Por: Agencia InnContext
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Las comunidades indígenas de la Amazonía llegaron a la COP30 con un reclamo unificado: la crisis climática ya afecta de manera crítica sus territorios y exigen participación real en las decisiones globales. Aun con acreditaciones en la zona azul, denuncian que siguen encontrando barreras para acceder a los espacios de negociación.
Raoni Metuktire, uno de los grandes caciques del pueblo kayapó y una de las voces más respetadas de la Amazonía, advirtió que el avance de la soja está agravando la deforestación. “No hace falta abrir más selva para plantar. Hay que aprovechar las tierras que ya se usan. Si siguen así, va a ser como tener petróleo derramado aquí en el corazón de la Amazonía”, señaló. También alertó que el gobierno impulsa obras de infraestructura sin considerar los impactos en las comunidades. “Hace décadas vengo hablando de esto para evitar que vivamos estos problemas”, recordó.
Lucas Tapinambá, del Consejo Indígena Tapajós-Arapiuns, describió la sequía histórica de 2023 y 2024 como un punto de quiebre. “Hubo aldeas que nunca imaginaron quedarse sin agua. La mandioca salía podrida de la tierra, faltó lo básico para sobrevivir”, afirmó. También denunció el avance del agronegocio y la falta de energía eléctrica en muchos territorios, lo que obliga a conservar alimentos con sal y agrava problemas de salud. “Nuestros derechos no se negocian. Queremos ser escuchados por el Estado brasileño y por los 150 países que están aquí”, remarcó.
Desde el Bajo Tapajós, Suzinida Cumaruara expuso los impactos del mercurio en los ríos, que contaminan los peces, base de la alimentación indígena, y ya afectan la salud de mujeres, niños y pescadores. También señaló que de las diez aldeas que coordina, cinco no tienen agua potable debido a la contaminación y al calor extremo.
Para muchas comunidades, la COP30 representa una oportunidad única de visibilizar la ausencia de políticas públicas. Suzinida explicó que buscan alianzas para fortalecer la vigilancia territorial, la comunicación y la producción agroecológica en tiempos de sequía. “No queremos vivir de canastas básicas. Queremos producir”, sostuvo.
Las comunidades también destacan que sus saberes tradicionales ofrecen respuestas para enfrentar la crisis climática. Grupos de guardianes, mujeres y comunicadores trabajan de manera voluntaria en el monitoreo de la selva y los ríos, aunque con dificultades para acceder a fondos y herramientas. “Nos las arreglamos como podemos, pero seguimos cuidando la selva”, señalaron.
A pesar de las trabas, los pueblos originarios ven esta COP como un momento de esperanza. Desde distintos rincones de la Amazonía, los líderes repiten el mismo mensaje: proteger la naturaleza no es un discurso, es una necesidad urgente para garantizar la vida.

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