

Por: Agencia InnContext
Los albatros de Laysan están prosperando nuevamente en la isla Guadalupe, una masa de roca volcánica ubicada a unos 240 kilómetros de la costa occidental de México. Es una de casi 100 islas mexicanas en las que tanto las personas como la vida silvestre se benefician de una iniciativa para restaurar sus ecosistemas degradados.
La iniciativa ha priorizado la erradicación de especies exóticas invasoras —la principal causa de pérdida y extinción de flora y fauna únicas que evolucionaron en islas aisladas— antes de brindar apoyo a sus especies, desde albatros hasta plantas endémicas poco conocidas, para facilitar su recuperación.
Las Naciones Unidas han reconocido esta iniciativa, que lleva más de 25 años en marcha y ha logrado resultados, como una de sus Iniciativas Emblemáticas de Restauración Mundial. Este reconocimiento forma parte de un esfuerzo global para sanar la naturaleza y hacer que los paisajes terrestres y marinos sean más resilientes frente al cambio climático.
“Las islas son tesoros de biodiversidad que, lamentablemente, se encuentran muy vulnerables a influencias externas”, señaló Natalia Alekseeva, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, quien coordina el Decenio sobre la Restauración de la ONU. “El éxito de México al eliminar especies exóticas invasoras para permitir la recuperación de la naturaleza local demuestra lo que se puede lograr con cooperación, recursos y paciencia.”
Las más de 1.300 islas de México y las aguas que las rodean ofrecen sitios de anidación y alimentación para casi un tercio de las especies de aves marinas del mundo, incluyendo diversas especies de cormoranes, petreles y araos, así como muchas aves migratorias que transitan por allí dos veces al año.
Sin embargo, durante mucho tiempo las islas han sufrido los impactos de mamíferos introducidos, tales como como gatos y ratas que depredan la fauna nativa, así como de cabras y conejos, que consumen vegetación en exceso. La contaminación, incluyendo los desechos marinos, y los efectos del cambio climático como el aumento del nivel del mar, han añadido presión sobre la vida silvestre terrestre y acuática de las islas.
En respuesta, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de México (CONANP) y la organización de la sociedad civil Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI) desarrollaron un programa de restauración ambicioso e integral, en colaboración con entidades gubernamentales, la sociedad civil, la academia y comunidades locales.
Hasta ahora, la iniciativa ha restaurado aproximadamente 60.000 hectáreas, incluyendo la eliminación de 60 poblaciones de 13 especies exóticas invasoras en 39 islas. Como resultado, 23 de las 27 colonias de aves marinas que se habían perdido en islas frente a la península de Baja California han regresado, como los charranes reales en la Isla San Roque y los araos de Cassin en ocho grupos insulares.
En algunas islas, se han restaurado paisajes completos, ya sea permitiendo que la naturaleza se regenere a su propio ritmo o cultivando y plantando especies de árboles y plantas nativas y endémicas para acelerar el proceso. Se han establecido “protocolos de bioseguridad” —con medidas como trampas en los puertos e inspección de embarcaciones y sus cargamentos— para evitar el reingreso de especies dañinas, y muchas de las islas ahora forman parte de áreas protegidas oficiales.
Para el cierre del Decenio de la ONU en 2030, el objetivo es completar la restauración de un total de 100.000 hectáreas, abarcando casi 100 islas y protegiendo más de 300 especies endémicas de mamíferos, aves, reptiles y plantas —un retorno tangible sobre una inversión total de aproximadamente US$ 25 millones.
La iniciativa ha diseñado e implementado sus actividades en colaboración con las personas que habitan las islas, invirtiendo en programas educativos y culturales como obras de teatro y murales producidos localmente que celebran las islas y su biodiversidad.
Además, las comunidades isleñas se benefician de ecosistemas más resilientes que las protegen frente a fenómenos meteorológicos extremos —como bosques nativos que previenen deslizamientos durante las lluvias— y que ofrecen medios de vida estables a través de la pesca y el ecoturismo.