemigo. Lo son las emisiones.
En este sentido, deberíamos considerar trabajar hacia un marco global legalmente vinculante sobre el metano, que podría contribuir a revertir las temperaturas globales, me dicen los científicos, en hasta medio grado, mientras se gana tiempo para que la industria de los combustibles fósiles escale a un nivel comercial el uso de tecnología de descarbonización. Esto es posible.
El ambicioso plan trazado entre las cumbres de Bakú y Bonn tiene una prueba de fuego: asegurar que los 1,3 billones de dólares anuales comprometidos para 2035 no sean otra declaración de intenciones, sino un flujo concreto de financiamiento. De nada servirán los documentos si no hay una voluntad política decidida y mecanismos financieros innovadores que traduzcan estas colosales sumas en acción tangible.»
No debe, y no debemos permitir, que esa hoja de ruta sufra el mismo destino que el Fondo de Pérdidas y Daños, que a pesar de su establecimiento histórico sigue estando terriblemente infra-capitalizado, con menos de 800 millones de dólares prometidos y, lamentablemente, solo la mitad de esas promesas se han materializado.
Esta ambivalencia hacia las finanzas y el espacio fiscal, amigos míos, es lo que dio a luz a la Iniciativa de Bridgetown. Su última iteración, Bridgetown 3.0, será revisada pronto dado el rápido cambio del entorno global en el que vivimos. Todavía necesitamos expandir el apoyo a la liquidez y cerrar la brecha de financiamiento para ayudar a los países vulnerables, especialmente el V20, muchos de los cuales aún enfrentan la posibilidad de una crisis de deuda. Lo necesitan para construir su resiliencia y adaptarse a la nueva realidad climática.
Soy consciente del progreso con el que las instituciones multilaterales han incorporado algunos de nuestros argumentos en la Iniciativa de Bridgetown, especialmente en lo que se refiere al financiamiento climático y a la cuestión de la vulnerabilidad. Me referí antes a los canjes de deuda y las cláusulas de deuda resilientes al clima.
Señora Presidenta, todos estos objetivos y muchos más pueden ser logrados por un sistema basado en normas plenamente funcional, uno que sea ambicioso en sus metas, efectivo en su implementación y justo en su organización. Mientras el proceso UN80 busca mejorar el funcionamiento de esta organización, debemos asegurarnos de poner en marcha iniciativas que no sean el resultado exclusivo de restricciones presupuestarias y ejercicios transversales, sino que sean, en cambio, iniciativas centradas en las personas, impulsadas por la entrega de resultados, que proporcionen a la población global la paz, la seguridad y la calidad de vida que se merecen y que cada vez exigen más.
Para ello, el Consejo de Seguridad, lo sabemos, debe ser reformado. Debe reflejar el mundo multipolar en el que ahora vivimos. Y debe dar la oportunidad de reconocer que ha habido cambios geopolíticos sustanciales desde 1962, cuando se hizo la última reforma, tres años antes de que yo naciera, y cumplo 60 la próxima semana. Escaños permanentes para África y un escaño rotatorio para los pequeños estados insulares en desarrollo son una parte esencial de esa reforma porque todos tenemos perspectivas que deben ser escuchadas. Realmente no se nos puede pedir que aparezcamos para fotos familiares y votaciones cuando se nos necesita y luego excluirnos de la toma de decisiones de la familia como si ustedes fueran los adultos y nosotros los niños. No somos menores de edad. Somos estados soberanos independientes con plena capacidad e insistimos en que se nos trate como tales.
Señora Presidenta, he dejado para el final un asunto que nos afecta profundamente: la paz y la seguridad de nuestra región caribeña. La situación es alarmante. Tomemos el caso de Haití, sobre el cual el Primer Ministro González habló con elocuencia esta mañana. Haití, que fuera en su día un faro de emancipación y revolución para todos nosotros como pueblo negro, es hoy víctima de siglos de interferencia externa, de conflictos internos contemporáneos y, lo que es más lamentable, de una ceguera persistente por parte de quienes podrían ayudarla de verdad.
Queremos agradecer a Kenia por su extraordinario liderazgo de la misión de apoyo de seguridad multinacional, incluso cuando estaban solos en ello. Esperamos el apoyo reforzado del Consejo de Seguridad de la ONU y de la Organización de los Estados Americanos, incluso mientras mantenemos una firme vigilancia por este valioso miembro de nuestra comunidad caribeña, la Caricom. Haití requiere, lo he dicho una y otra vez, un plan de apoyo a largo plazo que aborde la seguridad y el desarrollo, no uno a expensas del otro. Con la voluntad política necesaria, el Consejo de Seguridad de la ONU y el Sistema Internacional de Desarrollo están bien equipados. Tienen los recursos y el poder para lograrlo.
También queremos instar al diálogo con nuestros amigos y socios, especialmente en los Estados Unidos, sobre el ineludible problema del flujo de “armas pequeñas y ligeras”, no solo a Haití, sino incluso y evidentemente hacia todo este hemisferio, especialmente en el Caribe con sus pequeños estados. Las economías frágiles y las democracias de la Comunidad del Caribe están siendo amenazadas ahora por este flujo incesante de armas obtenidas ilegalmente y por elementos criminales, cada vez más organizados que las utilizan. Pero utilizaremos los sistemas para tratarlos colectivamente y de acuerdo con el debido proceso.
Agradecemos al Secretario General Guterres por su inquebrantable apoyo con respecto a Haití y ahora necesitamos que otros se sumen para asegurar que Haití pueda dar un giro y prepararse para elecciones democráticas libres y justas.
Señora Presidenta, Cuba ha sido durante mucho tiempo una fuente de apoyo para muchos en todo el mundo en tiempos de conflicto, crisis de salud y, de hecho, de resistencia colonial, particularmente en África. Cuba, sin embargo, ha pagado un alto precio por insistir en su derecho a la autodeterminación. Y una y otra vez, debemos estar preparados para entablar un diálogo que ponga fin al sufrimiento desproporcionado y a la privación que sufre la sociedad cubana, causados por lo que hoy el mundo considera un embargo injusto y otras medidas coercitivas unilaterales.
Barbados, amigos míos, reitera su llamado al fin del embargo y a la eliminación de Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Esto es injusto. [Aplausos]
Lo que es más grave, en el Mar Caribe estamos siendo testigos de una peligrosa y alarmante violación de un entendimiento hemisférico fundamental: que el Caribe sea tratado como una zona de paz. En las últimas semanas, hemos visto un incremento muy preocupante de la presencia militar por parte de ambos bandos, de los Estados Unidos de América y de Venezuela. Sostenemos que cualquier despliegue de esta naturaleza podría desencadenar un incidente por simple error. Y de ocurrir, un mero incidente podría sumir al Caribe meridional en un riesgo desproporcionado. Sobra decir, por lo tanto, lo catastrófico que sería una guerra. No es aceptable que nuestras islas, nuestros países, sean considerados como meros daños colaterales.
Digo simplemente para todos los que puedan oír y para todos los que lean y puedan escuchar: se debe respetar plenamente la integridad territorial de todos y cada uno de los estados del Caribe, y eso incluye a todos los estados.
Casi todas las guerras terminan como resultado del diálogo. Hagamos un mayor esfuerzo por tener las conversaciones necesarias para prevenir la guerra. Es demasiado simple.
Al terminar hoy, les dejo con una imagen que ha permanecido conmigo durante la última semana: la de una niña palestina de seis o siete años caminando entre los escombros en Gaza. Sus ojos hueros, vacíos, y llenos de desesperación. Estaba claro que sentía un gran dolor. Pero con todo, llevaba a su hermana sobre sus hombros, sobre ambos hombros, reconociendo claramente que era ella quien tendría que cargar con el peso de llevarlas a un lugar seguro.
Amigos míos, esta es para mí la imagen definitiva de la esperanza y la resiliencia. Dejémonos inspirar porque incluso frente a la mayor adversidad y los mayores desafíos que enfrenta el mundo, nosotros también podemos elevarnos. Porque si una niña de seis años puede superar el dolor, todo el dolor físico y emocional, y aún encontrar la esperanza de que hay un momento mejor por delante para ella,… Entonces nosotros, como líderes y miembros de la comunidad global, tenemos el deber de convocar ese espíritu. El mundo lo necesita ahora más que nunca.
No está más allá de nosotros forjar un mundo mejor que sea justo y equitativo. Pero hace 80 años, fueron solo unos pocos países los que convocaron esa voluntad. Hoy, aquellos a quienes se les negó el derecho a ser escuchados entonces deben ser ahora los principales respondedores a este crítico llamado de clarín.
Les dejo inspirado por las palabras de mi propio himno mientras pienso en el mundo. Inspirado, digo, «hacia arriba y hacia adelante iremos. Inspirados, exaltados, libres, y nuestro mundo crecerá en fuerza y unidad».
Si una niña de seis años puede convocar la voluntad frente a todo lo que enfrentó, entonces nosotros, con mucho, mucho, mucho más, y con un compromiso y una obligación hacia muchos, muchos, muchos más, debemos convocar esa voluntad.
Gracias.