

Por: Agencia InnContext
En un contexto global marcado por la crisis climática, la desigualdad y los crecientes desafíos económicos y sociales, referentes de América Latina coincidieron en que la colaboración entre sectores no es solo deseable, sino imprescindible para lograr un desarrollo sostenible e inclusivo.
Durante un panel en el marco de la 65ª Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), representantes de la sociedad civil, el sector privado y organizaciones multilaterales discutieron sobre la urgencia de construir alianzas transformadoras que permitan escalar soluciones a problemas como la deforestación, la brecha digital, la exclusión financiera y el acceso al agua segura.
“La verdadera evolución no proviene de la competencia, sino de la colaboración entre actores diversos”, aseguró Gabriel Baracatt, presidente de la Fundación Avina. En su intervención, Baracatt destacó que uno de los principales obstáculos a la cooperación es el paradigma dominante de transacción y ganancia, que ha erosionado la posibilidad de construir en conjunto. Sin embargo, también ofreció una visión optimista: “Hay esperanza y vamos a ganar. Porque si no colaboramos, vamos a perecer con el cambio climático, con la desigualdad, con el crimen organizado. Por lo tanto, estamos condenados a colaborar”.
Baracatt compartió dos ejemplos emblemáticos de cooperación liderados por Fundación Avina junto al BID y aliados del sector privado. El primero, Latitud R, reúne a recicladores y grandes empresas como Coca-Cola, PepsiCo y Nestlé en una iniciativa que ya beneficia a más de 25.000 recicladores en 13 países. El segundo, la red Lazos de Agua, desarrolla sistemas de gestión comunitaria del agua en zonas vulnerables de América Latina, con el apoyo de la Fundación del Cirque du Soleil y el BID. “Estos modelos de cooperación son cambios sistémicos. Y un cambio es sistémico cuando es irreversible”, enfatizó.
Por su parte, Ilona Szabó de Carvalho, presidenta del Instituto Igarapé, subrayó que los desafíos actuales exigen “diálogos difíciles, a veces impensables, pero absolutamente esenciales”. Aseguró que sin una visión compartida entre sociedad civil, gobiernos y empresas no se podrá avanzar hacia los objetivos de desarrollo, como los del Acuerdo de París o el Marco Global de Biodiversidad. “La colaboración es la única vía para alcanzar la ambición que necesitamos”, afirmó.
Desde la perspectiva ambiental, Paula Caballero, directora regional de The Nature Conservancy (TNC), presentó mecanismos innovadores para restaurar ecosistemas degradados y movilizar capital privado en favor de la conservación. Uno de ellos son las concesiones de restauración, desarrolladas en el estado de Pará, Brasil, donde TNC y el BID Invest estructuraron un proyecto para restaurar más de 10.000 hectáreas. El modelo combina regeneración natural con siembra activa, y busca remover 10 toneladas de carbono por hectárea anualmente, aprovechando mercados de carbono con precios competitivos.
Caballero también destacó los bonos de naturaleza promovidos por TNC, que permiten a los países reconvertir deuda soberana en fondos destinados a conservación y resiliencia climática. A la fecha, estos mecanismos han generado cerca de mil millones de dólares y contribuido a la protección de más de 242 millones de hectáreas de bosques, océanos y ríos.
“La clave es transformar la percepción del valor de los ecosistemas, y recompensar a quienes los protegen”, concluyó Caballero, quien adelantó que este año en la COP30 se debatirá la necesidad de que comunidades indígenas y locales tengan acceso directo al financiamiento climático.