domingo 06 de octubre de 2024 - Edición Nº2132

Internacionales | 25 sep 2024

China y la soberanía de Taiwan.

China los mandó a estudiar historia

Beijing rechazó las “malas interpretaciones y cuestionamientos” a la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1971 que reconoce el principio de “una sola China”.


Por: Fernando Capotondo

En una respuesta dirigida a Taiwán, y por elevación a Estados Unidos, el gobierno de la República Popular China rechazó las “malas interpretaciones y cuestionamientos” a la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que reconoce el principio de “una sola China” frente a los reclamos de independencia de Taipei, según plantearon. Desde Beijing no sólo respaldaron la postura de la ONU de 1971 – reconocida por 183 países de todo el mundo, entre ellos la Argentina – sino que también rescataron otros documentos que irían en el mismo sentido, entre ellos la Declaración de El Cairo de 1943, la Proclamación de Potsdam de 1945, certificaciones oficiales de 1885 y 1684, y registros históricos que se remontan al año 230 del Período de los Tres Reinos.

Jamás se podrá cambiar el hecho de que solo hay una China en el mundo y que Taiwán es parte de ella”, ratificó hace días Chen Binhua, representante de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado de China.

Chen calificó de “incuestionable” la Resolución 2758 de la ONU y acusó a las autoridades del Partido Demócrata Progresista (PPD) de Taiwán de “distorsionar maliciosamente” el contenido de un documento que, según dijo, goza de consenso a nivel internacional.

“La resolución dejó en claro que solo hay un asiento para China en las Naciones Unidas, lo que excluye ‘dos Chinas’ o ‘una China y un Taiwán’», agregó el funcionario.

El documento al que se refiere Chen – aprobado en la 26ª sesión de la Asamblea General de la ONU, realizada el 25 de octubre de 1971 – ordenó «restablecer todos sus derechos a la República Popular China y reconocer a los representantes de su Gobierno como los únicos representantes legítimos de China ante las Naciones Unidas, y expulsar inmediatamente a los representantes de Chiang Kai-shek (líder taiwanés) del lugar que ocupan ilegalmente en las Naciones Unidas y en todas las organizaciones relacionadas con ellas”.

En esta línea, la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Mao Ning, calificó como “un trozo de papel inservible” la propuesta de “doble representación”, encabezada por Estados Unidos, para que Taiwán sume a su propio delegado en la ONU. “Estamos frente a provocaciones separatistas extremadamente peligrosas”, sostuvo.

“Taiwán – ratificó Mao – no tiene base, razón o derecho para unirse a las Naciones Unidas u otras organizaciones internacionales que requieran la condición de Estado a sus miembros”.

La funcionaria explicó que “ambos lados del Estrecho de Taiwán pertenecen a una misma China” y si bien Beijing y Taipei “han estado políticamente enfrentadas durante mucho tiempo, nunca se ha dividido la soberanía estatal y la integridad territorial” del país. “Este es el verdadero ‘status quo’ de la cuestión Taiwán”, agregó.

Para el gobierno chino, los reclamos del PPD taiwanés para participar en el sistema de representación de la ONU obedecen a una estrategia que pretende crear la impresión de “dos Chinas” o “una China y un Taiwán”, en el marco de un pretendido replanteo del orden regional en la región del Mar Meridional.

“La cuestión de Taiwán – concluyó Mao – es un asunto puramente interno de China y su resolución es un tema de los 1.400 millones de chinos a ambos lados del estrecho de Taiwán. Las autoridades del PPD no lograrán buscar apoyo externo para envalentonar sus actos separatistas. La Resolución 2758 de la Asamblea General de ONU no debe ser cuestionada y el principio de una sola China es inquebrantable”.

En respuesta a estos cuestionamientos, el ministro de Asuntos Exteriores taiwanés Lin Chia-lung calificó como “una falsa dicotomía”  que el sistema de la ONU deba elegir entre la República Popular China y Taiwán, porque – a su entender – esta interpretación encubriría “una campaña más amplia para justificar una invasión armada” a la isla.

“Para un mundo más seguro y mejor el sistema de las naciones Unidas necesita incluir a Taiwán”, afirmó el funcionario taiwanés en una reciente columna de opinión difundida en la Argentina.

TODO ES HISTORIA

En la búsqueda de más antecedentes históricos que respalden la posición china, el portavoz de la cancillería Wang Wenbin reivindicó el valor documental de la “Declaración de El Cairo” y la “Proclamación de Potsdam” que, hace más de 80 años, establecieron la obligación de Japón de devolver a Beijing el “territorio chino” de Taiwán que les habían “robado”.

En efecto, los líderes de Estados Unidos, Gran Bretaña y China firmaron en 1943 la llamada “Declaración de El Cairo”, que estableció que serían devueltos a sus dueños todas las tierras que Japón había usurpado, entre ellas la regiones chinas de Taiwán y de las Islas Penghu.

Dos años después, en 1945, esta reivindicación territorial fue ratificada en otro documento clave de la historia contemporánea mundial, la “Proclamación de Potsdam” que definió los términos de la rendición japonesa.

Estos documentos con efecto legal formaron parte integral del orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, ratificando el estatus de Taiwán como territorio inalienable de China desde una perspectiva jurídica”, afirmó el funcionario.

Después de recordar que Estados Unidos fue firmante de los citados tratados internacionales, ratificando en diversas oportunidades su compromiso de no apoyar la independencia de Taiwán, Wang marcó la contradicción que Washington “ahora está malinterpretando públicamente la Resolución 2758 de las Naciones Unidas, vaciando el principio de una sola China y pregonando la participación de Taiwán en el sistema de la ONU, para lo que se requiere la condición de Estado soberano”.

“Lo que está haciendo Estados Unidos – agregó Wang – viola su propio compromiso y pretende hacer retroceder la rueda de la historia. Cualquier intento de ir en contra de la tendencia de los tiempos, y de utilizar a Taiwán para contener a China, sólo terminará en un fracaso mayor”.

EN BLANCO Y ROJO

Más allá de las citadas Declaración de El Cairo, Proclamación de Potsdam y Resolución 2758 de la ONU, los defensores de la soberanía china sobre Taiwán también suelen invocar el Libro Blanco que se publicó en Beijing en 2022, con lo que consideran una serie de pruebas y argumentos históricos difíciles de refutar.

Los “libros blancos” son informes que suele difundir la República Popular China, con periodicidad variable, para comunicar la posición oficial del gobierno sobre cuestiones que pueden ir desde problemáticas sociales al rumbo de la economía, la política exterior o cuestiones territoriales.

En la citada edición dedicada a Taiwán, China advirtió que para una posible solución del conflicto ya fue planteada la aplicación de la fórmula “un país, dos sistemas”, que hoy se utiliza en la Región Administrativa Especial (RAE) de Hong Kong.

“Después de la reunificación pacífica, que sólo puede lograrse mediante consultas y debates entre iguales, Taiwán podrá continuar con su sistema social actual y disfrutar de un alto grado de autonomía de conformidad con la ley. Los dos sistemas sociales se desarrollarán uno al lado del otro”, fue la propuesta.

En este contexto, el Libro Blanco ofrece antecedentes poco conocidos sobre la historia de Taiwán, remontándose a registros del año 230, durante el llamado Período de los Tres Reinos, en los que las dinastías Sui, Song y Yuan ya contaban con sus propios órganos administrativos en el territorio de la isla.

Este detalle no hace otra cosa que ratificar que la consideración del territorio de Taiwán como parte integrante de China no es producto de cuestiones vinculadas con la geopolítica, como algunos sostienen, sino que cuenta con documentos históricos que se remontan a demasiados años como para ser ignorados.

En efecto, después de esta referencia al Período de los Tres Reinos, el Libro Blanco pega un salto histórico a 1684, “cuando se estableció una administración de prefectura de Taiwán bajo la jurisdicción de la provincia de Fujian” y otro a 1885 cuando “se convirtió oficialmente en la vigésima provincia de China”.

En 1895 fue ocupada por Japón al concluir la Primera Guerra Sino-Japonesa; en 1941 tuvo lugar la citada Declaración de El Cairo, que establecía que Taiwán debía ser restituida; hasta que en 1943, en el final de la Segunda Guerra Mundial, se concretó su devolución a la República de China.

Por supuesto, el Libro Blanco recorre la Resolución 2758 de las Naciones Unidas, de 1971, que se comprometió a restaurar los derechos de la República Popular China sobre la isla, deshabilitando la representatividad de los delegados de Chiang Kai-shek que presentaban a Taiwán como un país, y rechazando el concepto de “dos Chinas” que impulsaba Taipei.

La publicación también enumera los acercamientos logrados durante los gobiernos de Deng Xiaoping y Hu Jintao, los diferentes acuerdos de cooperación rubricados en los últimos cuarenta años y los crecientes vínculos comerciales entre la parte continental y la isla.

Según se informa, el volumen del comercio a través del Estrecho de Taiwán pasó de 46 millones de dólares en 1978 a 328.340 millones de la misma moneda en 2021, convirtiendo a China en el mercado de exportación taiwanés más grande de los últimos 21 años, además de su mayor destino de inversiones fuera de la isla.

Finalmente, el documento denuncia algunas acciones de Estados Unidos “todavía perdidas en delirios de hegemonía y atrapadas en la mentalidad de la Guerra Fría”, que contradicen su posición oficial de supuesto respeto al principio de una sola China. “Están utilizando a Taiwán – destaca el documento – como un peón para socavar el desarrollo y progreso de China”.

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