

Por: Jesús Ortega López. Fuente: Agencia Pressenza.
Claudia Sheinbaum. Presidenta de México.
Nadie puede negar la capacidad que tiene la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Si quisiéramos hacer una analogía entre su desempeño en el ejercicio público y el de, por ejemplo, un deportista profesional y sobresaliente, observaríamos una buena “condición física” por arriba del promedio; observaríamos una excelente ubicación, o sea, siempre está en el lugar previamente planeado, tomando en cuenta las variantes que puedan surgir; notaríamos el sentido de la oportunidad para ejecutar un movimiento en el momento preciso (los que gustan de anglicismos le llaman el Timing); por otro lado, muestra oficio en un alto porcentaje, al momento de tomar decisiones, no pierde piso ni le ganan las emociones. También, ha mostrado buenos dotes de estratega que le aprendió muy bien a su “entrenador”, Andrés Manuel López Obrador.
Basta con rebobinar el discurso de rendición de cuentas del primer año que ofreció en el Zócalo el 5 de octubre, y hacer un repaso de la cantidad de reformas constitucionales y modificaciones a las leyes, la cantidad de proyectos y asignación de presupuesto en los distintos rubros, sin exagerar, es impresionante. Por mencionar algunos, los que competen a la soberanía energética, revirtiendo las aprobadas en el mandato de Peña Nieto, otro es que ante la amenaza del país del norte y el deseo de la oposición política anti-mexicana, de que nuestro país sea invadido por aquellas fuerzas militares, Claudia Sheinbaum mencionó que en el artículo 40 de la Constitución, quedó bien claro y detallado el siguiente párrafo:
“El Pueblo de México, bajo ninguna circunstancia, aceptará intervenciones, intromisiones o cualquier otro acto desde el extranjero que sea lesivo a su integridad, independencia y soberanía, tales como golpes de Estado, injerencia en elecciones o la violación del territorio mexicano, sea esta por tierra, mar o espacio aéreo”.
Por supuesto que ella no actúa y diseña el proyecto sola, a su imaginación y criterio, es parte de un gobierno que emana del movimiento de la cuarta transformación, en el que hay muchas fortalezas pero también debilidades, hay errores, hay asuntos pendientes a los que no se les da el trato necesario, las cifras y datos oficiales, deben ser revisadas a diario y con minuciosidad; hay fricciones y desencuentros en una diversidad que interactúa en dirección del cumplimiento de un proyecto, esta organización, de principios progresistas y humanistas, no deja de tener su lado político y estar formado por políticos de carne y hueso con intereses personales, y con presiones de grupo.
Mientras la Científica, incrementa su aceptación y popularidad, el aparato político (el Partido) y algunos personajes incrementan el rechazo y mala fama. ¿Cómo es esto?
Hace algunas semanas, un reportero hidalguense, preguntó a la Presidenta en la mañanera, cómo afrontar la corrupción en los Municipios, ella se limitó a responder que no se debe generalizar, si hay actos de corrupción, deben denunciarse con pruebas, dijo. Por otra parte, hace unos días, un diputado morenista mencionó textualmente en la reunión de una congregación religiosa, que “el 70% del país, está dominado por el narco”, luego en una entrevista lo matizó, aclarando que este problema se presenta en los municipios y que no se refiere a un narco-gobierno, que tenemos una “narco sociedad”… Así que, más allá de la exageración, de intenciones ocultas y de las batallas de propaganda, nuestra atención debe estar puesta en los indicadores que vayan apareciendo, no solo de la superestructura nacional sino a nivel de piso, que es donde se desarrolla la mayor actividad social, política y económica.
Si Usted tuviera oportunidad de presenciar algunas conversaciones de funcionarios en un Municipio de cualquier región del país, si pudiera escuchar ciertos intercambios entre diputados, senadores, entre burócratas de cualquier dependencia en los tres niveles o de los mismos militantes del Partido; si pudiera conocer las actitudes o una parte de sus aspiraciones, se sorprendería al comprobar, que la relación con ese proyecto de transformación es muy superficial o casi nula. Espero que se sobre entienda que no hablo de la oposición política de Derecha como el PAN, el PRI o MC, esos, como dice una periodista, “ya no pintan” en el escenario, solo me refiero al espectro de la 4T.
Los dimes y diretes sobre quién debe ser la candidata o candidato para tal cargo en 2027 y en 2030; las disputas por los afiliados y del territorio entre grupos para ampliar un padrón de gente que pueda ser movilizada en su oportunidad; las tácticas para sabotear la reunión del contrincante o para causarle una mala reputación pública por medio de una nota periodística o en las redes sociales, son solo una pequeña probada de lo que se mueve por detrás de esos rostros sonrientes, detrás de esas declaraciones tan audaces en las que afirman estar muy comprometidos con el país.
¿Y con quién habla Claudia, entonces?
Al momento de escuchar las aserciones de una Presidenta que lidera todo un aparato administrativo y en su momento, al Presidente López Obrador, cualquiera pensaría que, aunque no faltan las divergencias, ese enorme aparato que se compone de burocracia, Partido y militancia, están en una misma sintonía y que todo se va acomodando hacia el mismo objetivo y con el mismo sentimiento, resolviendo los inconvenientes con el uso del Diálogo, herramienta fundamental de la política, este diálogo hoy tan distorsionado, tan falta de rigor y vacío.
Sucede que el diálogo, en el caso de la Presidenta, se extiende además con todo el resto de los interlocutores sociales: la oposición política, los poderes legislativo y judicial, la clase empresarial y financiera, las diferentes instituciones de culto, las diversas colectividades indígenas, las juventudes, la tercera edad, los grupos feministas, los medios de comunicación, el ámbito internacional y tantos otros. Y una vez más, se comprueba que el diálogo más sólido y duradero que puede tener un gobernante, es y será, el que se establece con el Pueblo, sea este tangible como en las ya tradicionales arengas en espacios públicos, a través de las redes o simplemente en sentimiento.
Una tesis doctoral acerca del diálogo, del escritor humanista Silo, se enuncia así:
“No existe diálogo completo, si no se considera a los elementos pre-dialogales en los que se basa la necesidad de dicho diálogo”.
Es decir, si lo colocamos como marco teórico, diríamos que, entre aquellos que manifiesten el deseo de impulsar esta gran empresa que es la transformación de un país, deben existir unas mínimas condiciones de diálogo. Puede haber desacuerdo, coincidencias o discusiones acaloradas y aun con todo eso, puede haber una conexión genuina. Pero otra situación que suele presentarse es una desconexión y desinterés del punto que se está tratando y en todo momento, sobrellevar el intercambio en un ambiente de “diálogo de sordos” o un “cada loco con su tema”.
Al defender su tesis, este pensador latinoamericano expuso, “para que un diálogo sea coherente, es necesario que las partes,
1°.- Coincidan respecto al tema fijado
2°.- Ponderen el tema en un grado de importancia similar
3°.- Posean una definición común de los términos decisivos utilizados”
A la luz de los escándalos de corrupción o huachicoleo recientes, de los gastos suntuosos de políticos que exceden la justa medianía, por los fuegos que tiene que controlar la Presidenta por las constantes pifias, desvaríos o disputas entre integrantes del movimiento, por las correcciones de la plana que les tiene que aplicar, por todo esto y más, que desde los primeros tiempos en 2018, el entusiasmo inicial impedía distinguir, ahora se evidencia que, muchas y muchos que se posicionaron en cargos, territorios, incluso, han ganado elecciones desde que AMLO y Morena arribaron al poder, están muy lejos de coincidir en la fijación del tema principal que en este caso, es la transformación y la revolución de las conciencias; tampoco están interesados en “limpiar las escaleras”, en ponderar la importancia del tema-objetivo de manera más o menos similar con lo plasmado en los principios y finalmente si los términos utilizados no son comunes en el significado que se les otorga, se entorpecerá el ejercicio de intercambio en definitiva.
Las condiciones del diálogo, son trastocadas por algunos factores como son, las intenciones previas que cada una de las partes activas, esconde. Estas intenciones derivan de creencias, experiencias o valoraciones, de acuerdo a la sensibilidad de la época que les toca vivir, y en sus consecuencias prácticas, cada quién va en una dirección y utiliza algunas formas no muy éticas para llevar agua a su molino, utilizan la traición y el golpeteo, aunque en lo superficial parezca que hay una perfecta armonía y entendimiento. Así están las cosas.
Continuando con las argumentaciones doctorales de este filósofo, si
“El diálogo es algo vivo en el que el intercambio de ideas, afectos y experiencias, está teñido por la irracionalidad de la existencia, (y) esta vida humana con sus creencias, temores y esperanzas, odios, ambiciones e ideales de época, son la base de todo diálogo”
Entonces
“El diálogo, factor decisivo en la construcción humana, no queda reducido a los rigores de la lógica o de la lingüística”
Por tanto, de la pregunta, ¿con quién habla Claudia? (que quedará abierta), deriva una siguiente,
¿En qué se sostiene el proyecto de país con tantos embates internos y externos?
La Presidenta, en su documental de los primeros 365 días, una vez más, deja escapar una señal desde lo profundo cuando dijo: “…Pienso que es lo que representa nuestro movimiento, lo que él (AMLO) deja en el gobierno, en su lucha y lo que queremos seguir, que es un profundo humanismo, un amor al prójimo. Finalmente eso es lo que nos mueve”.
“No es nada más qué hacemos sino por qué lo hacemos, (y recomendó): luchen por su país siempre, no se dejen llevar por el individualismo, el deseo de dinero, de poder, de fama, piensen en sus compañeras y compañeros, en la gente que sufre, que le den sentido a su vida desde una perspectiva colectiva y beneficio colectivo” Hasta aquí la Presidenta.
Esta señal, por ahora, es solo una pincelada que poco a poco va dibujando el modelo de sociedad que queremos construir.
El fundador de la corriente de pensamiento, “humanismo universalista” o “nuevo humanismo”, al ser reconocido por la Academia de Ciencias de Rusia, con el Doctorado Honoris Causa, el 6 de octubre de 1993, cuando el neoliberalismo aquietaba a las poblaciones con pesimismo y resignación, develó una esperanza de futuro:
“En algunas latitudes, ha comenzado a moverse algo nuevo, algo que empezando en diálogo de especialistas, estará luego ocupando la plaza pública”.