jueves 18 de diciembre de 2025 - Edición Nº2570

Derechos Humanos | 18 dic 2025

Comunidades Desprotegidas.

El Caracol: la posibilidad de soñar una vida digna fuera de las calles

08:35 |Hace poco más de tres décadas, un grupo de trabajadores emprendió la búsqueda de niños que habían salido de sus casas. Cuando los encontraron, se dieron cuenta de que estaban viviendo en las calles de Garibaldi, un barrio en Ciudad de México donde habitan comunidades desprotegidas.


Por: Ximena Mejía. Agencia InnContext

Hace poco más de tres décadas, un grupo de trabajadores emprendió la búsqueda de niños que habían salido de sus casas. Cuando los encontraron, se dieron cuenta de que estaban viviendo en las calles de Garibaldi, un barrio en Ciudad de México donde habitan comunidades desprotegidas.

Al conocer de cerca los retos y condiciones que enfrentaban, nació El Caracol, una organización que desde 1994 acompaña e impulsa iniciativas para que esta población acceda a una vida digna fuera de ella.

Visibilizar a las juventudes que sobreviven en las calles fue el punto de partida para El Caracol, que notaba una ausencia de aparatos estatales que atendieran especialmente a la población. Con el tiempo, esta mirada se amplió también a hombres, mujeres y adultos mayores y el objetivo era claro: impulsar los derechos humanos de una población que no estaba siendo atendida. Para ello, era importante construir un modelo que dirigiera sus esfuerzos, más que en ayuda asistencial, hacia el desarrollo humano de esta población, acompañando y brindando atención integral, así como oportunidades de reinserción social  y laboral. 

Distinto a lo que podría pensarse, la población en la calle llega a ella no sólo por historias familiares complejas, sino también por una serie de negación a los derechos humanos, como el derecho a la vivienda, a la salud, el derecho a la protección y el derecho al trabajo” señala Luis Hernández, Director de El Caracol desde hace más de 15 años y quien señala que esta situación se debe también a la falta de instituciones y políticas públicas para que las personas puedan mejorar sus condiciones de vida. 

En la Ciudad de México, 1124 personas viven en condición de calle. De ellas, el 86% son hombres y el 14%, mujeres, de acuerdo con cifras gubernamentales reportadas en marzo de 2024. Sin embargo, se estima que esta cifra crezca para 2025, especialmente entre poblaciones vulnerables.

Hacia una vida fuera de calle

La labor de El Caracol comienza con la voluntad de quienes deciden trabajar con la organización. En un primer paso, el grupo de trabajadores y voluntarios enfrenta un desafío clave: ganarse la confianza de las personas en situación de calle, uno de los primeros vínculos que se pierden al vivir en el espacio público. 

Para ello, el personal de El Caracol utiliza un chaleco rojo que facilita su identificación e inicia una serie de actividades lúdicas que ayudan a establecer ese vínculo. En un contexto tan vulnerable, este primer acercamiento resulta fundamental, ya que sienta las bases para que, eventualmente, las personas puedan acceder a una vida fuera de la calle.

“‘La calle no hace caricias’ éste es un dicho muy común en la gente que habita la calle, pues se enfrenta a abusos, a discriminación, al frío, a la parte más dura de vivir sin un techo” comenta Hernández. En respuesta a ello, El Caracol hace un diagnóstico sobre el daño físico, motriz y/o psicológico que las personas pueden presentar, y así poder actuar conforme a sus necesidades más urgentes. 

Entre estas, el acceso a tratamientos psicológicos por el consumo de sustancias es un puente que la organización impulsa, así como el acompañamiento en el aprendizaje de un oficio, la capacitación y certificación de habilidades, para lograr el punto final del camino: una vivienda digna, un espacio seguro que puedan finalmente habitar. 

El triunfo de esta meta inicia con pequeños logros: la compra de una parrilla, un mueble para organizar sus pertenencias. La organización acompaña a las personas en cada uno de estos pasos, guiándolas hasta alcanzar una vida independiente.

Escuela de las mariposas  

El derecho a la educación es un derecho avalado por  el artículo tercero de la Constitución Mexicana. Sin embargo, éste es uno de los procesos más rezagados y difíciles de acceder para las infancias que habitan la calle. Siendo éste un derecho universal al que toda niña y niño debería tener, Escuela de las Mariposas es una escuela móvil que, mediante actividades diseñadas para estas edades, las educadoras de El Caracol evalúan sus necesidades psicopedagógicas para brindar las herramientas educativas más adecuadas, y, en un periodo idealmente breve, se pueda lograr que las niñas y niños, una población especialmente delicada, puedan obtener un lugar en una escuela regular. 

La posibilidad del sueño

Entre las vidas de personas que pudieron cambiar por esfuerzos como los de El Caracol, está la de Lilí, una mujer que vivió en la calle desde los 5 hasta los 13 años, una infancia que sobrevivió y encontró a los 11 años en el Caracol el espacio seguro en el que aprendió, entre otros procesos, a conocer sus derechos y defenderse de quienes los vulneraron. 

En la calle pasas muchos abusos, los policías te levantan y muchas veces no te llevaban a ningún lado, te preguntan directo, ¿tienes con qué pagar? te soltamos, y si no a veces abusaban de ti” comenta mientras cuida a uno de sus hijos dentro de las instalaciones de El Caracol, pues ahora, a sus 40 años, mantiene una relación con la organización con quien sigue aprendiendo. 

La aporofobia, que es el rechazo a personas que viven en pobreza, es un tipo de discriminación a la que se enfrenta esta población, de acuerdo con la experiencia de la organización. “Aquí encontré lo que necesitaba para salir adelante, aprendí que nadie tiene por qué humillarte ni maltratarte y aprendí sobre mis derechos, mi derecho a la escuela, a mis documentos, y por ejemplo, a que en un hospital me atiendan”, narra Lilí.

Los abusos que cuenta Lilí no son una historia personal, se inscriben en un contexto donde la discriminación es una problemática social latente que es necesario visibilizar para poder corregir y construir sociedades más humanas.

La realidad de la calle cambia todos los días, y es por eso que el modelo de El Caracol está en constante cambio. Cada tres meses, la organización evalúa teórica y empíricamente qué ha funcionado para lograr que más personas puedan salir de vivir en las calles y lograr una vida autónoma y digna. 

 “Esta nota fue producida por el proyecto Lupa do Bem y es distribuida en alianza con Agencia de Noticias InnContext” .

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