Por: Mauricio Herrera Kahn. Fuente:Agencia Pressenza
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José Antonio Kast- (Imagen de WikiCommons)
“Las dictaduras no terminan cuando caen, sino cuando sus herederos dejan de justificarlas.”
La figura de Kast no surge de la nada. No es un fenómeno espontáneo ni una novedad política. Es la continuidad directa de un país que nunca resolvió su relación con la dictadura. Kast no se esconde, no camufla su identidad histórica.
Su proyecto es una réplica ideológica de la visión autoritaria que gobernó Chile a sangre y fuego. No lo oculta porque sabe que esa memoria aún tiene seguidores. Lo que él ofrece no es un programa nuevo, es el retorno a un orden antiguo. Un orden donde la autoridad se confunde con impunidad, un orden donde la fuerza se confunde con gobierno, un orden donde la obediencia se confunde con estabilidad.
Su espejo es Pinochet porque ambos comparten la misma convicción. El país necesita mano dura más que democracia. Ese es el corazón de la derecha más cruda. Un país con miedo es un país gobernable. Un país silencioso es un país que no molesta. Un país disciplinado es un país que acepta cualquier decisión mientras el castigo esté suficientemente cerca. Kast ofrece exactamente eso. Un Estado fuerte hacia abajo y dócil hacia arriba, un Estado que protege al poderoso y reprime al vulnerable, un Estado que llama paz al silencio y gobernabilidad a la sumisión.
Pero un proyecto de esa magnitud no se sostiene solo. Kast es financiado y apoyado por el corazón más duro de la elite chilena. Los mismos que aplaudieron a la dictadura porque la dictadura les garantizó riqueza, privatizaciones, impunidad y privilegios.
Ese es su verdadero electorado. No la seguridad, no la clase media, no el país dolido. Su verdadera base de apoyo es la elite que teme perder su dominio histórico.
Luego están los operadores mediáticos. Los que maquillan su discurso, los que convierten su autoritarismo en sentido común, los que repiten que el país necesita firmeza y no democracia, los que instalan miedo cada mañana para vender la idea de que Kast es la única salida. Es un coro organizado, no es casualidad, es estrategia.
Después aparece la otra parte de su apoyo. La más dolorosa, los fachos pobres. La gente engañada por la narrativa del orden. La gente que cree que Kast castigará solo a los otros. Los que fueron educados para admirar la mano dura incluso cuando la mano dura recae sobre ellos mismos. Los herederos del relato que convirtió a Pinochet en un salvador mientras destruían vidas enteras. Esa base existe porque Chile nunca discutió seriamente su memoria. Porque la dictadura fue condenada moralmente pero jamás desarmada culturalmente. Su sombra sigue viva en los hogares donde se repite que antes había orden y ahora hay caos. Esa es la herencia más tóxica del país.
Ese es el verdadero espejo. Pinochet no es un fantasma. Está presente en los discursos, en los miedos, en las nostalgias y en la estructura de poder que nunca fue desmantelada. Kast es la versión moderna de ese proyecto. Un Pinochet sin uniforme, pero con el mismo objetivo. Reponer un país jerárquico donde unos pocos mandan y los demás acatan. La historia se repite porque los países que no enfrentan su pasado están condenados a revivirlo con nuevos nombres.
Los medios que limpian la imagen del fascismo
La ultraderecha no se instala sola. No llega al poder únicamente por votos ni por discursos incendiarios. Llega porque los medios tradicionales hacen el trabajo fino. La prensa y la televisión chilena llevan años preparando el terreno para el ascenso del autoritarismo con la misma naturalidad con la que se revisa el clima. Cada mañana los matinales repiten que el país está desbordado. Cada tarde los noticiarios muestran violencia editada como si no existiera otra realidad. Cada noche los paneles de expertos construyen la idea de que el único camino posible es la mano dura. No hablan de justicia, no hablan de igualdad, no hablan de derechos. Hablan de orden como si el orden fuera un dios que exige sacrificios humanos para existir y ese sacrificio siempre lo paga el pueblo.
Los medios construyen miedo porque el miedo vende. Construyen desesperanza porque la desesperanza paraliza. Construyen un país miserable porque un país miserable acepta sin resistencia proyectos que antes consideraba inaceptables. Kast entiende esto mejor que nadie. Su discurso no necesita ajustarse. Los medios lo ajustan por él. Lo presentan firme donde es autoritario. Lo muestran decidido donde es intolerante. Lo describen como valiente donde es peligroso, le regalan micrófono, le regalan tiempo y le regalan paneles llenos de opinólogos dispuestos a repetir su relato sin analizar su costo histórico. El resultado es un país que normaliza la ultraderecha antes de darse cuenta de que la normalizó.
La televisión convierte cada hecho delictual en un espectáculo sensacionalista. Lo repite, lo exagera, lo dramatiza, lo transforma en guion de miedo y lo instala en la psiquis colectiva. La prensa, a su vez, reduce la política a un enfrentamiento entre quienes quieren orden y quienes supuestamente defienden el caos. Esa caricatura funciona porque simplifica el mundo a dos colores. En ese mundo rebajado la democracia se vuelve lenta y el fascismo se vuelve atractivo. Allí no importan los derechos humanos, no importan las libertades, no importa la historia. Lo único que importa es quién promete actuar más rápido y golpear más fuerte. Esa es la trampa que los medios construyen todos los días.
La prensa nunca cuestiona quién financia a Kast. Nunca pregunta por qué las grandes fortunas lo adoran. Nunca analiza por qué las corporaciones mediáticas le dan pantalla sin freno. No lo hacen porque son parte del mismo entramado de poder que se beneficia de un país sin regulación social. Los medios protegen al fascismo moderno porque el fascismo moderno protege sus intereses económicos. La prensa chilena no es neutral. Nunca lo ha sido. Su rol histórico ha sido blindar a quienes sostienen el modelo. Y cuando ese modelo se siente amenazado, la prensa actúa como escudo ideológico del autoritarismo.
No es casualidad que los rostros televisivos más influyentes repitan exactamente las mismas frases. No es casualidad que la narrativa del miedo sea idéntica en todos los canales. No es casualidad que la ultraderecha aparezca siempre como solución y la democracia como problema. Ese guion está escrito, está financiado, está distribuido. La televisión chilena es la fábrica de sentido común del empresariado y el empresariado ya eligió su carta. Eligió a Kast porque Kast les garantiza un país:
El problema es que mucha gente no ve la maquinaria completa. Escucha el miedo editado y cree que es realidad. Ve la violencia televisada y cree que es el país entero. Observa los paneles construidos y cree que son debate. Ese engaño es profundo es un fenómeno global. El fascismo siempre entra por la televisión, nunca por los libros. Entra por el matinal, por la noche, por la pantalla que acompaña mientras la gente cena, entra disfrazado de preocupación, de buena intención y de falso sentido común. Cuando todos lo normalizan ya es tarde para detenerlo.
La prensa chilena es hoy la incubadora del nuevo autoritarismo.
Y lo más grave es que no lo hace por ideología, lo hace por intereses. Porque en un país gobernado por miedo las corporaciones siempre ganan.
Y un país gobernado por miedo siempre está dispuesto a entregar sus libertades a cambio de una promesa que nunca se cumple…
Bibliografía (sobre Kast, Pinochet y continuidades políticas)
Autor / título (año) Qué aporta / por qué es relevante
CIPER Chile
Ofrece un contexto histórico riguroso sobre el régimen militar, su institucionalidad, mecanismos de poder, represión y legado institucional — fundamental para contrastar con las propuestas actuales.
Dokumen.pub
Documenta con fuentes desclasificadas el papel internacional, la represión y las redes de complicidades del régimen de Pinochet; esencial para entender las raíces del “orden autoritario” que algunos buscan reivindicar.
Testimonio clave de la represión bajo la dictadura, detenciones, torturas y detención arbitraria; documento histórico sobre el sufrimiento personal y colectivo durante el régimen.
Investigación sociológica que analiza perfil de simpatizantes y opositores a la ultraderecha en Chile, incluyendo a Kast y su partido; sus valores, motivaciones y temores. Permite situar socialmente el “resurgir autoritario”.
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