El mundo está cambiando rápidamente, pero muchos líderes políticos y económicos continúan avanzando con propuestas y soluciones que provienen de una visión del mundo que ya no tiene fundamentos morales aceptables en un contexto global cada vez más complejo. Varios líderes siguen creyendo que el motor de la historia humana es esta lucha perpetua e interminable entre diferentes grupos (luchas entre culturas, religiones, corporaciones, empresarios o aquellos que defienden ideologías).
De hecho, estos líderes comparten una cosmovisión relacionada con la mente posesiva. Los profesores Juan José Pescio y Patricia Nagy de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Argentina y autores del libro Hacia una solidaridad y cultura no violenta explican cómo el funcionamiento de la mente posesiva se ha desarrollado en las sociedades occidentales y se cree que está en el origen del individualismo competitivo que con el tiempo se ha convertido en el dominio universal de las organizaciones humanas.
Para entender la mente posesiva debemos observar cómo la mayoría de las personas se convierten en el acto de recibir en las sociedades. Esta ubicación de la mirada en el mundo y en los demás nos permite comprender bien cómo esta forma mental se ha establecido en todas las esferas de la actividad humana. Tantos no pueden explicar por qué algunos simplemente pueden hacer cosas sin recibir algo a cambio. De hecho, es una actitud sospechosa desde el punto de vista de la ideología del consumo.
De acuerdo con esta ideología de consumo, muchos líderes perciben la paz como algo que se compra en el supermercado. Por ejemplo, muchos no entienden por qué cientos de millones de personas en todo el mundo siguen protestando por Palestina. Se dicen a sí mismos: ¿pero los diversos protagonistas han acordado un alto el fuego?
Caballeros y damas si seguimos demostrándolo es porque en 2025, sabemos que la paz solo puede construirse a partir de las relaciones de confianza y humana entre los pueblos, las culturas y las religiones, que la paz solo puede desarrollarse a través de un proyecto benevolente y humanizador que incluya a toda la humanidad.
Hoy en día, somos cientos de millones de personas que se niegan a vivir con miedo a otras culturas, otras religiones o ideologías diferentes.
Hoy en día, somos cientos de millones de personas que aprenden a vivir con los demás, incluso si son diferentes, ya sea que recen a otro dios o si hablan otro idioma.
Es la compasión, es esta sensibilidad la que nos mueve hacia la acción, es la revuelta contra la muerte, contra la frustración, contra la venganza y contra las soluciones falsas que deshumanizan al otro y que nos deshumanizan a nosotros mismos (avanzado por sobre los violentos y los discriminadores).
Somos cientos de millones que compartimos esta formidable actitud humana de sentir al otro, sentir su dolor y sufrimiento, pero también sentir su alegría de vivir y su maravilla en este nuevo horizonte humano. Un nuevo horizonte que se está elevando a través de las crisis que están sacudiendo el planeta, pero que realmente constituye la base de una nueva civilización humana universal.