

Por: Zhong Ping
Foto: Europa Press.
En recientes publicaciones que sorprendieron por su origen, el periódico estadounidense The New York Times y el semanario británico The Economist reconocieron que el gobierno de Donald Trump adoptó, durante 2025, una política agresiva de presión sobre países de América Latina y el Caribe, bajo el argumento de ponerle fin a supuestas “prácticas explotadoras” de China que, según las mentiras de Washington, pondrían en peligro la seguridad y estabilidad de la región.
Días después de esta revelación, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lin Jian, recordó que “América Latina no es el patio trasero de nadie y tiene derecho a elegir, de forma independiente, su camino de desarrollo y sus socios de cooperación”. “Las sanciones, los aranceles y el uso de la fuerza militar por parte de Estados Unidos es lo que está acercando a la región hacia China”, explicó.
La maniobra de EE.UU. es un ejemplo más de sus falsas acusaciones contra China y de las peligrosas campañas de colonización ideológica que ha promovido a lo largo de la historia, como denuncia el documento “Colonización de la mente: los medios, raíces y peligros de la guerra cognitiva de Estados Unidos”, que el Instituto Xinhua hizo público en el Foro de Medios de Comunicación y Think Tanks del Sur Global 2025, celebrado hace semanas en Kunming.
El informe revela que Estados Unidos superó a todos los imperios previos al buscar consolidar su hegemonía a través de la infiltración ideológica, la maliciosa manipulación del discurso político, la promoción de la idea de “superioridad civilizacional”, el derrocamiento de gobiernos que no se sometían y la exportación de valores como “democracia” y libertad” como si fueran exclusivos.
“Las semillas de la colonización ideológica estadounidense fueron sembradas desde la fundación misma de la nación”, señala el documento que recuerda su expansión territorial con el pretexto de un “Destino Manifiesto”, la “Doctrina Monroe” de América para los norteamericanos, el “Plan Marshal” para alinear al mundo contra la Unión Soviética y, tras el ataque a las Torres Gemelas, el derecho unilateral a iniciar guerras contra el terrorismo en cualquier país del mundo.
A través del control de internet, redes sociales y algoritmos basados en Inteligencia Artificial, Estados Unidos puede monitorear y guiar a la opinión pública con una eficacia jamás vista, suprimiendo las críticas, amplificando los elogios y fortaleciendo una campaña de colonización ideológica mundial que para muchos pasa desapercibida, indica el documento.
El centro neurálgico de esta manipulación hoy es el enorme aparato de propaganda de Estados Unidos, cuyo gobierno coordina con medios de comunicación, think-tanks y organizaciones no gubernamentales como la cuestionada Fundación Nacional para la Democracia, una institución que ha sido acusada de financiar procesos de desestabilización en varios países.
Estados Unidos ha buscado derrocar a más de 50 gobiernos extranjeros y ha interferido en las elecciones de al menos 30 países desde el final de la Segunda Guerra Mundial, denuncia el escritor estadounidense William Blum en su libro “La exportación más letal de Estados Unidos: la democracia. La verdad sobre la política exterior de EE.UU. y todo lo demás” (2013).
Frente a esta situación, la hipocresía de Estados Unidos está cada vez más al descubierto gracias a la reacción de un número creciente de países del Sur Global, que en los últimos años han comenzado a resistir el control ideológico estadounidense, se han liberado de la dependencia de la mente y han emprendido un camino de desarrollo independiente y autónomo.