

Por: Peter Noordendorp. Fuente: Agencia Pressenza
(Imagen de Prensa Latina)
En todo el mundo occidental los presidentes y primeros ministros se complacieron al afirmar cómo era de maravilloso el Papa Francisco, derramando (figurativamente) lágrimas de tristeza. Elogiaron a Francisco enviándolo directamente al cielo.
Este Papa que era humilde, no quería vivir en el palacio aislado destinado al Papa, descansando más bien en ese lugar donde pueden alojarse los cardenales y obispos visitantes, una especie de «hotel».
Este Papa que saludó a su congregación con las palabras «buona sera fratelli e sorelle» en su primera aparición ante la multitud después de su elección. Este Papa que siempre se vistió de humilde blanco, sin adornos ricos ni joyas, y sólo con una cruz plateada sobre el pecho. Este Papa que dejó muy claro que era ante todo el Papa de los pobres y de los explotados. Este Papa que quería la paz en el mundo y lo dejó muy claro en sus expresiones. Este Papa que condenó la avaricia de los poderosos y dijo que hay una Tercera Guerra Mundial en curso, una guerra no orgánica, sino una guerra de intereses, por dinero, por los recursos naturales, por el dominio de la gente y que es alimentada por la industria armamentista. Ha dicho todo esto alto y fuerte para que todo el mundo lo escuche.
Por supuesto que todo lo que trató de hacer fue ayudar a construir un mundo mejor para todos. Y por supuesto fue obstaculizado muchas veces, incluso dentro de la propia estructura vaticana. Trataron de silenciarlo a través de acusaciones falsas y a través de falsas enfermedades al comienzo de su reinado papal. Quiénes eran y son, siempre es una conjetura. Pero seguro que tienen poder y los medios para tratar de silenciar a la gente. Eso pasa todo el tiempo. Pero el Papa Francisco continuó con sus planes de llevar de nuevo a la Iglesia al pueblo y estar al servicio de ellos y no que la gente estuviera al servicio de la Iglesia. Había una razón por la que tomó el nombre de Francisco. El nombre de Francisco de Asís.
En su coronación Papal, por supuesto que estaban todos los jefes de Estado y primeros ministros. Y ahora en su funeral estarán allí de nuevo, incluso el payaso de terror que es Zelensky, quien acusó al Papa de estar del lado de Rusia porque expresó su deseo de paz.
Qué hipócritas son. Al ir al funeral del Papa disimulan que no les gustó nada, porque los expuso (sin decir nombres, pero resulta claro para todos) por sus intereses avaros y su belicismo.
Un buen Papa nos ha dejado, un buen pastor de su rebaño, que no tenía miedo de decir lo que pensaba, lo que era muy necesario decir y quién tomó el desafío de iniciar una reconciliación entre la Iglesia de Roma y la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla y Rusia, que se acercó al Islam y a sus líderes. Veremos quién vendrá después. Mientras tanto, nuestros políticos, la gente con poder y su codicioso complejo industrial y militar continuarán con sus planes violentos tan pronto como termine el funeral, como si nunca hubieran escuchado las palabras de Francisco o vieran sus actos.
Esa es su mayor hipocresía.