lunes 13 de octubre de 2025 - Edición Nº2504

Internacionales | 13 oct 2025

Comprender la Naturaleza de las Guerras.

El humanitarismo es importante, pero no suficiente

10:02 |Para comprender la naturaleza de una guerra y poder tomar una decisión informada, no basta con fijarse en lo que ocurre en el interior de las sociedades inmersas que insertas un conflicto armado.


Por: Samir Saul - Michel Seymour. Fuente: Agencia Pressenza

Para comprender la naturaleza de una guerra y poder tomar una decisión informada, no basta con fijarse en lo que ocurre en el interior de las sociedades inmersas que insertas un conflicto armado. Un Estado puede ser considerado democrático en su funcionamiento interno y, aun así, comportarse como un Estado canallesco en sus relaciones externas con otros países. A la inversa, un Estado autoritario en lo interno, que niega los derechos de los grupos minoritarios, puede tener, sin embargo, preocupaciones de seguridad legítimas frente a una agresión del exterior.

Existe una fuerte tentación de juzgar un conflicto que involucró a Saddam Hussein, Muammar Gaddafi o Bashar al-Assad únicamente por la naturaleza corrupta o tiránica de sus regímenes. Centrarse en estas figuras y en la violencia que han demostrado hacia sus propias poblaciones puede llevarnos a pasar por alto las intrusiones violentas de terceros países y su objetivo de dominación. Por ejemplo, Estados Unidos puede utilizar la imagen negativa que ha instilado en la población general sobre un líder para después efectuar un cambio de régimen, generar caos o desmembrar el país en cuestión. En Siria, por ejemplo, puede incluso aliarse con un grupo terrorista como Al-Qaeda, ayudarle a hacerse con el poder, establecer después relaciones cordiales con su líder y eludir así las reticencias o la preocupación de la opinión pública sobre el papel del gobierno estadounidense. La guerra por poderes que los americanos han librado contra Siria, con grupos yihadistas armados como intermediarios, puede así pasar desapercibida. Estados Unidos puede incluso ocupar un tercio del país sin que esta ocupación sea percibida negativamente.

La perspectiva humanitaria

Es necesario otro requisito es para comprender plenamente la naturaleza de un conflicto armado. Es preciso ser capaz de ampliar un análisis motivado exclusivamente por cuestiones humanitarias. La empatía, la compasión y el cuidado del otro deben complementarse con una comprensión geopolítica de los temas en juego. A primera vista, podría parecer que la geopolítica no es necesaria para tomar posición ante la tragedia que se vive en Gaza. Las emociones están a flor de piel y son cada vez más compartidas en todo el mundo. Todo el mundo es testigo de las atrocidades cometidas, de las poblaciones civiles diezmadas, de los cuerpos mutilados, de la hambruna impuesta. La opinión pública mundial es ahora abrumadoramente favorable a los gazatíes, y puede parecer inútil entrar en vericuetos inextricables que se remontan a fuentes históricas, y más pertinentemente, al sionismo y al imperialismo, ya sea británico o estadounidense.

Los humanitarios pueden sentirse tentados a responder que, en cualquier conflicto, nunca debemos perder de vista el aspecto humano de las cosas. Por lo tanto, insistirán en que las ONG juegan un papel esencial, porque ayudan a las poblaciones civiles arrastradas a una guerra, contra su voluntad. Su papel sobre el terreno es indispensable. La flotilla que se dirige a Gaza ofrece un buen ejemplo de ayuda humanitaria absolutamente esencial. Las mejores ONG son capaces de realizar una labor notable, pero no es suficiente. Los conflictos incluyen una realidad humanitaria, a menudo terrible, pero la trascienden. La ayuda humanitaria aborda las consecuencias humanas de los conflictos; no está diseñada para resolverlos.

En el Derecho Humanitario, la principal preocupación son los seres humanos. Algunos pueden incluso sentir rechazo por los debates sobre la presencia o ausencia de «genocidio». Estos debates pueden parecerles un mero juego de palabras. Pueden sentir que esto nos aleja de la simpatía hacia quienes son las víctimas directas de la guerra.

Una pieza que falta en el rompecabezas

La dimensión humanitaria de un conflicto ciertamente no debe ignorarse; de hecho, es de primordial importancia. Pero no debe presentarse como la única perspectiva posible, y desde luego no como suficiente. La simpatía es solo un primer paso, pero no el único ni el último. En cualquier conflicto, hay más de lo que se desarrolla ante nuestros ojos. Hay algo más que una sucesión ininterrumpida de eventos que involucran a agresores y víctimas, Crímenes de Guerra y Crímenes de Lesa Humanidad,, muertos y heridos, rescatistas y camilleros, alto el fuego e intercambios de prisioneros.

En el contexto actual de la guerra en Ucrania y el genocidio en Gaza, una perspectiva estrictamente humanitaria corre el riesgo de ofrecer solo una visión truncada, o parcial, de la realidad. Debemos alejar el zoom, dar un paso atrás, escapar de la tiranía de los acontecimientos y no guiarnos únicamente por la brújula de nuestros sentimientos, para poder captar los pormenores y las causas profundas de estos conflictos. Existen factores determinantes que solo pueden aprehenderse elevándose por encima de la refriega, en una perspectiva vertical, histórica, que se despliega a largo plazo. Sin esto, no podemos ver con claridad.

Estados Unidos, el agresor de Rusia

Con demasiada frecuencia, Estados Unidos es el punto ciego de nuestro pensamiento. Esto es resultado del oscurecimiento de su papel por parte de los medios. Y, sin embargo, ¿acaso no está el maquiavelismo estadounidense por todas partes, tanto en Ucrania como en Oriente Medio? Las declaraciones de senadores y representantes estadounidenses ya decían mucho sobre la implicación estadounidense en Ucrania. El representante Adam Schiff, el senador Lindsay Graham, el secretario de Defensa Lloyd Austin y muchos otros se regocijaban con la idea de debilitar a Rusia sin perder vidas americanas (mientras, para ello, desangraban a Ucrania).

El plan propuesto para una guerra por poderes (guerra proxie, o “proxie war”) también podría documentarse perfectamente a partir de la publicación en 2019 de un texto escrito por la Corporación Rand («Extendiendo a Rusia»). En cualquier caso, el secretario de Estado Marco Rubio mismo ha zanjado el debate sobre este tema. Al asumir el cargo, admitió que Estados Unidos, con la ayuda de Ucrania, había librado una guerra proxie, o por poderes, contra Rusia. ¿Qué más se necesita ya para considerar con ojo crítico el papel desempeñado por Estados Unidos en el desencadenamiento de esta guerra? ¿Puede ser retratada como una acción puramente espontánea de Rusia contra adversarios inocentes?

Para captar plenamente la totalidad de un conflicto, hay que alejarse de un enfoque estrictamente humanitario. Ignorando el contexto y la historia, y limitarse a considerar solo lo inmediato y a las apariencias, este enfoque corre el riesgo de ver la guerra en Ucrania como una mera inexplicable agresión por parte de Rusia. Para evitar cegarse, los humanitarios quizá necesiten reservarse el juicio y aceptar que pueden estar en juego causas distintas a las inmediatas. Deben admitir que causas lejanas pueden haber desempeñado un papel crucial. La mayoría de la gente pensaba que las «sanciones» se habían implementado como respuesta a la inexplicable intervención rusa en Ucrania, pero es al revés. Los estadounidenses ya habían decidido hace tiempo terminar con el comercio de petróleo y gas rusos en Europa. También prometieron la inclusión de Ucrania en la OTAN e instalar misiles allí. Estas medidas pretendían provocar a Rusia para que interviniera militarmente. Esto, a su vez, justificaría como «sanciones» el desacoplamiento comercial de Rusia del resto de Europa.

Considerar que Rusia fue provocada no implica la obligación de aprobar su intervención militar en Ucrania, pero sigue siendo importante reconocer la existencia de una guerra por poderes (proxie) librada intermediariamente por Estados Unidos contra Rusia. Los estadounidenses utilizaron a Ucrania para provocar una intervención rusa. Esto es lo que corre el riesgo de quedar fuera del enfoque puramente humanitario.

El imperialismo estadounidense

La responsabilidad estadounidense es aún más evidente en Palestina. Sin las 80.000 toneladas de bombas y los aviones capaces de arrojarlas sobre toda la población de Gaza, Israel nunca habría podido cometer tal carnicería. Las ONG se han visto obligadas a reconocer la existencia de un caso de genocidio. Sin embargo, han sido mucho más reacias al ahora de denunciar la complicidad genocida de Estados Unidos en todo este asunto.

Han sido aún menos capaces de detectar una estrategia imperialista global estadounidense. Y, sin embargo, Estados Unidos libra una guerra por poderes a través de Ucrania hasta las puertas de Rusia, a través de Taiwán hasta el Mar de China, y a través de Israel hasta las puertas de Irán. El conflicto en Ucrania no comenzó el 24 de febrero de 2022. El conflicto en Palestina no comenzó el 7 de octubre de 2023. Y el imperialismo estadounidense no comenzó el 20 de enero de 2025. Las tragedias humanitarias se desarrollan en contextos específicos que no pueden olvidarse.

Los conflictos en Ucrania y Palestina son fundamentalmente diferentes. En Ucrania, Rusia interviene para garantizar su propia seguridad frente al avance de la OTAN hacia sus fronteras y para detener la persecución de la población rusohablante por parte de un régimen rusófobo, con conexiones neonazis, que cuenta con un fuerte apoyo de Estados Unidos y otros países de la OTAN. En Gaza, Israel interviene para perpetuar la opresión de una población y cometer un genocidio, todo con el apoyo de Estados Unidos y otros países occidentales.

Conclusión

El ocultamiento del papel desempeñado por Estados Unidos en la mayoría de los conflictos, tanto en Ucrania como en Palestina, es muy revelador. Puede ser natural, desde un punto de vista humanitario, aferrarse solo a los hechos, así como a los sentimientos que estos despiertan, y apoyarse en la empatía, la simpatía y la compasión. Pero al hacerlo, o ceñirse solo a ello, se corre el riesgo de eximir al Estado estadounidense, patrocinador de un genocidio, así como a los estados vasallos que le hacen el coro.

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