sábado 13 de diciembre de 2025 - Edición Nº2565

Internacionales | 13 dic 2025

Decadencia Plena de Un Premio.

El ocaso de las mentiras: Cuando Oslo y el nobel juegan a ser jueces

08:23 |“Las mentiras no mueren por falta de público, mueren cuando el escenario ya no puede sostenerlas”. Oscar F. Wilde, escribió en 1890 en su ensayo El ocaso de las mentiras. “La mentira, refinada y consciente, es la base misma de la civilización”.


Por: Mauricio Herrera Kahn. Fuente:Agencia Pressenza

Maria Corina Machado.

“Las mentiras no mueren por falta de público, mueren cuando el escenario ya no puede sostenerlas”.

Oscar F. Wilde, escribió en 1890 en su ensayo El ocaso de las mentiras.

“La mentira, refinada y consciente, es la base misma de la civilización”.

La escena perfecta para la lágrima fácil

En Oslo no se presentó una líder política. Se presentó un guion. Una cámara esperando, una música invisible, una protagonista maquillada al máximo intentando tensar la piel de la narrativa. Corina Machado apareció como un personaje diseñado para conmover, pero terminó revelando lo contrario: el desgaste de una figura cuya imagen pública ya no puede cubrirse con base ni con luces. Se notó la edad, se notó la tensión, se notó el artificio. Y cuando alguien tiene que actuar tanto para parecer heroína, la épica comienza a resbalar. La silla de ruedas, empujada por manos que sabían exactamente dónde posicionarse para la foto, completó la coreografía. No era una mujer regresando a la vida. Era una producción envejecida tratando de fabricar un símbolo.

Del drama íntimo a la diplomacia espectáculo

El abrazo a sus hijos fue presentado como un acto sagrado. Pero cuando la política toma la forma de un reality show, el abrazo deja de ser abrazo y se vuelve material audiovisual. No hay espontaneidad: hay estrategia. No hay emoción natural: hay edición, encuadre, narrativa prefabricada. La clandestinidad que vendió durante un año se evapora misteriosamente cuando llega al aeropuerto europeo, donde la reciben cámaras y no policías. ¿Cómo se mueve alguien “perseguido” con la fluidez de quien viaja en business class? ¿Cómo una figura supuestamente acorralada logra aparecer en uno de los escenarios diplomáticos más blindados del mundo sin que nadie lo cuestione? Porque, no estamos ante una historia humana, estamos ante una operación política con estética de telenovela.

El maquillaje no es cosmética: es estrategia narrativa

Cuando decimos “maquillada al máximo” no hablamos de un detalle superficial. Hablamos de un intento desesperado por rejuvenecer un personaje que debe representar esperanza, pero que aparece con las marcas inevitables de una trayectoria desgastada. La imagen no engaña: por más capas de base y polvos que se apliquen, el cuerpo comunica lo que la política intenta ocultar. Esa sensación de artificialidad es precisamente lo que carcome la credibilidad del espectáculo. Si la historia fuera auténtica, no habría necesidad de embellecerla. Si la causa fuera tan pura como la venden, no recurrirían a estos mecanismos de manipulación emocional que subestiman la inteligencia del espectador latinoamericano.

La silla de ruedas como escenografía

En política nada es casual, y una silla de ruedas jamás aparece sin intención. Es un símbolo de vulnerabilidad, de sacrificio, de resistencia física convertida en herramienta mediática. Pero en este caso la silla de ruedas opera como un accesorio dramático para reforzar la idea de “mujer perseguida que lo arriesgó todo”. Y ahí está el punto: cuando el símbolo se percibe forzado, deja de conmover y comienza a generar sospecha. ¿Realidad médica o utilería política? ¿Estado clínico o estrategia escénica? No juzgamos la salud de nadie. Juzgamos la forma en que el sufrimiento, real o no, se convierte en capital político en pleno escenario europeo.

Europa y su necesidad de fabricar utopías

La política europea lleva años necesitando rostros que puedan justificar su narrativa moral. Venezuela funciona como un tablero perfecto: un país dividido, un gobierno polémico, y una oposición cómoda para Occidente. En ese mapa, Corina Machado es útil. Y lo que es útil se amplifica. Oslo la recibe con cámaras. Bruselas la consagra con discursos. Instituciones que deberían ser neutrales como el Comité del Nobel se permiten decirle a un presidente en ejercicio que renuncie. Ese cruce de moralidad impostada y política intervencionista no es neutralidad: es injerencia. Cuando un premio que supuestamente representa paz actúa como operador político, la farsa queda expuesta.

Bruselas completa el libreto

Lo de Bruselas ya no fue sutileza, fue declaración. El presidente del Comité del Nobel diciendo públicamente que Maduro debe renunciar es un quiebre histórico. El Nobel, que debería guardar prudencia, se convirtió en actor político directo. Eso revela que lo de Oslo y lo de Bruselas son capítulos de un mismo guion. Primero se construye la víctima perfecta. Luego se le da validación emocional. Después se usa Europa como megáfono moral. Todo esto alineado con los intereses estratégicos de Estados Unidos, que necesita reposicionar actores opositores mientras reajusta su mapa energético, militar y geopolítico.

No es farsa: es operación política con estética de farsa

Decir “farsa” sería quedarse corto. Esto es mucho más grave. Es una operación política que se disfraza de sufrimiento humano para generar legitimidad internacional. Nadie llora por Venezuela en estas escenas, lloran por la narrativa que quieren imponer. Y lo más preocupante es que esta coreografía debilita cualquier intento real de diálogo y agrava la polarización de un país ya golpeado. Los europeos juegan su rol, Washington mueve sus fichas, los medios hacen su espectáculo y la protagonista intenta sostenerse en un personaje inexistente.

¿Ahora vendrá el siguiente acto del teatro?

No sería extraño que en los próximos meses la presenten como “presidente asignado”, un Guaidó versión 2.0, construido para sostener la narrativa que Bruselas y Washington necesitan reproducir. Un concepto tan elástico como útil cuando la política internacional busca fabricar interlocutores sin votos, pero con micrófonos. No sería la primera vez que la diplomacia occidental crea instituciones paralelas para justificar presiones, sanciones o reconocimientos simbólicos. Lo preocupante es la facilidad con que se sustituyen procesos reales por personajes ficticios instalados a dedo para mantener viva la ilusión de ilegitimidad externa.

El verdadero problema

Mientras se montan ceremonias en Oslo y discursos moralistas en Bruselas, el venezolano común sigue invisible. No está invitado a la fiesta diplomática, no aparece en las fotos y no tiene silla en la mesa.

Y esa es la señal más clara de que lo que vimos no es política, sino teatro…como en el año 1890 en Londres, con imperios y reyes de verdad…

 

Bibliografía:

Wilde, Oscar. El ocaso de las mentiras. Ensayo publicado originalmente en 1889.

  • Wilde, Oscar. La decadencia de la mentira. Varias ediciones en español e inglés.
  • Comité Noruego del Nobel. Documentos oficiales del Premio Nobel de la Paz.
  • Furedi, Frank. Politics of Fear. Continuum, 2005.
  • Arendt, Hannah. Verdad y política. En Entre el pasado y el futuro.
  • Kapuściński, Ryszard. Los cínicos no sirven para este oficio.
  • Archivo histórico del Premio Nobel de la Paz, Oslo.

 

 

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